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Molina Foix lamenta que en nuestra cultura no se pueda "vivir del cuento"

EFE

El escritor español Vicente Molina Foix afirmó hoy en Miami que la salud del libro de cuentos es buena, pero lamentó que en el mundo hispánico no haya alcanzado un "rango equiparable" al de la novela, por lo que, ironizó, "vivir del cuento no es posible".

Molina Foix ha acudido a la Feria Internacional del Libro de Miami con su segundo libro de relatos, "El hombre que vendió su propia cama" (Anagrama), bajo el brazo y feliz de regresar a esta ciudad que conoció hace ya bastantes años en compañía del escritor y guionista cubano Guillermo Cabrera Infante (1929-2005).

El escritor, que mantendrá este domingo un diálogo con el argentino Alan Pauls, la mexicana Margo Glantz y los españoles Agustín Fernández Mallo y Espido Freire, precisó a Efe que, aún cuando el cuento está hoy mejor valorado en la cultura hispánica, su repercusión sigue siendo minoritaria.

"En nuestra cultura, el cuento no tiene la misma valoración que en la cultura anglosajona", y, de hecho, un escritor como el estadounidense Raymond Carver (1938-1988) "habría sido un autor minoritario en España", apuntó Molina Foix (Elche, 1946), que residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres.

Precisamente los nueve cuentos que integran "El hombre que vendió su propia cama" son un homenaje en toda regla a uno de sus escritores favoritos, el estadounidense Henry James (1843-1916), un autor que logró vivir y bien de los cuentos que publicaba en las revistas de la época.

El autor de "El abrecartas" (Premio Nacional de Literatura 2007) comentó que para la escritura de su último libro se sumergió en la lectura de las obras completas de James, doce volúmenes en inglés, durante quince meses.

Escritor alejado del preciosismo literario, de humor fino y prosa elegante, Molina Foix no esconde sus preferencias por los escritores con capacidad de invención y una mirada propia, "incluso hacia el mundo más trillado", hasta construir "algo distinto", como es el caso de la canadiense Alice Munro.

"Me gusta el escritor que utiliza el molde de la palabra para crear nuevos mundos, aquellos autores cuyo estilo es inconfundible", una concepción de la fabulación que sintetizó en la expresión de "una literatura que está muy escrita".

Aclaró que esta aparente tautología le lleva a rechazar un tipo de novelas de gran éxito hoy en día, esas "cosas ligeras, rápidas, cinematográficas", calificó, sobre todo estas últimas, que han devenido en lugar común aplicado a la literatura.

"Soy cinéfilo, pero no me gusta nada la literatura cinematográfica", una afirmación que puede resultar a algunos chocante viniendo de alguien que como Molina Foix ha dirigido dos películas, "Sagitario" (2001) y "El dios de madera" (2009).

Y lo reiteró de forma tajante: "Huyo como de la peste de las películas con connotaciones literarias y de la literatura cinematográfica".

Prefiere definirse como un "escritor que ha hecho dos películas", antes que como cineasta, y reconoce que hoy escribe con más dificultad que cuando tenía 20 años, aunque con más oficio, quizá, dijo, "porque soy más responsable".

Hombre metódico y de ritos, confiesa que cuando escribe por la tarde, "que suele ser siempre", se sirve una whisky de malta con un par de hielos o una ginebra Beefeater con tónica.

"Pero uno solo, porque si no empiezo a escribir tonterías", dijo con humor, y apuntó también su predilección por los vinos blancos, los albariños, verdejo y, especialmente, los procedentes del Rhin, con un punto de aguja.

Pero si algo le produce una cierta frustración es tener que renunciar a un "rito fundamental" que celebra todas las noches de su vida después de cenar: tomarse un aguardiente blanco, una grappa o uno de pera Williams.

Por eso, ante la duda de si en Estados Unidos se pueden adquirir estos destilados con facilidad, prefiere viajar con su "kit" de botellas en miniatura de aguardiente.

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