Público
Público

Usan medicina forense para identificar firmas médicas "fantasma"

Reuters

Por Brendan Borrell

Los editores de las revistasmédicas cada vez tienen más problemas con los investigadores"líderes" que firman los escritos pero no revelan los nombresde colaboradores "fantasma" que paga la industriafarmacéutica.

Para frenar esa práctica, que no es ética, un editorfanático de la tecnología comenzó a usar principios forensespara el análisis de datos como en una película e investigaciónpolicial.

La existencia de esos autores es frecuente. Una encuestapresentada esta semana en Vancouver, halló que el 12 por cientode los artículos de investigación que aparecen en las revistascientíficas más importantes no declararon a los autores quecolaboraron significativamente en el trabajo.

A veces, esos autores adicionales tienen nexos financieroscon las farmacéuticas y los críticos sostienen que los estudiosrealizados a menudo interpretan más favorablemente los datossobre los fármacos que producen esas empresas.

Frederic Curtiss, editor jefe de Journal of Managed CarePharmacy, dijo a Reuters Health que los datos adjuntos adocumentos del programa Word le permitieron descubrir a loscolaboradores anónimos.

En un caso, por ejemplo, recibió en su oficina un escritorevisado con cuatro autores renombrados, pero cuando examinólos metadatos, descubrió que un autor adicional había aportadomucho trabajo.

Cuando se guardan los documentos en Word, el softwareadjunta información adicional, llamada metadatos, queidentifica al creador del documento. Durante el proceso deedición, los cambios que realizan autores adicionales a vecesse guardan con el nombre de los autores.

Curtiss estima que uno de cada tres escritos que recibeincluye metadatos de autores no informados en el estudio y quese nombrarían entre los agradecimientos o, rara vez, entre losautores adicionales.

Pero la revista de Curtiss no está sola. Documentosjudiciales difundidos recientemente revelaron que lafarmacéutica Wyeth incluyó escritores médicos "fantasma" en 26artículos publicados en 18 revistas científicas entre 1998 y el2005 sobre la terapia de reemplazo hormonal para mujeres.

Esos artículos enunciaron los beneficios de la terapia paraprevenir la enfermedad cardíaca y la demencia en las mujeres, ysubestimaron riesgos potenciales, como el cáncer de mama,cardiopatías y accidente cerebrovascular (ACV).

Ante esas revelaciones, el senador Charles Grassley, unrepublicano de Iowa, le pidió a los Institutos Nacionales deSalud de Estados Unidos proporcionar información sobre laspolíticas asociadas con las colaboraciones fantasma en lasinvestigaciones.

Cada revista tiene sus propias políticas editoriales yCurtiss afirma que la que dirige posee una de más rígidas: lesexige mencionar a todos los investigadores que colaboran conmás del 1 por ciento del trabajo e incluir en la lista deautores a aquellos que participaron con más del 25 por ciento.

"La información no corrige ni soluciona el problema de lacalidad de las evidencias, pero es crítica para que el lectorinterprete la investigación, de modo que debe ser precisa ycompleta", indicó Curtiss.

Por lo tanto, mejorar esa declaración de información en lasrevistas ha sido siempre uno de los temas principales deconversación en cada reunión editorial de los últimos ochoaños.

Esas declaraciones demandaron que los autores presenten unalista de las personas que colaboraron en la investigación, peroen los últimos dos años, se agregó una pregunta que pareceredundante, pero les exige a los autores que expresenexplícitamente que identificaron a "cada colaborador".

Los lectores de la revista determinan qué fármacos son losmás rentables para incluir en los planes de salud, lo quesignifica que los artículos pueden influir de manerasignificativa sobre las ganancias de las farmacéuticas.

No obstante, el editor no puede confiar siempre en losautores para contar con la declaración precisa de lainformación, que es el motivo por el que siempre está buscandoindicios de autoría en los metadatos.

De hecho, por primera vez en la historia de las revistascientíficas, la edición de junio incluyó un artículo en el queun periodista médico comparte la autoría con un científico."Para su consternación, incluimos a un autor que no quisoaparecer en la lista", señaló Curtiss.

El artículo fue sobre el fármaco Effient (prasugrel) de EliLilly & Co. para prevenir la aterotrombosis y se realizó confondos de la empresa.

La versión publicada del artículo incluye a Sarah Spinler,de la University of the Sciences en Filadelfia, y a CatherineRees, una periodista médica de Adis Communications.

Según la declaración de datos, "Rees realizó la mayoría deltrabajo de recolección de datos y la redacción del borradorinicial y ambos autores compartieron la revisión".

Pero Curtiss dice que Rees no quería ser coautora. Eleditor se negó a revelar cómo se enteró de que Rees habíaparticipado en el escrito y si eso se informó al entregarlo.

Rees, que trabaja en Auckland, Nueva Zelanda, y es miembrode la Asociación de Periodistas Médicos de Australasia,confirmó por teléfono que ella no figuraba inicialmente comoautora del artículo, pero no respondió otras preguntas.

Desafortunadamente, Curtiss dijo que está perdiendo labatalla contra el trabajo fantasma. A veces, los metadatosincluyen sólo la palabra "Autor" o un número.

"Ahora, las personas toman muchos recaudos. Estamosrecibiendo escritos en los que esa información se eliminó apropósito", finalizó el editor.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias