Este artículo se publicó hace 13 años.
Muere el pintor que inmortalizó el genocidio de los Jemeres Rojos en Camboya
Vann Nath, el pintor que inmortalizó en sus cuadros el horror del genocidio del Jemer Rojo y uno de los pocos supervivientes de su cárcel más atroz, el S-21, murió hoy a los 66 años de edad.
Con sus colores fríos y sus figuras esqueléticas, Vann Nath había conseguido el reconocimiento internacional por representar con gran realismo las torturas y las duras condiciones de vida en Camboya durante el régimen del Jemer Rojo (1975-1979), en el que murieron cerca de dos millones de personas.
Sus grandes cuadros, que todavía cuelgan de las paredes del S-21, la prisión en Phnom Penh donde estuvo recluido un año, muestran escenas lúgubres de hombres azotados, oscuros interrogatorios y madres que luchan por que no les arranquen a sus hijos de entre sus brazos.
Vann Nath nació en 1946 en una familia pobre en la provincia de Battambang, al norte de Camboya, y desde joven estudió dibujo y pintura, a pesar de sus escasos recursos.
Tras la caída del país en manos de los jemeres rojos, tuvo que abandonar sus pinturas porque el nuevo régimen castigaba con la muerte a artistas e intelectuales y fue enviado, como el resto de sus compatriotas, a trabajar en el campo.
En 1978, la policía política lo detuvo y lo recluyó en la principal prisión del régimen, el S-21, donde su director, Kaing Guek Eav o Duch, su nombre revolucionario, se interesó por sus habilidades artísticas y le encargó pintar un retrato de Pol Pot, el hermano número uno del régimen.
Duch apreció el trabajo realizado por el artista y puso una anotación personal al lado del nombre de Vann Nath: "Conservar al pintor".
"Nos alargaban la vida si les gustaban los cuadros que pintábamos. Pintar era nuestra única esperanza de seguir vivos", asegura Bou Meng, otro de los supervivientes de la tétrica prisión y que tampoco fue asesinado gracias a su arte.
Entre 14.000 y 16.000 personas pasaron por S-21 y casi todas murieron en los interrogatorios y las ejecuciones.
Vann Nath, Bou Meng y otros cinco supervivientes en S-21 tuvieron que esperar a que el ejército vietnamita entrase en Phnom Penh, a principios de 1979.
Poco después, este centro fue convertido en un museo y Vann Nath pudo usar sus pinceles para reflejar fielmente lo padecido entre aquellas paredes.
"La experiencia de Vann Nath dentro de aquella cárcel fue tan intensa que marcó toda su obra posterior e incluso en obras que no están dedicadas exclusivamente al tema de los jemeres rojos tienen cierto simbolismo relacionado", asegura el artista Sopheap Pich, quien ha trabajado intensamente con él durante los últimos años.
Las calaveras y las figuras alargadas se incorporaron así a otro tipo de motivos, como paisajes o escenas costumbristas, mientras que algunas de sus obras se alejaban del realismo para acercarse a las técnicas simbolistas.
Treinta años después de recobrar la libertad, Vann Nath volvió a enfrentarse a Duch en el tribunal internacional que juzga en la capital camboyana a los principales líderes del Jemer Rojo
"Las condiciones eran tan inhumanas y la comida tan escasa que incluso pensé que la carne humana sería un buen plato", aseguró en el banquillo de los testigos en junio de 2009.
"Comíamos al lado de cadáveres, pero no nos importaba, porque éramos como animales", añadió con unos ojos apagados que ya mostraban signos de una enfermedad renal.
La sentencia de 35 años que el tribunal impuso en julio de 2010 a Duch dejó un sabor agridulce en este pintor por la levedad de la pena.
El pasado 26 de agosto, el artista sufrió un ataque al corazón que le sumió en un coma profundo del que no volvió a despertar.
Sus últimos alumnos, con quienes estuvo trabajando esa misma mañana, lo recuerdan como un trabajador incansable que siempre buscaba técnicas nuevas para enseñarlas a los más jóvenes.
"Me dio un consejo que nunca se me olvidará. Si eres de verdad un artista, trabaja hasta el último día de tu vida", asegura Prom Putisal, alumno de la Universidad Real de Bellas Artes.
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