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Las medidas planteadas en el último año

PÚBLICO

Impuesto
Una tasa para recuperar los rescates

Problema

Las masivas inyecciones de capital que los estados tuvieron que hacer a las entidades financieras no estuvieron en todos los casos exentas de un coste para los erarios públicos. El debate sobre si el peso de una crisis financiera catapultada por la avaricia de los banqueros debía recaer exclusivamente sobre el contribuyente saltó a los pocos días de las primeras intervenciones públicas.

Solución

Como fruto de las protestas por el riesgo que asumían los estados en el rescate de los bancos, surgió la idea de crear un sistema de recaudación que cubriera las pérdidas. En Pittsburgh, el G-20 encargó al FMI que estudiara algún tipo de impuesto que cumpliera este requisito. Pronto se extendió la idea de que la nueva tasa se inspirase en la que ideó Tobin sobre los movimientos especulativos de capital.

Realidad

En octubre, el FMI anunció el estudio de esta tasa. La noticia causó un gran revuelo y animó a los dirigentes de varios países a pedir su desarrollo. La UE defendió su aplicación con Gordon Brown como uno de sus principales valedores. La cumbre de junio puede dar su aprobación definitiva y este mismo viernes el FMI apretó a los dirigentes europeos para que dieran el salto a esta tasa para cubrir pérdidas.


Problema

Que los ‘hedge funds’, o fondos de alto riesgo, podían suponer un problema para la economía, ya lo había advertido la canciller alemana Angela Merkel mucho antes de que se desatase la burbuja financiera. Sus estrategias de inversión, basadas precisamente en aprovecharse de las ineficiencias del sistema, habían amplificado las fisuras en los mercados, logrando que unos pocos se lucrasen de la debilidad del resto.

Solución

Durante la resolución de la crisis, quedó patente que había que poner coto a las prácticas abusivas de los ‘hedge fund’ y en general a todas las inversiones de carácter ventajoso. Una de las primeras medidas que se adoptó fue prohibir las ventas al descubierto en EEUU (en las que se operaba sin tener realmente el dinero) y las posiciones cortas en las que se apostaba por la caída en el precio de una acción.

Realidad

La nueva regulación sobre productos financieros está aún a debate, y mientras, los ‘hedge fund’ han hecho de las suyas con ataques especulativos concertados en torno a los países más débiles de la zona del euro. Su ataque a la deuda de Grecia, incluso a la española, ha puesto hace escasas semanas al descubierto el poder que siguen ostentando estos fondos que campan a sus anchas.


Problema

Si la crisis dejó algo al descubierto fue que las entidades financieras no contaban, en muchos casos, con la suficiente fortaleza y solvencia para afrontar los riesgos que asumían. Se acababa de aprobar una normativa mundial (Basilea II) para, supuestamente, adecuar mejor el capital de cada entidad a su nivel de exposición, pero claramente no funcionó. Sino, no hubieran hecho falta las ayudas públicas. 

Solución

La primera idea que se planteó fue limitar el tamaño de las entidades para evitar un nuevo tsunami como el de Lehman Brothers. Después, pensaron que las exigencias de solvencia debían ir en función del tamaño. Y, posteriormente, se fue limando la propuesta para llegar a la conclusión de que lo mejor sería fijar las exigencias de solvencia en función de los riesgos y de lo interconectada que esté una entidad con otras.

Realidad

Los bancos están presionando mucho para que las exigencias se marquen según los riesgos de cada uno porque creen que no es lo mismo la banca comercial que la de inversión. Lo importante, dicen, no es el tamaño, sino a lo que se dediquen. La intención es implementar la nueva normativa a partir de 2013. La banca tiene claro que ha de tener más capital pero se queja de que no sabe cuánto. 


Problema

Conseguir grandes ganancias en una operación genera en los bancos de inversión millonarios bonus para aquellos que han realizado la operación, independientemente de si con ella se corrió el riesgo de acabar de un plumazo con la entidad. En el resto de bancos también se ha premiado durante años los resultados a corto plazo, lo que claramente incitó a la toma de riesgos que luego explotó en la crisis.

Solución

Muchos dirigentes, encabezados por el francés Nicolas Sarkozy, apostaron por imponer un límite a los bonus de los banqueros, pero su postura no fue secundada por potencias como Estados Unidos o China. Se propuso, a cambio, que los incentivos fueran a largo plazo y con castigos para aquellos que causaran pérdidas para la entidad. También se estudió limitarlos con elevados impuestos.

Realidad

Las propuestas del G-20 están por aplicar en las regulaciones nacionales. Muchas entidades han decidido seguir las recomendaciones de pagar los bonus a más largo plazo y en acciones, pero los grandes bancos de inversión han vuelto a pagar miles de millones a sus empleados por beneficios logrados en operaciones especulativas. Reino Unido los ha limitado con impuestos. 


Problema

Las agencias de rating habían sido históricamente las vigilantes del sistema financiero. Los inversores se regían por sus notas para reconocer un negocio como seguro o no. Sin embargo, la crisis estalló con cientos de fondos de inversión en quiebra con las mejores calificaciones y con un banco en bancarrota, Lehman Brothers, que escasos días antes de su cierre aún se recomendaba como apto para inversión.

Solución

La crisis anuló las notas de las calificadoras de crédito y los mercados dejaron de confiar en su principal referencia. De hecho, los dedos acusadores de la mayor parte de los dirigentes políticos y organizaciones se tornaron hacia estas agencias como desencadenantes de la crisis. El G-20 pidió una regulación que les pusiera límite y que expusiera claramente cuáles eran sus criterios de examen y sus responsabilidades.

Realidad

La necesidad de regular las agencias de rating fue una petición unívoca desde el principio. La Unión Europea creará un registro de las agencias, entre otras medidas. Sin embargo, su poder ha vuelto a resurgir y sus calificaciones y advertencias sobre la deuda soberana de Grecia, España, Portugal e Italia ha puesto en jaque a los inversores que siguen creyendo a ciegas en sus veredictos. 


Problema

Los paraísos fiscales no son sólo unos territorios en los que se esconde el dinero que busca escapar de los impuestos (cuando no, el procedente de actividades delictivas). Su laxa regulación, sobre todo en materia financiera, y su opacidad ha favorecido que muchas multinacionales y fondos especulativos (los ‘hedge funds’) tuvieran el terreno libre allí para realizar muchas de las operaciones que están en el origen de la crisis.

Solución

El G-20 encargó a la OCDE, el club de los países más desarrollados, que se ocupara de la estrategia para lograr una mayor cooperación de estos territorios. Se estableció una lista de jurisdicciones que prácticamente no colaboran ni facilitan información sobre los movimientos en sus territorios. Y se llegó a poner sobre la mesa la posibilidad de establecer sanciones a los paraísos incumplidores.

Realidad

Casi la mitad de los paraísos ha salido de la lista de la OCDE de territorios no cooperadores. Les ha bastado con firmar una docena de convenios fiscales con otros países, algunos de ellos amigos o aliados. Eso no significa que la información fluya. Al contrario, la OCDE ha puesto en marcha un proceso, que puede durar un par de años, para analizar el cumplimiento. De sanciones, ya no se habla.


Problema

Los CDS, ‘Credit Defautl Swaps’, son unos instrumentos financieros derivados creados en 1997 que funcionan como seguros para cubrir el riesgo de impago de una inversión. El problema es que se han convertido en uno de los productos más atractivos para los especuladores, que los piden prestados para rentabilizar las diferencias de precio que consiguen tras apostar a la baja normalmente por un país. 

Solución

La Unión Europea ha propuesto que se limite la inversión especulativa de estos productos por el daño que han provocado a las finanzas de los estados. La subida de los CDS repercute en el precio de los intereses que los estados pagan por emitir deuda pública. La intención es crear una cámara de compensación para que las operaciones, hasta ahora ocultas, queden reflejadas en un registro público. 

Realidad

Todos los expertos financieros aseguran que el problema es diferenciar qué inversor compra un CDS para especular y quién lo hace para cubrir el riesgo. La medida de que haya que aportar un activo real para liquidar el CDS y no se pueda liquidar por la diferencia de precio puede distorsionar el mercado. Los especuladores huirían de un mercado cuyo riesgo no cubren y eso sería peor.  

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