Este artículo se publicó hace 15 años.
"Míchel me conoce desde niño y sabe que necesito libertad"
Parejo. La batutadel Getafe. El equipo acabó el domingo, tras la primera jornada, en lo alto de la tabla y al frente de la exhibición, el canterano del Madrid al que un día Di Stéfano colmó de elogios
Aprendió a jugar al fútbol en un parque de Coslada sin ninguna comodidad. Las porterías eran dos árboles y los sueños parecían tan lejanos que no tenían permiso. Hoy, Parejo tiene 20 años y ya no puede chocar contra una farola jugando al fútbol. El domingo capitaneó al Getafe en Santander, un estilo en el que el talento se sintió libre para pensar y desear mejores cosas. "Ha sido de notable o sobresaliente", reconoce Parejo que, desde antes de cumplir los 18, arrastra el enigma del futbolista mediático. La culpa la tuvo Di Stéfano, que le designó para figura cuando iba a verle jugar a Valdebebas. Desde entonces, el tiempo ha corrido deprisa y nunca se había detenido en Parejo. Así fue hasta el pasado domingo, en el que Míchel, el entrenador, le pidió que jugase como en el barrio. Y fue verdad. Hubo momentos en los que Parejo confundió la hierba de El Sardinero, en la que lucía el sol, con un parque de Coslada. Y él es un futbolista de sol. Se ríe, pero sabe mejor que nadie que la historia acaba de empezar. Y ahora sí parece la buena. "Al menos, me he ganado el derecho a dormir como un niño pequeño", acepta.
El Sardinero, que no puede ver una camiseta del Getafe ni en pintura, le ovacionó al ser sustituido. ¿Qué pasa?
Hablamos de un público entendido. Con gente así, uno no puede llevarse mal; otra cosa es lo que pasó hace unos años con aquel gol de Casquero, quizá sea la única pega.
¿Ha llegado la hora de decir aquí estoy yo?
No sé. Primero, prefiero pensar en lo que he hecho. Anoche tuve un viaje por carretera hasta Oviedo, para concentrarme con la sub 21, que me ayudó a pensar. Y después ya iremos viendo. Hay tiempo de sobra.
¿Qué aprende de Míchel?
El valor que le echa a la vida, la franqueza con la que me encaró el primer día que yo llegué al Getafe. Entonces me llamó y me lo dijo bien claro: "Trabaja, porque yo no te voy a regalar nada". Es lo que uno necesita para motivarse. Después me recordó el estilo a seguir y me entusiasmó, porque coincide plenamente con el mío. Míchel me conoce casi desde que era niño y sabe que necesito libertad en el césped.
En realidad, la libertad es como un tesoro.
Para mí, sí, desde luego. Me ayuda a sentirme más a gusto, a pensar más rápido, pero eso no quiere decir que desatienda a mis compañeros, porque sé que en un equipo hay que ayudarse todos. Es algo que aprendí de niño. Por eso ante el Racing, cuando me sentí cansado, preferí pedir el cambio a seguir en el césped. Son cosas que ni las pienso. Necesito hacerlas por respeto a mis compañeros.
Quizá si en el Madrid le hubiesen dado tanta libertad, ahora no estaría en el Getafe.
No sé. En el Madrid no tuve la oportunidad. Yo volví el año pasado del Queens Park Rangers con una idea que no se cumplió, pero la vida son etapas. Eso fue lo que pasó ayer.
El temor que tenía Di Stéfano con usted es que se lo creyera: "Es un fenómeno, pero no quiero darle demasiada bola".
Pero yo no me lo creo, por favor. Otra cosa es que agradezca cualquier cosa que Di Stéfano pueda decir de mí
¿Y si ha visto lo de Santander y le preguntan?
Él sabe lo que decir. Yo sólo le escucho y le agradezco.
¿La victoria fue el paraíso?
Sí, porque jugamos bien y ganamos. Como me gusta decir a mí, me gané el derecho a dormir como un niño pequeño, pero ese derecho en el fútbol está muy condicionado por los resultados.
¿En qué le ha mejorado tanta mudanza? Tres equipos (QPR, Madrid y Getafe) en un año.
Lo que te curte es la edad. Y aunque a los 20 años no puedo pensar como un veterano, creo que ya sé que lo primero es el respeto al compañero. En todas partes ha sido así, incluso cuando era un chaval en los equipos menores del Madrid. No hay nada como el buen ambiente. A mí me gusta entrar en un vestuario y bromear con el compañero, porque eso luego beneficia en el campo. Pero también sé que esto es mucho más fácil si se gana que si se pierde.
Lo que separa la derrota lo une la victoria.
Eso lo aprendes rápido. De ahí lo importante que es empezar bien con un partido de notable o casi sobresaliente, porque lo de El Sardinero ha sido importante... Yo recuerdo que el año pasado empecé bien en el Queens Park Rangers. Pero, desde luego, no llegó a tanto.
Hay veces que los sueños se realizan pronto.
Tampoco soy de mucho soñar. Al contrario. Creo que soy más bien sencillo, nada de rituales ni de manías.
Cuesta imaginar a un futbolista de barrio sin sueños.
Mi sueño es estar contento, sentirme en el césped como en el parque de Coslada, ver a mis padres, que viajaron a verme hasta Santander, que estuvieron conmigo en Londres, que están siempre a mi lado O llegar al vestuario después del partido, coger el móvil y ver que tienes no sé cuantos mensajes de amigos tuyos que te felicitan. Mi sueño está ahí, porque eso es lo que no tiene precio.
El chaval que juega al esconditeEl domingo, Mandía advirtió a sus defensas acerca de Parejo, al que entrenó en el Castilla. Sabía de su capacidad para desnivelar los partidos. “Hay que tener cuidado con él, porque ve mucho el pase en corto y en largo”. Quizá le escucharon, pero en el césped fueron incapaces de advertirlo.
A Crespo le hizo hasta una bicicleta en el vértice izquierdo del área en el tercer gol. Algo que Míchel imaginaba, al menos en sus mejores sueños, porque “Parejo es un chico que aprende rápido los escondites del fútbol”. Por eso le pidió este verano para el Getafe. Sabía lo que iba a encontrar, porque también coincidió con él en su pasado madridista. La diferencia es que Parejo entonces era un niño. Ahora es un hombre. Pero da igual. El talento no distingue de edades.
“Los buenos futbolistas tienen una ventaja respecto a los demás”, señaló Míchel el domingo. “Necesitan menos tiempo de adaptación”. Por eso Parejo ha brillado tan rápido en el Getafe. “Es inteligente y ha comprendido que aquí se juega rápido, y que hay que pensar en el colectivo”. El resultado no se hizo esperar. Ahí está lo que le facilitó la vida a Soldado, el autor del ‘hat trick’, el primero del nuevo curso.
“La gente que juega por detrás mía es de una calidad inmensa”, afirmó el delantero que, como Parejo, se formó en las divisiones inferiores del Madrid. Entonces no llegaron a coincidir debido a la diferencia de edad. Sin embargo, en 90 minutos de Liga se han solidarizado rápido. “Lo importante es seguir atacando con tanta gente”, insiste Soldado. La coincidencia es general. Eso les hará mejores a todos. No sólo a Parejo. No sólo a Soldado. Y Míchel lo sabe. Y ahora sólo falta saber donde está el límite.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.