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Miguel Catalán asegura que "la mayoría sana tiende a culpar al enfermo por su enfermedad y a la víctima por su dolor"

EFE

El profesor de Ética de la Comunicación de la Universidad Cardenal Herrara-CEU Miguel Catalán afirma que la mayor parte de los secretos de las personas "se basa en el deseo de esconder aspectos desacreditables de su persona, tanto físicos como morales".

Según destaca Catalán en su libro "Anatomía del secreto", que acaba de salir a la calle publicado por el Taller de Mario Muchnik, entre estos secretos están "los deseos sexuales, agresivos y de autoglorificación, pero también otros rasgos menos transitorios como la fealdad o la enfermedad".

En el caso de la fealdad, afirma el profesor Catalán que quien intenta ocultar aquel aspecto propio que la mayoría desaprueba "tiene buenos motivos para hacerlo".

A partir de recientes estudios empíricos, Catalán afirma en su trabajo que el principal factor de discriminación laboral lo constituye el aspecto físico.

"Las personas poco agraciadas obtienen en general trabajos peor remunerados que los guapos; las mujeres feas son rechazadas por su aspecto físico tanto en trabajos donde la belleza es rentable como en aquellos otros donde no afecta a la cuenta de resultados", añade en el libro.

Según Catalán, "las personas poco agraciadas raramente obtienen empleos cara al público por una razón de cálculo mercantil: la ingratitud de su aspecto retrae las alegrías de bolsillo del potencial comprador".

"Esa diferencia repercute también en los empleados ya admitidos: una muestra de 7.000 trabajadores arrojó el resultado de que los feos cobran en sus empleos una media de un 10 por ciento menos que los guapos, con relativa independencia del tipo de empleo -afirma-. En otras palabras, los feos venden menos".

Según otro estudio reciente, afirma Catalán, "los abogados guapos obtienen tras cinco años de prácticas más trabajos que sus compañeros de Facultad menos agraciados, los abogados en el sector privado son en general más guapos que los del público, y, por último, la probabilidad de obtener un caso por parte de los abogados varones aumenta con su belleza".

"Tampoco la enseñanza se escapa de esta discriminación oculta. Pondrá los pelos de punta a los enseñantes saber que los alumnos universitarios, en sus evaluaciones anuales de los profesores, también tienden a puntuar mejor a los profesores guapos que a los feos", indica el investigador en su estudio.

En declaraciones a EFE, el profesor Miguel Catalán señala que los enfermos de ciertas dolencias graves o crónicas "tienden a ocultar la enfermedad durante sus primeras fases, debido al descrédito que suponen".

"A fin de deshacerse de las minorías incómodas, la mayoría sana tiende a culpar al enfermo por su enfermedad y a la víctima por su dolor", señala el ensayista.

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