Este artículo se publicó hace 15 años.
Montilla advierte al TC de que nada frenará el autogobierno
Pujol y Maragall suben el tono y exigen respeto al Estatut y a la dignidad catalana
Optimismo y firmeza ante la adversidad. Estas son, en síntesis, las ideas fuerza que quiso transmitir ayer a los catalanes el president, José Montilla, en su discurso televisado con motivo de la Diada Nacional. Optimismo ante una crisis que no escampa y firmeza ante la espada de Damocles que, en forma de sentencia del Tribunal Constitucional,pende sobre el Estatut, piedra angular del autogobierno refrendado por los catalanes.
El president centró su discurso en la crisis pero no soslayó el TC que, con el debate autodeterminista excitado por la polémica judicial y política en torno a la consulta del domingo en Arenys de Munt,monopolizará la Diada. Así ocurrió ya ayer en su primer acto institucional, la sobria y austera recepción del Parlament. Allí, además de Montilla, tuvieron protagonismo sus predecesores, Jordi Pujol y Pasqual Maragall.
Institución en entredichoMontilla se refirió ante las cámaras al Alto Tribunal, denostado por la clase política catalana y que prepara una sentencia ante la que ha cundido el pesimismo. Lo hizo para advertir que, en cualquier caso, "nada impedirá que los catalanes convirtamos en hechos nuestra voluntad de autogobierno". El president se mostró consciente de que el despliegue "íntegro" del Estatut seguirá "chocando" con "resistencias e incomprensiones" de diversa índole. No sólo las de los magistrados del TC.
Montilla se comprometió a estar "al frente de la respuesta institucional"
La respuesta que la sociedad y la clase política catalana (y el Govern en particular) deben dar a nivel institucional y de calle a una sentencia adversa ha copado el debate político del verano. Montilla aseguró estar "preparado" para afrontar "como es necesario" los retos "difíciles" del autogobierno. En esta línea se comprometió a estar "al frente de la respuesta institucional", asumiendo un "liderazgo" que el país le reclama y sus adversarios echan en falta.
En el Parlament, Montilla transitó por la misma senda que en televisión al comprometerse a desplegar el Estatut "en toda su amplitud". Pujol y Maragall, que le precedieron en el atril, no sólo no se quedaron atrás sino que, como era de esperar, le desbordaron.
"Ya no será lo mismo"Sobre todo Maragall, que con el primer tripartito impulsó el Estatut amenazado. Aseguró que, si se recorta, será necesario que se vuelva a someter a referéndum. "Porque por poco que lo toquen ya no es lo mismo", zanjó.
Lamentó que, desde Francesc Macià a quien la Cámara catalana homenajeaba ayer,todos los presidentes de laGeneralitat hayan encontrado "negativas en Madrid" tras dar unos pasos que "nunca acaban" por bien dados que estén y legales que sean.
"Debemos dar una respuesta clara para evitar que nuestra dignidad sea burlada y anulada"
Pujol fue más etéreo pero puso la carga discursiva en la "dignidad" de Catalunya. "Debemos dar una respuesta clara para evitar que nuestra dignidad sea burlada y anulada", dijo antes de avisar de que "ninguna ley ni tribunal" pueden atentar contra la dignidad colectiva y el poder popular. Pujol avisó, eso sí, que también se debe actuar desde la seriedad y sin aspavientos, quizás en una referencia velada al referéndum de Arenys.
El mensaje televisivo de Montilla, que emitió TV3, se explayó en la crisis, "principal problema". Recordó que nunca la negó y, legitimado, avisó que los "sacrificios" deberán seguir "un tiempo". Ello no es óbice para mantener la moral alta, según el president: "Lo que nos viene será aún más difícil si nos dominan actitudes negativas e injustificadamente pesimistas". Una Catalunya, la de Montilla, que quiere "que se resuelvan los problemas y no que se inventen nuevos para acabar convertida en el país del pesimismo". Todo pese a que la tormenta política y económica no amaina.
Macià, padre de la Generalitat moderna
El Parlament aprovechó la Diada para conmemorar el 150º aniversario del nacimiento de Francesc Macià, 122º presidente de la Generalitat, pero el primero de ellos escogido democráticamente tras el advenimiento de la Segunda República. Tras proclamar la República Catalana el 14 de abril de 1931, después de que el partido que fundó, ERC, arrasara, tuvo que ceder ante Alcalá Zamora. El líder independentista que se metió en el bolsillo a las clases populares con su carisma tuvo que olvidarse de su República pero obtuvo la Generalitat recuperada. Y promovió un Estatut, el de Núria en 1932, que al igual que el de Sau de 1979 y el vigente, se mutiló en Madrid. Macià lo vivió con amargura pero supo sacarle jugo y dotar de sentido la autonomía. Lo resumió en diciembre de 1932, cuando inauguró un Parlament, el actual, en lo que fue fortaleza de ocupación borbónica. Abrió, dijo entonces, "Cortes nuestras, que dictarán leyes nuestras y en lengua nuestra". Y las dictaron, como la ley de Contratos de Cultivo, que el Tribunal de Garantías Constitucionales (equivalente al actual TC) tumbó provocando una gran crisis política en 1934, cuando hacía un año que Macià había muerto y el presidente era Lluís Companys. Eran otros tiempos pero se respiraba y oía una fuerte impresión de déjà vu.
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