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Un monumento más para los ‘mártires’

BELÉN TOLEDO

Junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en una de las mejores zonas de Valencia, se construye en estos momentos una inmensa iglesia que honrará la memoria de los religiosos asesinados durante la Guerra Civil. El Ayuntamiento ha sido uno de los principales benefactores de esta obra, ya que cedió el solar al Arzobispado tras una permuta cuya rentabilidad para las arcas públicas ha sido muy cuestionada por la oposición socialista.

La Iglesia no escatimará en gastos para el “santuario de los mártires valencianos”. En la memoria descriptiva del proyecto se detallan sus características: ocupará una superficie de 2.880 metros cuadrados y el templo se instalará  en el interior de una antigua fábrica, edificio catalogado y protegido por su valor patrimonial.  Tendrá un sagrario monumental, pavimentos de mármol y podrá albergar a 1.300 fieles pero su capacidad será ampliable en acontecimientos extraordinarios. Pretende ser un “centro de referencia” para el Arzobispado.  

Al otro lado de la ciudad, en las fosas comunes del cementerio, reposan los huesos de los represaliados del otro bando, el republicano. Son muertos incómodos, incontables, que no tienen lápida ni indicación alguna porque sobre ellos se han construido miles de nichos a lo largo de la dictadura. Lejos de organizar cualquier reconocimiento u homenaje, el consistorio  trató hace dos años de cubrir uno de los pocos espacios libres de cemento con nuevos panteones.

El Forum per la Memoria del Pais Valencià denunció al Ayuntamiento y consiguió evitar las obras a costa de establecer una batalla legal que todavía continúa. La asociación ganó la primera sentencia, que prohibía cualquier edificación. El Ayuntamiento no reculó: presentó un recurso al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. Esta vez ganó: los magistrados consideraron que los miembros del Forum no estaban legitimados para defender el honor de los enterrados porque no eran familiares directos.  La reacción del colectivo fue poner el caso en manos del Tribunal Constitucional. Mientras no se conozca su veredicto, la fosa, llamada “la siete” por el lugar que ocupa en el cementerio, está abandonada y cubierta de malas hierbas.

“Es un inmenso agravio comparativo”, se lamenta Consuelo Ordóñez, portavoz del Forum. Los religiosos asesinados “llevan 70 años de honores y reconocimientos y sus familiares saben dónde están enterrados. Mientras, la única fosa que queda sin tapar en el cementerio no está ni señalizada y tenemos que luchar en los tribunales contra el Ayuntamiento para que no la llenen de nichos”. Las asociaciones valencianas por la memoria piden que el lugar se conserve y un reconocimiento oficial de los enterramientos.

Las asociaciones de recuperación de la memoria histórica de Valencia no se ponen de acuerdo en cuanto al número de personas asesinadas y enterradas en el cementerio. Pero sí coinciden en la extensión del terreno ocupado por los cadáveres. Hay varias fosas comunes. La más grande es la 'quinta derecha', que mide 200 metros de largo y 70 de ancho, 'y se colmó de ejecutados entre marzo de 1939, la fecha de la ocupación de la ciudad por Franco, y diciembre del mismo año', según cuenta Matías Alonso, del Grupo por la Recuperación de la Memoria. Sobre los enterramientos se construyeron panteones pero en los jardines 'todavía se aprecian las cuadrículas, que se ven perfectamente en los días de lluvia, cuando el suelo se humedece', añade Alonso. El colectivo pide que el subsuelo se estudie y se reconozca la existencia de los enterramientos.

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