Este artículo se publicó hace 16 años.
El mexicano Juan Villoro explora la oralidad del idioma en "Los culpables"
El escritor mexicano Juan Villoro no pretende reflejar el habla coloquial en "Los culpables", sino explorar la oralidad del idioma por medio de los narradores de los seis cuentos y una "nouvelle" que forman su nuevo libro.
Este intento de experimentación, junto al hecho de que todos los relatos estén escritos en primera persona, son algunos de los elementos que cohesionan a "Los culpables "(Anagrama), que Villoro ha presentado hoy en Barcelona.
El autor mexicano entiende que un volumen de cuentos no puede ser un cajón de sastre de narraciones inconexas, sino que tiene que tener una mínima urdimbre que permita al lector encontrarse cómodo en el discurso narrativo del autor.
Ninguno de los siete narradores de los textos de "Los culpables" son escritores profesionales e incluso, asegura Villoro, se "sorprenden" de que están contando una historia.
El autor de "El disparo de argón" ha desvelado que uno de los caminos que le llevó a "Los culpables" fue su afición a oír a la gente: "Me gusta escuchar a la gente cuando cuenta relatos sin saber que lo está haciendo, pero en realidad son historias que tienen su argumento, su nudo y su desenlace".
Este contador de historias ocasional, que el escritor oye en cualquier lugar, lo ha transformado Villoro en su libro en unos "narradores accidentales que, aunque son inventados, logran expresar, a pesar de su torpeza, incluso una poética".
Villoro presenta una abanico de narradores accidentales que van desde un mariachi a un limpiador de ventanas de edificios, pasando por un ejecutivo o un vendedor de iguanas en una carretera perdida de México.
La disparidad de profesiones y de funciones de estos narradores dan la riqueza de la variedad de mundos a estos "culpables", pero también remiten al propio universo del escritor y de su obra.
Su pasión por el fútbol, reflejada en las crónicas que recogió en su libro "Dios es redondo", aparece claramente en el cuento "El silbido", en el que el narrador es un futbolista que está a punto de retirarse, mientras que uno de sus referentes literarios, Kerouac y su obra "En el camino", están presentes en el relato sobre el vendedor de iguanas de "El crepúsculo maya".
La importancia de la carretera en México, como en la novela de Keroauc, la explica Villoro por el hecho de que "tenemos una mala red de ferrocarril y el avión es muy caro, de ahí que los mexicanos usemos tanto la carretera para desplazarnos por el país".
¿De qué son culpables "Los culpables"? Villoro cree que del uso de la palabra, de expresar lo que piensan o sienten.
Villoro analiza esta situación como totalmente contraria al culpable -católico- de haber cometido un pecado que se siente liberado con la confesión.
Sus "culpables" son gente que necesita justificar o arreglar un conflicto" y por eso ofrecen "un pliego de descargo, pero al final cuentan algo que no querían decir".
"Si en el catolicismo -ha indicado el autor- la confesión lleva a la redención espiritual, en la literatura, cuando decimos algo nos vemos condenados a las consecuencias de lo que hemos dicho. A veces decimos algo que no queremos decir, pero nos llevan los mecanismos de la narración, y estos narradores dicen algo que les hace quedar en un lugar incómodo".
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