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Mas se abraza a Montilla

 

 

Xalok

En un debate uno puede salir a ganar o a empatar, si considera que con eso le basta y no quiere correr riesgos. Mas eligió ayer la segunda opción. En términos pugilísticos se abrazó a Montilla a base de ofrecerle pactos y promesas de unidad, para después aparecer como un señor centrista despechado por la izquierda más miope y sectaria.

Mas renunció, pues, al ataque, como si esperara ganar más por inercia que por méritos propios. Es verdad que a ninguno de los dos les convenía un debate a cara de perro (las encuestas de momento apuntan a un refuerzo del bipartidismo), y lo que se vio fue un educado combate por ganar el centro del espacio político. Montilla ya lo había ocupado el día anterior (quien habla primero tiene esa ventaja) y por eso Mas se conformó con aparecer a su lado, sin intentar desplazarle.

Da la sensación que los asesores de Montilla siempre prevén un discurso más duro del jefe de la oposición y por eso sus respuestas a veces suenan extemporáneas. Resulta tan ridículo intentar presentar a Mas como un ultraliberal insensible como a Montilla como un izquierdista desfasado.

Esa estrategia conservadora del jefe de filas de CiU tiene sus riesgos. El primer beneficiado es Joan Puigcercós, que ve con alivio como le dejan todo el espacio soberanista para él (al menos hasta que Sant Joan Laporta haga su aparición en la tierra), y también tiene más fácil justificar su apuesta por el tripartito. Hasta nueva orden el horizonte nacional de Mas y Montilla es el mismo: ir caminando poco a poco acompañados por el grueso de la sociedad catalana.

Al final el debate dejó las cosas como estaban. Si acaso con un cierto reagrupamiento de la izquierda. Reforzado Montilla y con más oxígeno Puigcercós. Mientras, Mas sigue esperando que el tripartito caiga sin tener que mancharse las manos.

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