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"No creo que IU esté nunca jamás en un Gobierno con Rosa Aguilar"

Único candidato a la secretaría general del Partido Comunista de Andalucía. El parlamentario cordobés de IU quiere que el PCA consolide 'una alianza con las fuerzas del trabajo y la cultura'

ÁNGEL MUNÁRRIZ

José Manuel Mariscal, parlamentario andaluz de IU, se convertirá previsiblemente en el próximo secretario general del Partido Comunista de Andalucía (PCA), del que ya es líder en Córdoba. A sus 35 años, Mariscal, uno de los valores pujantes de la izquierda andaluza, encabeza una candidatura de consenso que lo situará al frente de los 11.000 militantes de la mayor federación del PCE. El congreso andaluz será los días 20 y 21 de marzo. Su número dos será Juan de Dios Villanueva, líder del PCA en Sevilla, al que agradece una y otra vez su “lealtad” y “amor al partido”. La fijación de Mariscal es librar “la batalla de las ideas, pueblo a pueblo, casa a casa”, y reivindicar que el suyo vuelva a ser “El Partido” mediante “una alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura”.

¿Cuáles son las prioridades de su candidatura?

Queremos reunir gente con experiencia y savia nueva, hacernos mejores dirigentes en el trabajo colectivo. La primera prioridad es el trabajo en las agrupaciones. Me propongo impulsarlo. No es lo mismo un conflicto en el litoral, que en la vega del Guadalquivir, que en la sierra. Son tres realidades distintas y el PCE debe insertarse en cada una de forma distinta. La batalla de las ideas, el cuerpo a cuerpo en la base es el mecanismo más efectivo. Pueblo a pueblo, barrio a barrio, casa a casa.

¿Qué más?

Trabajo sectorial. Que el partido tenga un espacio donde hablar de movimiento obrero, territorio, energía, agua… Y de la mujer. Queremos impulsar los espacios de socialización de la militancia femenina, ser el partido feminista más fuerte de Andalucía.

Eso choca con la foto del grupo parlamentario: seis diputados, seis hombres.

Es un hecho evidente, que responde a que los cabezas de lista en la mayoría de provincias eran hombres, y no sacamos más que un representante en seis provincias. Debo decir que si hubiera una ley electoral justa en Andalucía, la representación de IU sería de diez parlamentarios y tendríamos un grupo paritario. Pero es cierto que tendríamos que comenzar a plantearnos, después del congreso, que haya alternancia en las cabezas de lista, no sólo listas cremallera, sino equilibrio en los cabezas de lista, siempre con la aspiración de superar la representación actual. Lo podríamos hacer con cuatro y cuatro en las ocho provincias.

¿Están cómodos los militantes del PCA en IU?

Así se ha demostrado en los documentos políticos del XVIII congreso [del PCE].

¿Más cómodos ahora con Cayo Lara?

Con Cayo sentimos que no sobramos. Ya estábamos convencidos de que el partido ni sobra ni es un lastre para IU. Ahora no estamos sólo convencidos, sino que lo vemos. Queremos un PCE integrado en IU y en la sociedad, no disuelto en IU y en la sociedad.


Juan de Dios Villanueva, el número dos de su candidatura, sí planteó en la secretaría provincial de Sevilla que el PCA se independizase de IU…

Yo recuerdo un informe, que creo que fue malinterpretado por los medios, que invitaba a una reflexión sobre la política de alianzas.

¿Quedó superado ese debate tras el congreso del PCE?

Absolutamente

¿Con qué argumentos convenció a Villanueva de no encabezar una candidatura?

Juan de Dios, y lo que él representa dentro del partido, siempre ha tenido claro que había que garantizar la continuidad del espíritu unitario. Simplemente nos hemos puesto a disposición del partido los dos. Yo agradezco la lealtad de Juan de Dios con el acuerdo al que llegamos cuando constatamos que uno tenía más apoyos, y el otro se integró en la candidatura unitaria. La mejor manera de afrontar los retos es la unidad, y eso forma parte de la tradición de este partido.

¿Está de acuerdo con la etiqueta de ‘duro’ de Villanueva?

En el partido no hay duros ni blandos, sólo pluralidad de enfoques de lo que debe ser el partido dentro de una ideología compartida, que es el marxismo revolucionario.

¿Comparte el optimismo de IU por las encuestas andaluzas? La del IESA indica que se mantienen en el 7%.

Esa encuesta es mala, porque señala varios peligros: PSOE y PP inician desde ya una guerra contra IU, porque a los dos les sobramos; el PSOE va a intentar utilizar el voto del miedo, y el PP va a usar un discurso populista y demagógico aprovechando la crisis. El PCA va a poner toda la carne en el asador. No puede ser que Adolfo Domínguez, que acaba de pedir el despido más libre todavía, acabe votando lo mismo que un obrero que se ha quedado sin desempleo. No puede ser.

La dirección regional ha recibido las encuestas con abierta satisfacción...

No comparto esa visión positiva. En una situación de crisis, que IU mantenga su apoyo en el 7% es sólo buena noticia porque nos mantenemos en medio de una agresión muy fuerte del bipartidismo, pero es mala noticia porque da cuenta de que hay muchos sectores obreros y populares que optan por apoyar al PP en vez de a nosotros. Debemos dejar de competir por los sectores fronterizos entre PSOE e IU, e ir casa por casa a tratar de conquistar conciencias.

Si se cumplen las encuestas, el PSOE podría necesitar a IU para gobernar. ¿Sería Rosa Aguilar un impedimento para formar Gobierno?

Eso sería uno de los obstáculos insuperables, evidentemente.

¿Insuperable?

La política y el programa están por encima de las personas. En todo caso, no hay nada escrito.

Entonces no sería un obstáculo insuperable…

Evidentemente, no creo que IU esté nunca jamás en un Gobierno con Rosa Aguilar. Es una cuestión de ética política, no personal. No podríamos estar en un Gobierno con tránsfugas.

¿Está cerrada la herida de la salida de Aguilar?

Y de qué manera. Pasado un tiempo prudencial, sólo podemos manifestar la alegría que supone que haber clarificado las contradicciones que su presencia nos generaba.

Pinza con el PP, sometimiento al PSOE… ¿Cómo superar ese corsé?

Dejando de definir nuestra identidad en función de los centímetros o metros que nos separan del partido socialista, definiendo nuestra identidad desde la autonomía absoluta que nos da el tener un programa transformador y alternativo, y poniéndolo por delante de forma laica y sin prejuicios. Quien necesite nuestro apoyo, que venga a buscarnos.

Usted, que tenía 15 años cuando cayó el muro, ¿comparte la extendida tesis comunista de que no fue una buena noticia?

A los comunistas españoles no se nos cayó encima el muro. Es evidente que la derrota del bloque soviético, que era un referente sentimental, supuso un trauma, pero sustancialmente la identidad comunista en España está basada más en la defensa de la legitimidad republicana, la lucha contra el fascismo, el franquismo, por la democracia y la libertad.

Cuando se quiere atacar al PCE se utiliza el modelo soviético y Cuba. ¿No sería lo más fácil marcar distancias claramente?

No. Hay que ser suficientemente objetivo para no caer en la agenda y las garras del pensamiento único. No tenemos que dejar de defender los logros de la revolución en Cuba, o dejar de ver la mayor pobreza, la falta de acceso a la sanidad o el desmembramiento social con la llegada del capitalismo a los países del Este. La inexistencia de un contrapoder internacional al poderío de EEUU también ha supuesto una desventaja para el planeta. ¿Quiere eso decir que podemos negar los crímenes del estalinismo o cuestiones de la revolución cubana con las que somos críticos? No, pero las cosas no son ni blancas ni negras. Desde el PCE no vamos a jugar a la agenda mediática del pensamiento único.

¿Cree que los sindicatos tienen miedo a una huelga general, como dice Cayo Lara?

Yo creo que la huelga general es cada vez más una necesidad para situar en un contexto global las agresiones a la clase trabajadora. Con todo el respeto a las fuerzas sindicales, creo que si no se convoca la huelga general, los grandes sindicatos se pueden ver superados por la propia clase trabajadora. Es necesaria, sobre todo si se van cerrando ese llamado pacto de Estado que, mucho me temo, responderá a los intereses de los capitalistas, de los que quieren permitir que haya un representante de la patronal que estafa a sus trabajadores mientras que un trabajador que deja de pagar su hipoteca es expulsado de inmediato. Es llamativo que desde el PSOE sólo se apele a soluciones que son, precisamente, las que han llevado a esta crisis.

Es una prueba de la derrota clamorosa de la izquierda en las ideas.

Como escribía Isaac Rosa, aquello de Monterroso: el neoliberalismo seguía allí cuando despertamos. Los partidos socialdemócratas tienen una crisis más profunda aún que los comunistas. Se han instalado en esa postpolítica de la que tan fan era Felipe González: gato negro o gato blanco, lo importante es que cace ratones. Según esta tesis, las ideas que valen son las que funcionan, da igual de dónde vengan. La consecuencia es que el PSOE hace políticas de derechas, y va tejiendo la alfombra a La Moncloa para Rajoy.

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