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Los misterios de Teotihuacan se encaran con Frida Kahlo en Berlín

EFE

Los misterios y hallazgos arqueológicos de Teotihuacan dieron hoy la réplica histórica en el museo Martin Gropius Bau a la exposición dedicada a Frida Kahlo, junto con la que conforma la ambiciosa apuesta de Berlín por el arte mexicano en un año de aniversarios.

"Teotihuacan - La misteriosa ciudad mexicana de las pirámides" mostrará a partir de mañana y hasta el 10 de octubre, tesoros rescatados de las ruinas de la milenaria ciudad-estado (siglo I a.C. a siglo VII d.C.) bautizada por los aztecas siglos después como "el lugar donde los hombres se convierten en dioses".

"Teotihuacan es nuestra Grecia y nuestra Roma, la base de la cultura mexicana", explicó a Efe el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, Alfonso de María y Campos.

Las cerca de 450 piezas de la muestra arqueológica llegan a Berlín dentro de la primera gira europea de la exhibición, tras recalar en museos de Zúrich (Suiza) y de París y se exponen paralelamente a la retrospectiva que el museo Martin Gropius Bau dedica a Frida Kahlo hasta el 9 de agosto.

Teotihuacan y Kahlo ejercerán este verano como máximos exponentes de la cultura mexicana en la particular conmemoración berlinesa del bicentenario de la independencia mexicana y del centenario de su revolución.

Según explicó hoy el director del museo, Gereon Sievernich, desde el pasado 30 de abril han visitado la muestra de Kahlo más de 150.000 personas, con las consiguientes colas matutinas a las puertas del Martin Gropius Bau.

Sievernich destacó asimismo lo "extraordinario" de los hallazgos descubiertos en Teotihuacan una mega-urbe clásica que en su máximo apogeo llegó a albergar entre 160.000 y 200.000 habitantes.

"Creo que no hubo ninguna otra ciudad en el mundo, ni siquiera en China, que albergara entonces tanta población", afirmó Sievernich quien destacó los "enigmas" que aún encierra esa civilización, 1.400 años después, dado que no dejaron testimonios escritos.

La Pirámide de la Luna, en el norte, y la Pirámide del Sol, en el sur -unidas a su vez por la Avenida de los Muertos- marcaban las coordenadas geográficas de una ciudad "planeada astronómicamente" de acuerdo a principios religiosos y cuyas deidades heredaron civilizaciones mexicanas posteriores, indicó De María y Campos.

La ciudad-estado, más comercial que militar, nació en un entorno "idílico" en una zona cavernosa, entre bosques, junto a ríos y lagos y a minas de sílex y obsidiana y llegó a ocupar una superficie de 22 kilómetros cuadrados, indicó el director del INAH.

Según apuntó, Teotihuacan, que se convirtió siglos después en "lugar de peregrinaje" para civilizaciones posteriores, se erigió a modo de "estado religioso ilustrado" que, según la hipótesis mayoritaria, pereció por motivos "autárquicos más que externos".

La rigidez de su división estamental -los barrios dividían a los habitantes por oficios o por lugar de procedencia- y su numerosa población se volvieron un rasgo de "fragilidad en etapas de escasez".

Los hallazgos descubiertos en las ruinas de Teotihuacan, a unos 50 kilómetros de la capital mexicana, apuntan a que la civilización desapareció por alguna suerte de "conflicto social" derivado de que había llegado "al límite de su autosuficiencia", indicó.

El director del INAH señaló que tras su paso por Berlín la muestra viajará a Roma y a Copenhague. "La idea es que con una exposición se dé cuenta de una civilización entera, que es el origen de nuestros dioses, que es poco conocida por sus objetos, pero sí por sus pirámides", agregó.

Miniaturas humanas, esculturas de animales fantásticos, coloridos murales y figuras mitológicas como el jaguar y la serpiente, en cerámica o piedra, evocan en Berlín el esplendor de una civilización perdida, la primera en adorar a dioses como Quetzalcoatl, Tlaloc y Huehueteotl.

Obeliscos de casi dos metros de alto, lujosos adornos, fascinantes máscaras recubiertas de turquesas, esculturas de divinidades y numerosas vasijas -entre ellas una que refleja con minuciosidad la anatomía de un gallo- sumergen al visitante en las remotas raíces de México, que este año está de celebración.

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