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Lula trata de apuntalar su liderazgo

El presidente brasileño se juega su prestigio regional en una cumbre que comienza caliente

ALEJANDRA GALÁN

Cuba será la gran protagonista de la cumbre americana de este fin de semana. Formalmente, asuntos como la sostenibilidad, la energía y el narcotráfico protagonizarán el debate; pero en la práctica, la crisis económica y el fin de la exclusión política de La Habana están en el centro de todas las miradas.

El presidente de Cuba, Raúl Castro, ha escogido a su homólogo brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, para defender sus intereses cara a cara con Barack Obama. Fue sintomático que el recién nombrado ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, escogiese Brasilia y no Caracas para su primer viaje oficial.

Parece que La Habana prefiere la moderación del presidente brasileño, de quien valora su credibilidad diplomática y su buena sintonía con Obama, a la batalla dialéctica de Hugo Chávez, adalid del antimperialismo americano en la región. Castro no quiere arriesgarse a perder una oportunidad de descongelar sus relaciones con Washington, ahora que Obama comienza a dar señales de buena voluntad.

En este complicado escenario, Brasil está sentado en el mirador perfecto. Sus relaciones bilaterales tanto con la isla como con EEUU son excelentes. El ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, declaró el jueves que Brasil 'puede ayudar' a distender la situación entre Washington y La Habana. El propio Lula ha manifestado en varias ocasiones su interés por que se recompongan las relaciones de EEUU tanto con Cuba como con Venezuela y Bolivia.

Hugo Chávez parece haber captado el mensaje, al menos en el aspecto puramente diplomático, pese a organizar un encuentro de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) en el que se ha consensuado un documento extremadamente crítico con la política de Washington hacia la isla y hacia los puntos generales previstos en la agenda de la Cumbre americana. 'Es profundamente capitalista en medio de una crisis económica global de carácter sistémico y estructural. Es inaceptable', señaló el presidente venezolano poco antes de partir hacia la capital de Trinidad y Tobago, Puerto España.

Por este motivo, Washington mantiene su gran preocupación por las sorpresas que pudiera traer la comparecencia de Chávez. Obama desea que la V Cumbre de las Américas concluya con éxito para lo que necesita que los debates no se centren sólo en la cuestión cubana.

También Lula ha mostrado un cierto nerviosismo ante la posibilidad de que el líder bolivariano opte por el tono de confrontación y dé al traste con sus intentos de formalizar su liderazgo en el cono sur. Fuentes diplomáticas citadas por el diario brasileño O Globo, aseguraron que Lula ha asumido un papel de 'bombero' en el encuentro de Puerto España para calmar los ánimos. Esas mismas fuentes también indicaron que Chávez será transparente en su exposición sobre el modelo económico imperante y sobre el embargo a Cuba pero dejará a Lula la interlocución con Obama. De momento, Celso Amorim, ha señalado que es necesario 'construir un ambiente de confianza' entre Washington y Caracas.

No incomodar

Los expertos convergen en un punto: Lula no quiere incomodar a Obama. Por ello, su estrategia será escalonada y no descarta posponer para la asamblea de la Organización de Estados Americanos del 2 de junio la exigencia explícita para que EEUU ponga fin al embargo a Cuba.

Obama sabe que se enfrenta al clamor de los países americanos. La duda es si Lula, que ha estado negociando a brazo partido en los últimos días, conseguirá que los 32 paises restantes apuntalen el consenso en un texto.

A la convicción ideológica de Lula a favor de la abolición de un bloqueo económico que dura ya 47 años se suma una razón pragmática: el interés por las reservas petrolíferas en aguas profundas cubanas. Pero, sobre todo, la V Cumbre de las Américas es la oportunidad del líder brasileño para afianzarse como el interlocutor de Washington en América Latina.

Como destacaba recientemente un ex embajador brasileño, hoy se abre una óptima ocasión para que el mandatario brasileño despliegue sus 'buenos oficios' y sitúe a Brasilia 'dentro del club de países que organizan y deciden sobre el mundo'.

 

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