Este artículo se publicó hace 16 años.
Merkel dice que la economía mundial está ante la máxima prueba desde los años veinte
La canciller alemana, Angela Merkel, dijo hoy que la economía mundial se encuentra ante "su máxima prueba desde la década de los años veinte" y por ello pidió en el Parlamento el respaldo de los diputados al paquete de rescate bancario aprobado por su Gobierno en coordinación con otros países.
En un discurso ante el Bundestag con motivo de la primera lectura de esta ley financiera excepcional, que previsiblemente se aprobará el viernes, Merkel advirtió de que, aunque los mercados han respondido bien a la acción internacional, "el peligro todavía no ha pasado".
La dirigente cristianodemócrata defendió la decisión de su Gobierno de intervenir en la crisis y subrayó que, "ante los excesos vividos en los mercados era necesario que el Estado, como guardián del orden, asumiera el control".
Recordó los puntos esenciales del programa: avales públicos por valor de 400.000 millones de euros para incentivar los créditos interbancarios y la compra de paquetes accionariales de la banca privada por un total de 80.000 millones de euros para reforzar el capital de los institutos.
En el fondo extraordinario o presupuesto paralelo previsto para gestionar este dinero fluirán los citados 80.000 millones de euros, además de otros 20.000 millones que el Estado se reserva para el caso de que parte de los avales tengan que aplicarse, lo que Merkel calificó ya el lunes de improbable.
Con todo, se trata de 100.000 millones de euros, "cantidades inconmensurables", según Merkel, que "son necesarias para asegurar la economía y al ciudadano y no los intereses de la banca".
"No habrá prestaciones sin contraprestaciones", subrayó la canciller, quien insistió en que los bancos en los que intervenga el Estado deberán cumplir una serie de reglas, como, por ejemplo, limitar los salarios de sus ejecutivos.
La canciller reafirmó que además de este primer pilar de "un nuevo orden financiero", será necesario un segundo, a escala internacional, cuyo cometido deberá ser reformar las reglas internacionales de los mercados.
En este segundo bloque de reformas será necesario mejorar la transparencia de las agencias de rating, que evalúan los productos financieros, y dotar al Fondo Monetario Internacional de poder supervisor.
Merkel anunció la creación de una comisión de expertos que desarrollará propuestas para el previsto encuentro entre el G8 (los ocho países más industrializados) con los países emergentes, todavía en este año.
Informó de que el grupo estará presidido por el ex-presidente del Bundesbank Hans Tietmeyer, anuncio que desencadenó protestas entre los bancos de la oposición, por tratarse de un exponente de las corrientes monetaristas y la libertad de los mercados.
"Es el peor asesor que podía haber elegido", indicó en su intervención el líder del opositor partido de La Izquierda y ex-ministro de Finanzas socialdemócrata Oskar Lafontaine.
El dirigente de izquierda recordó que en 2006, Tietmeyer afirmó en la cumbre económica de Davos que los políticos habían permitido caer bajo el control de los mercados financieros.
"El problema de todo esto es que a Tietmeyer le parecía bien que así fuese", sostuvo Lafontaine, quien en su intervención pidió reformas mucho más radicales para evitar una repetición de la crisis, como, por ejemplo, un nuevo sistema fijo de tipos de cambio para acabar con la especulación, o la regulación de los mercados de capital internacionales.
Además, añadió, mientras Estados Unidos se cierre en banda a la eliminación de los paraísos fiscales no habrá solución duradera.
El actual ministro de Finanzas, Peer Steinbrück, justificó el cambio de rumbo llevado a cabo por el Gobierno y por él mismo en tan solo unas semanas -entre otros, pasó de rechazar categóricamente a aprobar una nacionalización parcial de la banca- y aseguró que la crisis se ha desarrollado de forma inesperada.
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