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La muerte del presidente de Malauí deja en vilo el futuro político del país

EFE

La muerte del presidente de Malaui, Bingu wa Mutharika, fallecido hoy a los 78 años tras sufrir un ataque cardíaco, deja en suspenso el futuro político de uno de los países más pobres de África, cuyo Gobierno aún no confirmó la defunción del mandatario.

Pese a que fuentes médicas y del Ejecutivo confirmaron a los diarios malauíes "Nyasa Times" y "Malawi Voice" la muerte del presidente, el Gobierno de Malauí permanecía hasta entrada la tarde de hoy sin confirmar oficialmente su defunción.

El jefe de Estado fue admitido este jueves en el Hospital Central de Kamuzu en Lilongwe, capital del país, tras desmayarse durante una audiencia en su residencia oficial.

Los médicos no pudieron reanimar al presidente, que llegó inconsciente, y fue trasladado de madrugada al hospital de Milpark, en Johannesburgo, sin que haya podido confirmarse hasta ahora si ingresó cadáver.

La falta de comunicación oficial por parte del Ejecutivo aumentó la incertidumbre sobre quién dirigirá los destinos del país y el mantenimiento del orden democrático.

El diario "Nyasa Times" aseguró hoy que el jefe de Justicia de Malaui, Lovemeore Munio, y el presidente del Parlamento, Henry Chimunthu Banda, fueron consultados por miembros del Gobierno sobre la posibilidad de situar al frente del Ejecutivo al ministro de Exteriores, Peter Mutharika, hermano del presidente fallecido.

El jefe del poder judicial respondió que solo la vicepresidenta, Joyce Banda, podría suceder a Mutharika de acuerdo con la Constitución, y que cualquier otro nombramiento sería igual a un golpe de Estado, según publicó el periódico digital.

Banda carece de la confianza del partido gobernante, el Partido Democrático Progresista (PDP), desde que fue expulsada de la formación por el propio Mutharika, en una maniobra para colocar a su hermano en la línea sucesoria, según los analistas políticos del país.

Según "Malawi Voice", algunos miembros del PDP mostraron su intención de cambiar la Constitución en el Parlamento, e informó del acercamiento de algunos diputados de este partido al Partido del Pueblo (PP) de Banda, ante una posible votación.

En una rueda de prensa celebrada hoy en Lilongwe, la vicepresidenta recordó que a ella le corresponde suceder al presidente en su ausencia y pidió a todos los malauíes que se adhieran al orden constitucional.

"Estoy a la espera de que el Gobierno sudafricano informe sobre el estado del presidente Mutharika", afirmó Banda, en palabras recogidas por "Nyasa Times".

Fuentes del Ejecutivo de Pretoria afirmaron a Efe que están trabajando en la elaboración de un comunicado, aunque a última hora de la tarde de hoy permanecía sin difundirse.

Organizaciones civiles de Malaui reclamaron también instauración de Banda al frente del Ejecutivo y pidieron también al Gobierno que respete la Constitución.

El secretario de Estado para África de Estados Unidos, Johnnie Carson, mostró también su preocupación por la situación política de Malaui y envió su pésame a la viuda y los cuatro hijos de Muthurika.

"La Constitución de Malaui marca de forma clara la línea de sucesión, y esperamos que esta se respete. Nos preocupa el retraso en el traspaso de poder y confiamos en que Banda jure su cargo de inmediato", afirmó Carson en un comunicado difundido por los medios malauíes.

El expresidente de Malaui Bakili Muluzi convocó también una rueda de prensa en la mañana de hoy para reclamar la instauración de la vicepresidenta en la jefatura del Estado, y reclamó al Consejo de Ministros que disipe las dudas sobre el estado de salud del presidente.

"Ella es la vicepresidenta y a ella le corresponde ocupar el cargo", afirmó el expresidente, según recoge "Malawi Voice".

Malaui vive en una gran inestabilidad debido a la crisis económica que atraviesa el país, uno de los más pobres de África, donde cerca de 70.000 personas corren el riesgo de padecer hambruna, según informó hoy la prensa malauí.

La falta de carburantes y divisas extranjeras desencadenó una protesta en julio del año pasado que fue respondida contundentemente por el Gobierno de Mutharika, con el resultado de 18 muertos por enfrentamientos con la Policía y el Ejército.

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