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Manuel Martínez descarta profundizar en su carrera cinematográfica

EFE

De vuelta a su hábitat natural, la pista de atletismo y el gimnasio, el sempiterno plusmarquista nacional de Lanzamiento de Peso, Manuel Martínez, aún tiene vivas en su retina las últimas escenas de la película "Estigmas" que protagoniza y piensa en una temporada cuyo objetivo será el mundial de Berlín.

Han sido ocho semanas de intensa jornada diaria -diez horas con los mínimos descansos marcados al minuto- para convertir en realidad un sueño que nunca hubiera esperado, el de ser protagonista de la segunda película del director alicantino Adán Aliaga, que acaba de rodar y que podría ver la luz el próximo verano.

El fornido leonés representa físicamente a la perfección el papel de "Bruno", el antihéroe del cómic del italiano Lorenzo Mattotti y de su compatriota Claudio Piersanti, en un trabajo rodado en blanco y negro (primera experiencia europea) y que conllevará un duro trabajo de montaje para usar al máximo las posibilidades del 3D.

"Ha sido muy duro, pero una experiencia increíble para un proyecto nada convencional, que supone una apuesta arriesgada por ser poco comercial a priori y que está en el límite de lo políticamente correcto, con mucho mensaje", afirma a Efe.

No ha visto aún el producto final "que todavía está cociéndose", dice un Martínez, que comparte cartel con la premio Goya Marieta Orozco.

Considera que en su trabajo fue clave la preparación previa durante cuatro semanas de Ferrán Carvajal, actor, bailarín y coreógrafo que le dio un curso acelerado de arte dramático.

El deportista ha intentado ser, por encima de todo, "natural y cercano", a pesar de reconocer que comparte pocas similitudes con el personaje, -un perdedor, bebedor y maltratado- "pero cuya historia crea un nudo en el estómago".

Lo que tiene claro es que su futuro no pasa por dedicarse a la escena, ni tan siquiera se plantea profundizar en el aprendizaje de esta profesión, aunque no descarta aceptar otro ofrecimiento si le vieran "actitudes".

De nuevo en su ciudad natal, León, el lanzador de 34 años se calzó el chándal el pasado día 15 -como se había comprometido con su técnico, Carlos Burón- para iniciar la pretemporada invernal tras un parón de tres meses.

Su debut será en Zaragoza en febrero, como antesala del Nacional de Sevilla en pista cubierta, donde intentará sumar su decimoséptimo título de España.

De todas formas, la temporada invernal de este año se la tomará "como un entrenamiento, sin exigencia alguna salvo el de intentar competir regularmente en torno a los 20 metros".

Aún no ha decidido si estará en el Europeo de Turín o la Copa de Europa de lanzamientos, de lo que dependerá las marcas que vaya logrando.

"El objetivo es llegar en las mejores condiciones a Berlín", donde intentará ser finalista.

Aún tiene clavada la espina de su decepción olímpica en los Juegos en Pekín, en los que "la final estaba al alcance perfectamente, pero todo se puso en contra".

Su futuro se lo plantea, como ya anunció tras los Juegos, "año a año, porque no se puede pensar de otro modo a estas alturas", aunque vea "muy lejos, en todos los sentidos", Londres 2012.

En cuanto al atletismo español, como capitán de la selección en los últimos años, cree que "no hay que dramatizar" sobre su situación, "porque hay un ramillete de atletas entre los mejores del mundo, aunque en algunas pruebas el cambio generacional tarde más en dar frutos, porque acaba de producirse".

Sin querer polemizar con el reelegido presidente de la Federación Española de Atletismo, José María Odriozola, cree que su continuidad es fruto "del sistema, porque es imposible la oposición desde fuera".

En lo que mostró, una "enorme tranquilidad" es en cuanto al futuro de su demandado Centro de Alto Rendimiento en materia de lanzamientos que pronto será realidad en León.

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