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McChrystal confía en el plan militar de Obama

El comandante de EEUU en Afganistán apoya la escalada bélica

ISABEL PIQUER

El general Stanley McChrystal, comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, y el embajador estadounidense en Kabul, Karl Eikenberry, comparecieron ayer ante el Congreso para confirmar que Estados Unidos, tras mandar 30.000 nuevos soldados en los próximos seis meses, podrá empezar a replegar sus tropas en 2011, tal y como anunció Barack Obama la semana pasada.

Por estas fechas, dentro de un año, Estados Unidos sabrá si su estrategia militar tiene posibilidades de funcionar. 'Los resultados llegarán rápidamente', dijo McChrystal. 'Pero el hecho es que no habrá un único indicador claro. El éxito se basará en el efecto acumulado de una presión continua', sobre Al Qaeda y los talibanes, añadió el responsable, rebajando expectativas de grandes triunfos bélicos.

McChrystal, el principal artífice de lo que es desde la semana pasada la nueva política de Washington en Afganistán, se mostró plenamente confiado en el éxito de su plan, fruto de una visión 'realista y pragmática'. La misión, que este verano se sumará a más de 100.000 soldados estadounidenses en la zona, 'se puede llevar a cabo' enfatizó McChrystal ante los congresistas.

La teoría articulada ayer por el general, ante las críticas republicanas por dar plazo al repliegue, es que los talibanes no son populares entre los afganos, viven del terror y 'no pueden permitirse simplemente esperar' la salida de EEUU. Ese 'flanco débil' les hará enfrentarse a las nuevas tropas.

'Nuestro objetivo es alentar la buena gobernanza, evitar la corrupción'

El embajador Eikenberry, general retirado que también mandó en Kabul, insistió en la necesidad de cimentar la autoridad del Gobierno de Hamid Karzai sobre unas bases más limpias. 'Nuestro objetivo es alentar la buena gobernanza, evitar la corrupción, para que los afganos disfruten de un Gobierno legítimo y los insurgentes pierdan apoyo'.

Se rumorea que los dos máximos responsables estadounidenses en la zona no están de acuerdo sobre el camino a seguir. Ayer, ante los congresistas, ninguno mostró las grietas de la relación.

Pero si en Washington el ambiente era de relativo optimismo, en Kabul las cosas se veían de otra manera. El secretario de Defensa, Robert Gates, antes de mandar 1.500 marines a finales de este mes (el grueso del contingente de 16.000 soldados irá esta primavera), efectuó ayer una visita sorpresa a la capital afgana.

'Nuestro Gobierno no dará la espalda de nuevo a este país ni a esta región', dijo Gates, en referencia a lo que pasó en 1989 tras la retirada soviética de Afganistán. 'Lucharemos con las fuerzas afganas hasta que sean lo bastante fuertes como para garantizar la seguridad de su país', añadió.

El responsable del Pentágono se encontró a un Karzai bastante reacio

El repliegue, volvió a matizar el responsable de Defensa, será 'gradual' y 'se basará en la situación sobre el terreno'. La retirada podría incluso durar 'dos, tres o cuatro años', añadió Gates, diluyendo aún más el anuncio de Obama.

El responsable del Pentágono se encontró a un Karzai bastante reacio. 'Durante los próximos 15 o 20 años, Afganistán no podrá mantener un esfuerzo de esta naturaleza con sus propios recursos', dijo el presidente afgano. 'Esperamos que la comunidad internacional y Estados Unidos, nuestro primer aliado, nos ayuden' a alcanzar esa meta antes de 2024.

Estados Unidos también está presionando a Pakistán. Se ha indicado a Islamabad que, o actúa con más firmeza contra los talibanes de las zonas fronterizas o Washington incrementará los ataques de aviones teledirigidos contra los refugios de Al Qaeda.

El Ejército afgano mató ayer a cuatro civiles que participaban en una manifestación de protesta por la muerte de otros civiles en una operación conjunta de las fuerzas afganas y la OTAN en la provincia de Laghman. Un periodista de Reuters vio a dos manifestantes morir en el acto por los disparos. Otros dos murieron más tarde en el hospital. Los soldados abrieron fuego contra los manifestantes, que denunciaban un ataque en el que, según el presidente Hamid Karzai, murieron seis civiles –incluida una mujer–, aunque ISAF asegura que sólo se dio muerte a siete insurgentes. En la protesta participaron cerca de 5.000 lugareños, que corearon eslóganes contra el gobernador provincial, el presidente Karzai y las tropas extranjeras.

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