Este artículo se publicó hace 16 años.
Los nazis lograron su objetivo al quemar libros
Una gran parte de los autores cuyos libros fueron quemados por los nazis han sido olvidados con lo que, según el Consejo de Cultura alemán, puede decirse que a largo plazo los nacionalsocialistas han tenido cierto éxito.
"Es una vergüenza pero es la verdad", dijo hoy Olaf Zimmermann, el gerente del Consejo de Cultura, que reúne buena parte de las organizaciones culturales alemanas.
El Consejo de Cultura se ha propuesto este año tratar de recuperar la memoria de los escritores olvidados a través de una campaña "Contra el olvido" en todo el territorio alemán, de cara al 75 aniversario de la quema de libros, que se cumple el 10 de mayo.
Los nombres de algunos de los autores cuyos libros fueron quemados son conocidos en todo el mundo, como es el caso de Erich Maria Remarque, Bertolt Brecht o Heinrich Mann, pero ellos sólo son una pequeña parte de los autores que los nazis condenaron a las llamas.
El ensayista Volker Weidermann acaba de publicar una obra, con el sugerente título de "El libro de los libros quemados", en la que trata de hacerle justicia a aquellos que no tuvieron la suerte de una victoria póstuma contra los nazis.
Weidermann parece compartir, al menos en parte, la idea de que los nazis casi logran lo se proponían que era sepultar en el olvido a una serie de autores que les parecían peligrosos.
"Casi lo logran. Pasó mucho tiempo, antes de que Alemania se acordara, después de la guerra, de sus autores quemados y desterrados", escribe Weidermann en el prólogo de su libro.
Weidermann admite que algunos de los 131 autores que el trata de recuperar en su libro hubieran sido también olvidados sin necesidad de las hogueras y la represión nazi pero recuerda una frase del escritor Joseph Roth según la cual todos los escritores quemados por el III Reich fueron dignificados por las llamas.
El libro de Weidermann incluye 131 biografías breves de todos los autores que aparecen en la primera lista negra de los nazis, elaborada por el bibliotecario Wolfgang Hermann
La lista de Hermann, elaborada después de las quemas del 10 de mayo y que debía servir de guía para expurgar librerías y bibliotecas, estuvo antecedida de otra más breve, elaborada por la Asociación de Libreros Alemanas en su ansia de colaborar con los planes pirómanos.
Los autores incluidos en esa lista -considerados como los más peligrosos para lo que el régimen llamaba el espíritu alemán- eran Lion Feuchtwanger, Ernst Glaeser, Arthur Holitscher, Alfred Kerr, Egos Erwin Kish, Emil Ludwig. Heinrich Mann, Ernst Ottwalt, Theodor Plevier, Erich Maria Remarque, Kurt Tucholski y Arnold Zweig.
Entre esos doce autores se pueden encontrar, al lado de algunos famosos en todo el mundo, como Ludwig o Remarque, y otros que son al menos nombres inevitables en el estudio de la literatura alemana, como Tucholski, a varios escritores completamente olvidados.
Tal es por ejemplo el caso de Arthur Holitscher (1869-1941), un autor cuyo nombre actualmente no le dice nada a nadie aunque, como lo cuenta Weidermann en su lista, alcanzó una curiosa y triste forma de inmortalidad al servir de modelo para Detlev Spinell, un personaje caricaturesco que aparece en "Tristan", de Thomas Mann.
La vida de Holitscher -llena de tormentos y de fracasos que no pudieron ser compensados por el éxito de un libro de reportajes sobre Estados Unidos que fue elogiado por Tucholski- es una de las muchas que rescata Weidermann en su libro.
A Holitscher los nazis lo odiaban en primer lugar por su condición de judío.
A Arnold Zweig además, al igual que a Remarque, por ser autor de obras claramente pacifistas, a Feuchtwanger, a Kish y a Heinrich Mann por su cercanía al comunismo y al socialismo y a Tucholski y Alfred Kerr porque representaban, ante todo como críticos, las corrientes modernas que los nacionalsocialistas detestaban.
Los motivos para la condena a esos autores pueden verse además como criterios generalizados para la expurgación de bibliotecas
Weidermann también dedica un capítulo a los autores de lenguas distintas al alemán cuyos libros fueron quemados el 10 de mayo o que, al menos, estaban en la lista de Hermann y que también cayeron en ella por tener que ver con el judaísmo, el pacificismo o el socialismo.
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