Este artículo se publicó hace 14 años.
La mitad de amas de casa que cuidan a dependientes toman la ayuda como salario
Más de la mitad de los familiares de personas dependientes adopta como salario las ayudas económicas derivadas de la Ley de Dependencia, aprovechando la disponibilidad de la última generación de amas de casa y en un momento de crisis económica, según un informe de la Fundación La Caixa.
El estudio, dirigido por la profesora Constanza Tobío, alerta del agotamiento del actual modelo de cuidado tradicional, por el aumento de la esperanza de vida y la incorporación de la mujer al mercado laboral "que amortiza su vida activa hasta la jubilación", lo que ha provocado que, en los últimos 20 años, el número de amas de casa a tiempo completo se haya reducido a casi la mitad.
Pese a su incorporación laboral, las mujeres siguen soportando el peso de las obligaciones familiares, tanto con los menores como con las personas mayores dependientes.
El perfil del cuidador de dependiente es una mujer (en el 83 por ciento de los casos), con una edad media de 55 años, casada, con estudios primarios, sin ocupación remunerada y en un 40 por ciento hija del afectado.
"Cuando no hay más remedio, porque no hay mujer en la familia para hacerlo, se produce la incorporación, aún lenta, de los hombres en el cuidado de los mayores", explica la socióloga, que reconoce que la situación de crisis económica también ha contribuido.
El informe, de la Colección Estudios Sociales, detalla que cuando la persona mayor es mujer, la cuidan mayoritariamente las hijas (el 44 por ciento), mientras que cuando la persona dependiente es hombre, lo hacen sus esposas (el 41 por ciento).
Según los últimos datos del IMSERSO, a 1 de febrero de 2010, de las 505.098 personas beneficiadas con prestaciones, 291.664 fueron de cuidados familiares.
"La figura de cuidador familiar es insostenible a medio plazo", explica la directora del estudio, que añade que "todo parece indicar que las primeras generaciones de mujeres trabajadoras no reproducirán ese papel de cuidador que hoy realiza la última generación de amas de casa".
El informe alerta de que el 85 por ciento de los cuidadores sufre consecuencias negativas (lo que denomina síndrome del cuidador quemado), sobre todo, problemas de salud física y psíquica y la alteración de la vida social y laboral.
"Es necesario cuidar al cuidador y eso corresponde a la actual etapa de transición", en la que propone que debe conducir a un nuevo modelo "en el que el Estado asuma un importante papel en la provisión de cuidados y que estos sean desempeñados por agentes profesionales".
El estudio señala que el traspaso de un sistema a otro no se está llevando a cabo con todos los recursos necesarios y expone que está dificultando la consolidación de ese nuevo modelo la distribución desigual de recursos entre distintos territorios, la falta de coordinación en las políticas sociales, la ausencia de una red de servicios articulada y las dificultades de conciliación laboral y familiar.
Respecto al cuidado de los menores, destaca algunos cambios en la intervención de los hombres, como el hecho de que tres de cada cuatro se toman el permiso de paternidad, aunque recuerda que las mujeres siguen aportando cuatro veces más que los hombres a cuidar a sus hijos, incluso los fines de semana (tres veces más las mujeres).
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