Este artículo se publicó hace 15 años.
La National Gallery de Londres, una accidentada historia
La National Gallery de Londres, aun sin la magnificencia del Prado, del Louvre o del Kunsthistorisches de Viena, es sin duda hoy una de las pinacotecas imprescindibles para gozar de las obras maestras del arte europeo.
Nacida de "la indiferencia británica del siglo XVIII hacia la subvención pública de las instituciones", afectada negativamente por "la tacañería frecuente" del Estado, su colección de arte ha sido posible, dice Charles Saumarez Smith, gracias a un pequeño número de generosos expertos y donantes con un sentido del deber público.
Saumarez Smith, que fue su director de 2002 al 2007 y ahora está al frente de la Royal Academy of Arts, ha publicado un libro que cuenta su historia con especial atención a los retos a los que se enfrentaron sus antecesores para convertir una colección de modestos orígenes en la importante institución que es hoy.
Como explica en su "Breve Historia de la National Gallery" (Frances Lincoln), la galería tenía que haberse fundado en la década de los sesenta del siglo XVIII cuando el rey Jorge III comenzó a interesarse en el fomento de las artes al fundar la Royal Academy, pero tropezó con el desinterés del Parlamento.
El Louvre de París se inauguró en 1793, el madrileño Prado, en 1819, pero la National Gallery tuvo que esperar hasta 1824.
Saumarez Smith describe el difícil alumbramiento de la National Gallery, las polémicas sobre la ubicación del edificio y su diseño, finalmente encomendado a William Wilkins por ser el proyecto más económico de los tres presentados.
El autor repasa luego la labor de cada uno de los dieciséis directores que se sucedieron desde William Seguir, que ocupó el cargo de 1824 y 1843, hasta su antecesor inmediato: Neil MacGregor (1987-2002), en la actualidad director del Museo Británico.
Saumarez Smith analiza sus políticas de adquisiciones, lastradas en muchos casos bien por la tacañería de los políticos como por el conservadurismo estético de los patronos.
Durante la Segunda Guerra Mundial los cuadros fueron trasladados a Gales para evitar que los dañara algún bombardeo alemán y ya en la posguerra, la Tate, galería dependiente de la National Gallery creada en 1890, y la pinacoteca de la plaza de Trafalgar siguieron caminos separados.
En la etapa de Philip Hendy (1945-68) se llevaron a cabo importantes adquisiciones de obras de Courbet, de Cézanne, de viejos maestros italianos, política que continuó McGregor con pinturas de Durero, Bartolomé Bermejo, Holbein, Zurbarán, entre otros.
También en esa etapa se acometió la ampliación del museo con la llamada "ala Sainsbury", que dio lugar a la primera y sonada intervención pública del príncipe Carlos de Inglaterra en contra de un proyecto arquitectónico y obligó a abrir un nuevo concurso, finalmente ganado por Robert Venturi.
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