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"La moral del profesional público y privado son siempre diferentes"

El médico y secretario de 'Dempeus per la salut pública', Antoni Barbarà, critica el modelo neoliberal que Mas está implantando en Catalunya, basado en 'degradar lo público para que aquello que pueda d

AITOR LAGUNAS

Dempeus per la salut pública es una organización de carácter ciudadano que se constituyó el 9 de febrero 2009. Su manifiesto no deja lugar a la interpretación: defiende el Sistema Nacional de Salud con todo su carácter logrado: público, universal, de calidad, integral, solidario y de una equidad garantizada. Cuenta con el apoyo de perfiles muy diversos: economistas, informáticos y médicos. Entre estos últimos se encuentra Antoni Barbarà, su secretario. Médico y ex asesor de Salud de l'Ayuntamiento de Barcelona, reconoce que en cuatro años de lucha no se había encontrado con un panorama tan desolador como el actual.

Dempeus nace con el tripartito. ¿Qué les preocupaba por aquel entonces?

Detectábamos una seducción creciente hacia esta perversión conocida de forma eufemística como sistema mixto, idea muy arraigada al modelo sanitario catalán, que no es otra cosa que la colaboración entre lo público y lo privado. Se empezaba a especular con el copago, y nosotros aparecimos para denunciar que esta propuesta era en realidad un repago. Pero en aquel entonces ni en la peor de nuestras pesadillas pensábamos que los ataques al sistema público llegarían a la impunidad y agresividad actual.

¿Cuándo evidenciaron esta deriva?
Con la entrada al gobierno de CiU, un partido de características profundamente neoliberales, absolutamente servil a intereses del mercado. En Catalunya, la sanidad y la salud conviven en mercados terriblemente potentes, como el de las industrias farmacéuticas, el de las biomédicas, empresas de sanidad... Llegó el copago y toda una serie de recortes presupuestarios, de servicios, cierre de hospitales, camas, salas y despidos masivos. Una regresión en la calidad y universalidad de la salud.

¿Por qué este sistema mixto es tan nocivo?
Están explorando nuevas vías para introducir elementos de gestión empresarial ya no de eficiencia económica, sino de lucro. Todo revestido de cierta modernidad, elementos para la creación de consorcios que impiden la transparencia, el control y el acceso de la ciudadanía en la gestión del servicio público. Todo esto ya preocupaba pero cuando llegó CiU estos pecados parciales se convirtieron en una declaración de principios, en el sustento de toda la acción política. El conseller de Salut, Boi Ruiz, ya lo advirtió en sus primeras declaraciones: no hay dinero así que todo aquel que pueda que se haga de una mutua privada. Poco después llegó a afirmar que el problema de la salud es individual y que cada uno es responsable y propietario de ella en función de su genética y estilo de vida. Obviamente no mencionó los determinantes sociales en salud que desde Dempeus reafirmamos, como por ejemplo el hecho de que una sociedad en crisis, con un porcentaje de paro tan elevado, con tantas personas sin techo, la escasa y/o mala alimentación también influye en la salud de la gente.

¿Crisis coyuntural, recortes dirigidos?
Desde el Govern están utilizando la crisis para degradar la imagen del sector público. La crisis ha ido bien para justificar esta agresión, anemia y sangría sistemática del sistema público. El modelo que quieren potenciar es declaradamente neoliberal, como el norteamericano, que busca dar beneficios y ofrece una pequeña atención sanitaria de carácter humanitario y caritativo para justificar situaciones estéticamente dramáticas. La mejor forma de apropiarse de este sector tan goloso es justamente ir degradando el sistema público de tal forma que aquello que pueda dar beneficios económicos se lo quede el sistema privado.

¿Hasta qué punto la convivencia entre lo público y lo privado está pervirtiendo el modelo sanitario?
Hay que partir de la base de que no es una convivencia ni una colaboración. Es una estrategia parasitaria, donde se sustraen recursos de carácter público para derivarlos a través de mecanismos de ingeniería financiera, y en esto son expertos los teóricos de ESADE y las grandes empresas de esta índole, hacia una lógica empresarial. Las entidades públicas hablan de gastos y miden su utilidad en forma de salud. En las privadas, hay precios y el medidor de eficacia es el de rentabilidad. Hay algo que es de cajón. En igualdad de condiciones, es razonablemente imposible que una empresa privada que encima de dar servicios genera beneficios pueda ofrecer la misma asistencia que una empresa pública que no busca beneficios.

¿Cómo se demuestra esto?
Por dos razones. Lo privado se queda sólo aquellas atenciones rentables, que mejoran el confort, el envoltorio de las personas y no suponen grandes gastos. Cuando la situación y el diagnóstico es de carácter urgente se tiende a lo público. La privada se queda aquella atención primaria, hospitalaria, elemental, sencilla y rentable. Los servicios caros a lo público, igual que la investigación. Segunda razón: cuando dicen que las condiciones son las mismas no es verdad. La moral del profesional público y privado son siempre diferentes. En horas, prestaciones y condiciones de trabajo. No son complementarias. Existe una competencia feroz para quedarse el mercado de la salud. Las grandes empresas consultoras, conocidas y amigas de Boi Ruiz, factótum y prohombre de la Unió Catalana d'Hospitals, saben hacer estudios, propuestas sobre cómo trocear el Institut Català de la Salut (ICS), cómo lograr que las privadas sean rentables, etc.

¿Estos informes son puntuales o forman parte de una estrategia?
Estos informes son una práctica habitual en el empresariado, donde los sabios de la ingeniería financiera estudian cómo meter la mano en el jugoso pastel de la sanidad pública. Estos informes han existido, existen y seguirán existiendo. Lo lamentable es que nieguen su encargo, que digan que han aparecido por arte de magia al despacho de la conselleria. ¿Una empresa de manera altruista va a hacer llegar propuestas para trocear, mejorar y repartir el negocio? Es un insulto. Los informes sobre cómo vender, repartir y trocear el sistema público tienen una intención perversa: apropiación de unos beneficios públicos por parte del sector privado. Negarlo forma parte de la tradición de lo que representa la corrupción catalana, del conflicto de intereses que siempre ha existido.

¿El Hospital Clínic es el caso más paradigmático?
Así es. El Clínic es un hospital que trabaja para el CatSalut, no es titular del ICS de forma directa pero de forma prioritaria es fundamental en la red pública. Pues desde hace años se practica una doble puerta. Es decir, son dos hospitales en uno. El público y Barnaclínic, que aglutina una zona relevante de la asistencia privada. De hecho las puertas de acceso, las instalaciones, los ascensores, son distintas aún conviviendo en el mismo hospital. ¿Qué consiguen? Que los muy buenos profesionales del Clínic trabajen para esta rama privada que paga y tiene derecho a una asistencia sin listas de espera. O lo que es lo mismo: se aprovechan de la sabiduría, dedicación, docencia e investigación de estos profesionales públicos para hacer prácticas privadas en horas determinadas dentro de unas instalaciones públicas. ¿Se acuerda de cuando el Rey Juan Carlos vino a intervenirse en el pulmón en Barnaclínic? Tuvo el sarcasmo de decir lo bien que funciona la sanidad pública. Hay algunos casos en el que si pides exploración en el hospital te preguntan: ¿Público o privado? Esto ejemplifica lo parasitario que puede ser este sistema y la injusticia de sacar beneficios a través de los impuestos que pagamos entre todos.

¿Este modelo atiende a razones únicamente ideológicas?
El modelo sanitario catalán ha sido sistemáticamente aplicado en otras comunidades, bajo la idea de la externalización, una palabra que ni existe en el diccionario. Pero la situación es demasiado crítica para andarnos con ambigüedades. Este modelo es el de la privatización, muy sofisticada y bien maquillada eso sí, no tan directa como en Madrid, que la llevan aplicando casi por decreto. Aquí lo hacen de forma mixta, pragmática, teóricamente consensuada, a través de consorcios a los que les sentaría mejor el nombre de conxorxes (conchabanzas). A todo esto hay que añadir la enorme corrupción y la connivencia de lo político con lo empresarial. Hemos llegado a un punto en el que el sistema catalán es puro nepotismo y putrefacción.

¿Qué se puede hacer al respecto?
Para empezar hay que asumir que el derecho a la salud no se solicita, se ejerce. Remarcamos respetuosamente a las autoridades que no somos clientes, somos titulares del sistema. No puede ser que nos traten como menores de edad. Decían que teníamos un sistema de salud envidiable, luego decían que era poco exigente. Es mentira. Con poca inversión pública se consiguió un sistema reconocido internacionalmente. Universidades foráneas venían a Catalunya para ver cómo lo hacíamos. Teníamos un buen sistema, lo que no significa que fuera perfecto. Y ya éramos críticos. Hace tiempo que reclamamos una nueva cultura de la salud, con carácter de promoción, de determinantes sociales, de prevención. Denunciamos la biomedicalización de la vida, la impunidad de la industria farmacéutica para imponer sus criterios y hacer negocios multimillonarios.
El sistema era mejorable pero ahora volvemos hacia atrás.

¿Qué valoración hace del euro por receta?
El euro por receta es un caso flagrante en la historia de los errores y los horrores. El copago es disuasorio para que la gente deje de ir a la atención primaria. Parece que haya una retracción, un ahorro, pero luego está demostrado que hay más ingresos tardíos que provocan patologías más severas. Además es injusto. La situación de crisis precisa inversión en sectores públicos, lo dijo Keynes, que tampoco era precisamente un revolucionario. Andamos hacia un camino inadecuado, insistiendo en políticas erróneas y antagónicas, y la única forma es apostar por la desobediencia civil y la insumisión de forma democrática y pacíficamente. Seré gráfico. La Generalitat intenta introducir el zorro dentro del gallinero.

Catalunya está siendo castigada doblemente: por las actuaciones del gobierno central y el de la Generalitat.
Las mareas blancas en Catalunya se están reactivando y habrá más de forma progresiva. Es verdad que en Madrid hay más intensidad y como catalán siento sana envidia, con toda la implicación de los profesionales, de los hospitales amenazados... El movimiento que están encabezando es ejemplar. He participado en alguna movilización en Madrid y ponía los pelos de punta, por lo admirable de la mezcla de ciudadanía, usuarios y profesionales. ¿Por qué en Madrid se ha hecho así? A nivel personal creo que porque la velocidad de la agresión ha sido más corta, violenta y radical. El anuncio sistemático ha hecho reaccionar a la sociedad de forma más clara.

¿Por qué ha costado tanto movilizar al sector sanitario en Catalunya?
En Catalunya los años de gobierno de CiU han generado cierta sumisión insana. Cuando veo asambleas del colegio de médicos en Madrid programando movilizaciones se me cae la cara de vergüenza al pensar que en el colegio de médicos de Barcelona esto sería impensable. Porque siempre ha mandado una determinada orientación política vinculada a CiU, y el que no comulgaba con ella ha sufrido las consecuencias.

¿Qué tipo de consecuencias?
Mejor dejarlo aquí.

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