Este artículo se publicó hace 15 años.
Los muertos en el seísmo en Italia superan los 130
Por Deepa Babington
Un potente terremoto que sacudió la madrugada del lunes el centro de Italia ha dejado más de 130 muertos y unas 50.000 personas sin hogar y destruido ciudades medievales enteras mientras sus residentes dormían.
Mientras los equipos de rescate buscaban supervivientes entre los escombros e instalaban tiendas de campaña para los que quedaron sin techo, las autoridades advirtieron que la cifra de muertos podía aumentar sustancialmente y se negaron a dar una estimación de los desaparecidos.
La mayoría de víctimas fallecieron en L'Aquila, capital de la montañosa región de Los Abruzos y fundada en el siglo XIII a unos 100 kilómetros al este de Roma, y en las localidades aledañas en esta región.
El seismo ocurrió poco después de las 3:30 hora local (01:30 GMT) y durante el día varias réplicas han sacudido el área.
"Algunas localidades de la zona han sido virtualmente destruidas en su totalidad", dijo un sombrío Gianfranco Fini, presidente de la Cámara baja del Parlamento, antes de que los diputados guardaran un minuto de silencio.
El Gobierno regional de Los Abruzos dijo que la cifra de muertos confirmados supera las 130 personas unas 16 horas después del seísmo, que tuvo una magnitud de entre 5,8 y 6,3. La agencia de noticias ANSA citó fuentes hospitalarias que dijeron que más de 150 personas habrían fallecido.
"Me desperté escuchando lo que sonó como una bomba", dijo Angela Palumbo, de 87 años, mientras caminaba por una de las calles de L'Aquila. "Pudimos escapar con las cosas cayéndose a nuestro alrededor. Todo se sacudía, los muebles se caían. No recuerdo haber visto algo semejante en toda mi vida", narró.
El primer ministro Silvio Berlusconi canceló un viaje a Moscú y anunció estado de emergencia nacional y que liberaría fondos para asistencia y reconstrucción. También pareció a la defensiva ante las informaciones de que las autoridades habían ignorado una advertencia acerca del seísmo hace unas semanas.
Sobrevolando la zona del desastre, Berlusconi dijo a periodistas que ahora era el momento de concentrarse en los esfuerzos de rescate y que "podemos discutir más adelante sobre la previsibilidad de los terremotos".
Responsables del Ministerio de Protección Civil dijeron que unas 50.000 personas habrían perdido sus hogares en 26 ciudades y localidades. Más de 1.500 personas resultaron heridas y miles de casas, iglesias y edificios colapsaron o resultaron dañados.
Pilas de escombros estaban esparcidos por L'Aquila -de 68.000 habitantes- y en los pueblos cercanos, bloqueando caminos y dificultando la tarea de los equipos de rescate. Las ancianas lloraban y los residentes ayudaban a los bomberos y a los equipos de rescate con sus propias manos a buscar entre los escombros.
En la pequeña localidad de Onna, que quedó prácticamente destruida, se registraron 24 muertos. Un testigo de Reuters contó que vio a una madre y a su hija pequeña siendo trasladadas en el mismo ataúd.
Casas antiguas y construcciones hechas de piedra, sobre todo en localidades periféricas que no habían sido restauradas, colapsaron con facilidad.
PETICIONES DE AYUDA
Los hospitales solicitaron la ayuda de médicos y enfermeras de Italia. El olor a gas llenaba algunas partes de las localidades montañosas debido a la rotura de las cañerías.
Berlusconi dijo a los periodistas en L'Aquila que se iban a instalar campamentos en la ciudad y hospitales en estadios y que los hoteles de la costa del Adriático iban a ser utilizados para dar refugio a las personas que se quedaron sin techo.
"Esperamos que nos den una tienda de campaña o algo donde dormir esta noche", dijo Isenia Santilli, de 70 años, mientras se refugiaba en un polideportivo a las afueras del centro de la ciudad de L'Aquila, donde la Cruz Roja repartía alimentos.
Algunos habitantes de Roma, que registra poca actividad sísmica, se despertaron con el temblor, que provocó la caída de muebles y el bamboleo del alumbrado público.
El Papa Benedicto XVI dijo que estaba ofreciendo una plegaria especial por las víctimas.
"Cuando se produjo el terremoto, corrí a la casa de mi padre, abrí la puerta principal y ví que todo se había caído. Mi padre seguramente está muerto. Pedí ayuda pero no había nadie cerca", dijo Camillo Berardi en L'Aquila.
Un residente en L'Aquila que se encontraba de pie frente a un bloque de apartamentos reducido a la altura de un adulto dijo: "Este edificio tenía cuatro pisos".
En otra sección de la ciudad, los residentes intentaban silenciar los gemidos de la gente para ubicar la procedencia del sonido de un bebé que lloraba. Parte de una residencia universitaria y un hotel colapsaron en L'Aquila y al menos una persona aún estaba atrapada bajo los escombros.
Puentes y carreteras del área montañosa fueron cerrados como precaución.
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