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Mario Gas dice que el teatro es donde "mejor me desenvuelvo y de él saco lo mejor de mí"

EFE

El director y actor de teatro Mario Gas, ha asegurado hoy, al recibir el II Premio La Barraca a las Artes Escénicas concedido por la Universidad Menéndez Pelayo, que es el teatro el ámbito donde mejor se desenvuelve y donde más libre se siente para sacar lo mejor.

La encargada de leer la laudatio del homenaje a Gas -ahora responsable del Teatro Español de Madrid- ha sido la actriz Emma Cohen, amiga personal del director de escena desde que ambos comenzaron su carrera profesional en grupos independientes cuando estudiaban Derecho en Barcelona.

Cohen ha señalado que ya en esa época Gas dirigió obras como "Asalto nocturno", de Alfonso Sastre, o el entremés "El juez de los divorcios", de Cervantes", "ejemplos de pasión y lucidez con una mirada crítica temprana".

Gas ha rememorado con emoción esa etapa de su vida, en la que, según ha dicho, pronto se dio cuenta de que ser abogado no estaba entre sus preferencias, aunque continuó matriculándose en la carrera de Derecho para seguir en los grupos de teatro, donde encontró "amigos excepcionales como Cohen".

La relación de Gas con el teatro se remonta al día de su nacimiento, el 5 de febrero de 1947 en Montevideo, durante una gira por América Latina de la compañía del Maestro Sorozábal para la que trabajaban sus padres. Y desde entonces su compromiso con la escena ha sido continuo, como muestra su participación activa en las Asambleas de Actores y Directores de 1976.

"Amante del teatro que explique cosas y abocado a interpretar nuestra época" es la definición que Emma Cohen ha hecho de Mario Gas, cuya trayectoria la actriz ha calificado como "una permanente reflexión social que muestra la tragedia individual y la sociedad global".

Entre los "42 refulgentes botones" que conforman la carrera como director de Mario Gas se encuentran clásicos como "Madame Butterfly" (1982), de Puccini; "Salomé" (1985), de Oscar Wilde; "Otelo" (1994), de Shakeaspeare; "La gata sobre el tejado del zinc" (1995), de Tennessee Williams; "Las Troyanas" (2008), de Eurípides, o "Muerte de un viajante" (2009), de Arthur Miller.

Para Cohen, todos estos ejemplos dan muestra de la creatividad de Mario Gas, "imprescindible y singular bestia escénica cuyos resultados alcanzan la clasicidad contemporánea".

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