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No a la contabilidad creativa

CARLOS DUARTE

El objetivo principal de la Convención Marco del Cambio Climático de Naciones Unidas (1992) es evitar el 'cambio climático peligroso' que impide que los ecosistemas se adapten, pone en riesgo la provisión de alimento e impide el crecimiento económico sostenible. El cambio climático alcanzará niveles peligrosos cuando la temperatura promedio del planeta supere en dos grados centígrados los valores preindustriales, correspondiente a una presión parcial de CO2 superior a 450 partes por millón (ppm).

Casi dos décadas después de la firma de la Convención, la línea roja del cambio climático peligroso se encuentra a tan solo 1,2 grados de aumento de temperatura sin que hayamos conseguido reducir las emisiones de gases de efecto invernadero responsables de este calentamiento. Al ritmo actual, las 63 ppm de CO2 que nos separan de esa línea roja se alcanzarían hacia el año 2025. Evitar, o al menos retrasar en el tiempo, el cambio climático peligroso requiere reducir de forma decisiva las emisiones de gases de efecto invernadero.

Este objetivo no se conseguirá a base de ejercicios de contabilidad creativa en los anuncios de los países (Estados Unidos, China, India, Canadá), cambiando el año de referencia, de 1990 a 2005, o expresándolos en relación al Producto Interior Bruto, para así presentar una disminución porcentual aparentemente mayor cuando en realidad el compromiso las deja al mismo nivel o por encima de las existentes en el año de referencia de 1990.

Los riesgos de apurar la frenada hasta el nivel de peligro estriban en que se podrían alterar componentes del Sistema Tierra con un peso importante sobre la regulación climática, desencadenando cambios abruptos que pueden disparar el peligro. La rápida fusión reciente de hielo en el Ártico sirve como aviso.

No es hora para la contabilidad creativa y las operaciones de imagen, sino para el compromiso con el futuro de la humanidad.

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