Este artículo se publicó hace 15 años.
¿La mejor vista en Río de Janeiro? La cima de una favela
Rolf Glaser conduce su motocicleta por los serpenteantes callejones de la favela de Vidigal, pasa junto a un grupo de narcotraficantes armados y llega hasta el borde de un precipicio junto a algunas casuchas arruinadas.
Un perro le ladra furiosamente desde un tejado cercano.
Este podría ser el próximo centro turístico de Río de Janeiro, asegura seriamente el inversor alemán.
"¿Puedes imaginar sentarte aquí en una terraza con una copa de vino?", evoca, señalando el radiante Océano Atlántico que llena la vista en un caluroso día de verano.
"¿Crees que podrías perderte de algo desde aquí?", pregunta.
Glaser admite que muchos brasileños piensan que él está olvidando algo al planear convertir una de las cientos de favelas de Río en un centro turístico alternativo para la ciudad: la mención de estos barrios es a menudo sinónimo de violencia, narcotráfico y pobreza.
Los residentes de las favelas, que en su mayoría limpian y ordenan las casas de los ricos, a menudo son asociados con la criminalidad sólo por el lugar en el que viven, barrios frecuentemente controlados por pandillas de narcotraficantes armados hasta los dientes.
Pero Glaser pertenece al pequeño grupo de avezados inversores que acude donde la mayoría de los residentes de Río no se atreven, encargándose de turistas que quieren ver lo "real" de la ciudad, más allá del distrito playero de Copacabana y las visitas a la estatua del Cristo Redentor.
El empresario de 52 años, que amasó fortuna con el intercambio de divisas, planea construir unas 10 villas sobre la cima de la favela de Vidigal, donde los turistas podrán saborear el lujo y al mismo tiempo observar la cotidianidad de la barriada.
Y además está la magnífica vista.
En una ciudad famosa por la deslumbrante belleza de sus playas y montañas boscosas, Vidigal, situada en lo alto de la empobrecida zona costera, tiene una vista panorámica que enloquecería a los agentes de bienes inmuebles.
De hecho, el tema ya preocupa a Glaser, que teme que una futura inversión de unos 500.000 dólares pueda causar especulación inmobiliaria, forzando a los residentes a vender sus casas y mudarse a otras favelas.
TEMOR DE BRASILEÑOS, FASCINACION EXTRANJERA
De todos modos, las favelas siguen estando en su mayoría lejos de los límites de los compradores brasileños, dejando despejado el camino para los extranjeros que las encuentran cada vez más fascinantes.
"La ciudad no acepta las favelas, hay una separación enorme, en la que se las olvida e ignora", dijo Dulce Pandolfi, un historiador de la Fundación Getulio Vargas, que expresó la preocupación de que Glaser pueda provocar "falsas ilusiones" entre los residentes de Vidigal.
"Esa podría ser la razón por la que un brasileño, incluso con recursos y capital, no está interesado en invertir ahí", afirmó.
Las películas que documentan las masacres diarias en las favelas como "Ciudad de Dios" se han convertido en éxitos internacionales y las visitas a estos barrios han tenido un controvertido crecimiento dentro de la industria turística de Río.
Algunos extranjeros se han mudado a favelas menos empobrecidas y violentas como Rocinha, que no está muy lejos de Vidigal.
Bob Nadkarni, un inglés que ha vivido mucho tiempo en Río de Janeiro, creó esta moda al construir "The Maze", un extenso hotel y bar que atrae a cineastas y a una multitud internacional durante sus noches anuales de jazz, sobre el barrio pobre de Tavares Bastos .
Pero el barrio cuenta con una gran ventaja en términos de seguridad: la presencia de una estación de policía de elite que mantiene lejos a las pandillas de narcotraficantes. La mayoría de las otras favelas, incluyendo Vidigal, sólo son visitadas por la policía durante las veloces y violentas redadas.
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