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Marruecos devuelve a Haidar su pasaporte

La saharaui no tuvo que rellenar la ficha de entrada al aterrizar en El Aaiún, donde la celebración en las calles pudo más que el miedo

TRINIDAD DEIROS

Aminatou Haidar volvió a casa con la cabeza muy alta. Lo hizo sin plegarse a las condiciones que Marruecos había intentado imponerle y sin que ni ella ni nadie de su familia elevaran una petición de clemencia al rey Mohammed VI. A su llegada al aeropuerto Hassán I de El Aaiún, las autoridades marroquíes le devolvieron el pasaporte que le confiscaron el día de su expulsión, el pasado 13 de noviembre. En esta ocasión, no le obligaron a rellenar la ficha de entrada en territorio marroquí.

En ese documento, la activista suele dejar en blanco la casilla de la nacionalidad, aunque rellena la de su dirección, precisando que esta se halla en el Sáhara Occidental. Esa fue la excusa esgrimida por Marruecos para expulsarla.

Haidar volvió con la cabeza alta. Ni ella ni su familia pidieron clemencia

Ni la Policía, ni la amenaza de la posible llegada de los antidisturbios a Casa Piedra, el céntrico barrio de El Aaiún donde vive Haidar, lograron ayer acallar del todo la celebración por la vuelta de la activista a su casa. Desde que 'la madre de todos los saharauis' como la llaman los jóvenes de la ciudad pudo abrazar a los suyos, el miedo que atenazó a su familia en las horas previas al aterrizaje del avión se convirtió en alegría.

El aparato tomó tierra aproximadamente a las 23.30 horas del jueves (una hora más en la España peninsular) y a partir de ese momento empezó la fiesta, sobre todo de puertas para dentro, pues las fuerzas de seguridad tenían cercado el barrio. Aun así, la celebración en la casa de los Haidar duró hasta las cinco de la mañana.

Ahmed, primo de la activista, estaba ayer exultante. En un salón cubierto con alfombras y divanes árabes de terciopelo decía que han venido saharauis de todos los rincones de estas tierras: 'Y eso que la gente tiene miedo, porque cuando entras aquí, en seguida te hacen una foto para los archivos de la Policía'.

Sólo un tío materno fue autorizado a ir a recibir a la activista al aeropuerto

De repente, en la puerta de la casa de los Haidar cerrada para impedir que los agentes que estaban fuera controlaran a los visitantes, una mujer gritaba porque no le dejaban ver a Aminatou. 'Está muy cansada y no puede recibir a todas las personas que vienen a visitarla', se excusaba uno de sus tíos.

Entre los niños que entraban y salían, haciendo la señal de la victoria con los dedos, estaba Mohamed, el hijo pequeño de Aminatou, de 13 años. Con una sonrisa tímida, asentía cuando le preguntaban si estaba contento.

Algunos jóvenes fueron reprimidos por lanzar gritos de júbilo y octavillas

Los familiares de la mujer, que con su huelga de hambre ha retratado el déficit de derechos humanos que padecen los saharauis, se enteraron de que al fin volvía a El Aaiún por la cadena árabe Al Yazira. Mientras, Rabat aseguraba en un comunicado que había permitido que Aminatou volviera a su casa 'por razoneshumanitarias'.

Haidar, fundadora del Colectivo de Defensa de los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental (CODESA), rechazó también la ambulancia que se puso a su disposición para desplazarse del aeropuerto a su casa. Viajó en un coche particular, conducido por su tío materno, el único familiar que obtuvo permiso para ira recibirla.

Con el aeropuerto cerrado a cal y canto, y custodiado como si se tratara de una base militar, no hubo imágenes de la llegada de Haidar al Sáhara. La Policía hizo todo lo que pudo por impedir el trabajo de los periodistas, que intentaron en vano entrar en el aeródromo, algo que se les prohibió tajantemente por orden del Ministerio del Interior. En medio de la confusión, dos periodistas recibieron sendas pedradas por las que tuvieron que ser atendidos.

Un primo agradecía las visitas que habían ido a pesar de 'tener miedo'

Los intentos de ocultar la vuelta de la activista se revelaron vanos. La noticia corrió pronto por su barrio, literalmente invadido por policías y agentes de las compañías móviles de intervención antidistubios, conocidas por su brutalidad.

'¡Viva Aminatou!, ¡Viva el Polisario!, ¡Fuera Marruecos!'. Un pequeño grupo de jóvenes se las arregló para lanzar gritos de júbilo antes de que las fuerzas de seguridad pudieran organizarse para cargar.

Desde la Intifada de 2005 y la represión que le siguió, los saharauis protestan a menudo de esta forma: un grupo pequeño sale a la calle, corea eslóganes y, antes de que la Policía intervenga, se dispersa.

En el hospital Moulay Hassan Ben El Mehdi, un joven de 23 años esperaba ayer para ser atendido. Había llegado al centro hospitalario sin zapatos, con el brazo roto por dos sitios y con señales evidentes de que le habían molido a palos, al igual que un amigo que se sentaba a su lado, también sin zapatos. '¡Ha sido la Policía!. ¡Ha sido la Policía!, gritaba su prima a su lado.

La rebelión y el apoyo a Haidar seguían vivos en la tarde de ayer en el barrio de Casa Piedra. Dos chicas que gritaban '¡Viva Aminatou!', mientras tiraban octavillas con su cara, no tardaron en desaparecer en el interior de una furgoneta policial.

 

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