Este artículo se publicó hace 12 años.
Mayte Martín llega a Bogotá con su gran voz flamenca
Consagrada como una de las mejores voces del flamenco y tras su sellar su divorcio con las discográficas, Mayte Martín ha hecho una pausa en los preparativos de su séptimo álbum, "Cosas de dos", para ofrecer un esperado concierto en Bogotá.
En su último disco la cantaora regresa al bolero, después de su inolvidable experiencia con el pianista de jazz Tete Montoliú, aunque para su presentación en la capital colombiana optó por un repertorio de "flamenco clásico", el alma de su formación y su vida.
Así lo confesó en una entrevista con Efe, en la que dio detalles de su nueva etapa, la que le ha otorgado "la libertad" que añoraba cuando trabajaba atada a las exigencias de las casas discográficas.
Ese divorcio se plasmará en octubre próximo, cuando saldrá a la venta "Cosas de dos", producido por el "mecenazgo" de su público, el que a través de internet hace donaciones y se garantiza un ejemplar de la edición especial del álbum.
Y es que Mayte Martín es bolero y flamenco, los géneros musicales que compagina y que han sido causa de recelos, pero sobre todo de aplausos de un público fiel.
Ambos "conviven conmigo desde pequeña, se mezclan de forma sutil o casi subliminal", profundizó Martín, al dejar claro que no se trata de mezclas, si se viera así "no es intencionado", porque lo fundamental es su respeto al flamenco clásico, "a la arquitectura de la música flamenca".
"Conviven en perfecta armonía, solo hay que conocer y respetar la forma de expresar la idiosincrasia de cada una de ellas", agregó.
Aún así la cantaora reconoció que su pasión por ambos géneros "ha dado dolores de cabeza a gente, a programadores, a periodistas", al referirse a la ortodoxia del mundo flamenco.
Y es que Mayte, nacida en Barcelona en 1965, es mujer, es catalana, no pertenece a la raza gitana ni tiene vínculos con Andalucía; es decir, carece de todo estereotipo que la haya podido ayudar a convertirse en una de las mejores voces femeninas del flamenco actual.
"Lo tengo todo en contra", reconoció entre sonrisas la artista, al relatar cómo se ha ganado el respeto de los puristas.
Para Martín, "lo importante y lo único que permite que tu propuesta sea sólida, que seas considerada importante en este engranaje del universo flamenco, es que hagas las cosas con honestidad, verdad e inteligencia".
"Yo estoy considerada, tengo el respeto del ámbito flamenco y por supuesto del público, que siempre lo he tenido. Creo que me lo he ganado", afirmó.
Pero no ha sido fácil, porque la catalana no bebió el flamenco en los jolgorios y fiestas tradicionales de Andalucía, de donde salen en España los grandes de este género, sino del estudio, de la investigación y del alma.
Los ortodoxos "están orgullosos de que el flamenco sea ahora patrimonio de la humanidad (...), de que pasee por todo el mundo, se disfrute, que sea una música considerada, pero no están tan orgullosos de que haya gente que no pertenezca a la raza gitana, no sea andaluza", matizó.
Más allá del debate sobre la aceptación de Mayte Martín en los círculos flamencos, lo evidente es que la artista ha logrado más que muchos puristas: congregar a todo tipo de público, expertos y entendidos, pero también gente que se enamoró de este género a través de la barcelonesa.
"¿El secreto?, pues influye que yo haya despojado al flamenco de todos sus prejuicios, de los estereotipos (...), porque el flamenco no es sólo un cante, es una estética, una forma de expresarte, una forma de ser, una forma de vivir".
Y es que además de popularizar el flamenco, Martín ha engatusado a los "entendidos", quienes observaron "lo que hay musicalmente detrás, un cuidado llevado al extremo de la parte musical, de su estética", según sus palabras.
En definitiva, "es un trabajo maravilloso de arqueología", detalló la artista sobre su gran pasión, la que la subió por primera vez a un escenario a los 12 años.
En 1987, su voz dejó sin aliento a los asistentes al Concurso Nacional del Cante de las Minas, el más prestigioso certamen de flamenco en España y el mundo, donde ganó el máximo galardón.
Y en 1994 grabó su primer disco, "Muy frágil", al que le siguió "Free Bolero" (1996), donde pasó del flamenco al bolero de la mano del fallecido pianista jazzero Tete Montoliú.
"Fue un regalo de la vida trabajar con una persona como él", recordó Mayte sobre aquel encuentro entre dos grandes, que dio lugar a uno de los discos más románticos y estéticos producidos en los últimos años.
Pero si a alguien la barcelonesa debe su brillante carrera es a "La Niña de los Peines", una sevillana que murió en 1969 y es considerada aún una de las voces más importantes de la historia del flamenco. Mayte Martín la escuchó durante toda su vida y aprendió de su cante.
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