Todavía están ardiendo las brasas de un frustrado y frustrante proceso de Diálogo Social del que sindicatos, empresarios y Gobierno han salido chamuscados. Los datos del paro conocidos ayer han servido de justificación para que los interlocutores sociales se enviasen mensajes cruzados, todavía con las heridas de la fracasada negociación en carne viva. 'Con las medidas de CEOE, las cifras indudablemente hubieran sido peores', argumentó el líder de UGT, Cándido Méndez, ignorando los comentarios de la patronal, que defendió sus propuestas, a las que calificó de 'imprescindibles' a la vista del previsible aumento del desempleo después del verano.

Las brasas del diálogo de sordos de los interlocutores sociales anticipan un otoño caliente, con el paro nuevamente al alza, los precios repuntando y gran parte de la negociación colectiva en las empresas sin rematar. Todavía siguen surgiendo muchos interrogantes ante el fracaso de las negociaciones del pasado julio, salvo que se le busquen explicaciones políticas. Por ejemplo, poner las cosas más difíciles a un Gobierno con muchas materias pendientes para el nuevo curso, empezando por los Presupuestos de 2010, que van a traer un recorte de gastos y un aumento de impuestos.

Posiblemente, no hay economista capaz de calcular cuántos parados habría de más o de menos si se hubiese logrado un pacto social. Pero muchos considerarán que, aunque hubiera sido un acuerdo de mínimos, se habría logrado un clima favorable para encarar la salida de la crisis.

El empleo es la variable que más tarda en reaccionar en las fases de recuperación económica. Lo prioritario es intentar que ese tiempo de reacción sea lo más breve posible. Pero parece que para otros esto no es lo más importante. Y en otoño, el paro volverá a subir.