Este artículo se publicó hace 13 años.
Dos meses para disfrutar de "El Descendimiento" de Caravaggio en el Prado
Durante dos meses y por primera vez en España el cuadro de "El descendimiento", una de las obras maestras de Caravaggio, podrá ser contemplada en el Museo del Prado, cedida por los Museos Vaticanos con motivo de la próxima visita a Madrid del Papa Benedicto XVI.
El arzobispado de Madrid, el Nuncio de Su Santidad en España y el Museo del Prado han participado en las gestiones realizadas para para conseguir el préstamo de esta obra excepcional, realizada entre 1602 y 1604, por el maestro del claroscuro, que ha contado con el patrocinio de la Fundación Amigos del Museo del Prado dentro del programa "La Obra Invitada".
Además, "El Descendimiento" forma parte del recorrido temático "La Palabra hecha imagen. Pinturas de Cristo en el Museo del Prado" diseñado por el subdirector del museo, Gabriele Finaldi, con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
El director del Prado, Miguel Zugaza, el presidente del Patronato del Museo, Plácido Arango, el Cardenal Arzobispo de Madrid, Monseñor Antonio María Rouco Varela, y la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde han asistido hoy a la presentación de la obra.
Presidiendo la sala 4 del museo, y junto a "David vencedor de Goliat" la única pintura del genio del barroco que posee el Museo del Prado, "El Descendimiento" muestra la emoción extrema pero contenida de sus personajes.
La obra se encuentra, en opinión del jefe de conservación de pintura italiana Andrés Úbeda, a medio camino entre otros temas "en parte como una Piedad o en el momento previo a un entierro sin serlo".
La figura de Nicodemo, que mira de frente, introduce al espectador en una composición compacta integrada por un grupo de personajes recortado sobre un fondo oscuro y construido conforme a una línea diagonal que, desde el ángulo inferior izquierdo, alcanza el lado opuesto de la tela.
En el óleo sobre lienzo de 306 x 214 cm., Nicodemo ayuda a San Juan a colocar en la losa a Cristo, cuya mano apenas roza la losa donde debía ser lavado, ungido y perfumado. "Caravaggio nunca hace nada de forma casual y con este gesto está aludiendo a Cristo como piedra angular de la Iglesia".
En la parte alta de la pintura, la Virgen, María Magdalena y María de Cleofás "presentan un catálogo completo de actitudes ante la muerte y el dolor", añadió Úbeda.
La serena actitud y solemne mirada de la Virgen junto a María Magdalena, que enjuga sus lágrimas, se sitúan frente a la actitud más expresiva de María de Cleofás, que levanta sus brazos al cielo.
Pintor complejo y controvertido, exigente con las personas que miran sus pinturas, en el momento en que realizó esta obra Caravaggio se encontraba en la fase más productiva de su carrera. Varios de sus cuadros fueron rechazados por sus clientes que consideraban escandalosa la manera como trataba los temas religiosos.
"Sorprendentemente no hubo criticas a El Descendimiento. Sus contemporáneos vieron en ella una de las obras más importantes del pintor italiano, comentó Andrés Úbeda.
Este extraordinario préstamo forma parte del recorrido temático "La Palabra hecha imagen. Pinturas de Cristo en el Museo del Prado", formado por un total de catorce obras maestras y que tendrá una gran repercusión durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, en opinión de Monseñor Rouco Varela.
El Arzobispo de Madrid comentó que decenas de miles de jóvenes del mundo disfrutarán no solo de la belleza histórica de estos cuadros sino de una profunda experiencia de fe, de conocimiento de España y de Caravaggio.
La creación artística "es un modo de vida particular" en el que los que se afanan en ella pueden haber sido vistos en su época como inadaptados, rebeldes o marginados sociales. Sin embargo, al cabo del tiempo "se les venera, se les rinde devoción y se hace todo tipo de alabanzas a su genio, a su espíritu crítico y a su capacidad de discernimiento, afirmó durante su intervención la ministra de Cultura.
En sus palabras, Ángeles González-Sinde definió a Caravaggio como "un criminal perseguido por la ley, homosexual, disoluto y camorrista. No respetó ninguna de las convenciones de su época ni fue dócil con el poder. No respetó tampoco las convenciones del arte, que transformó completamente para ser olvidado nada más morir y recuperado sólo mucho tiempo después".
Y sin embargo, "hoy celebramos todos su pintura como la de uno de los grandes de la Historia del Arte y no tenemos duda de que esa brutalidad naturalista de sus cuadros, sacada de la vida real, irreverente entonces, es uno de sus mayores logros expresivos".
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