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"No puedo dejar de trabajar por temor al asesinato"

El primer ministro de Zimbabue analiza la política de su país que tantas veces le ha enfrentado a su presidente Robert Mugabe

ISABEL COELLO

Comenzó trabajando en la mina. Se hizo sindicalista. Y de ahí dio el salto a la política, como líder del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC en sus siglas en inglés).

El partido formado hace diez años por grupos de la sociedad civil se convirtió en la única alternativa de oposición creíble al régimen dictatorial del presidente Robert Mugabe y este hizo de todo para aplastarlo: acusó a Tsvangirai de 'venderse a Occidente' por el mero hecho de criticarle, permitió que la Policía le apaleara brutalmente, manipuló los datos para negarle la victoria en las presidenciales de 2008 y lanzó una campaña de terror contra sus seguidores, en la que murieron más de un centenar de ellos.

Tras largos meses de negociaciones, en febrero de 2009, un acuerdo convirtió aTsvangirai en primer ministro de un Gobierno de coalición con Mugabe. Tsvangirai está en España para recoger mañana el Premio Cristóbal Gabarrón por su trayectoria.

¿Cómo valora los 8 meses de Gobierno de coalición?

Nos propusimos estabilizar la economía y lanzar un proceso de reformas democráticas necesarias. La estabilización la hemos logrado, entre otras cosas se ha cortado la inflación. En el terreno de las reformas democráticas ha habido obstáculos, la reforma constitucional se paralizó, ahora la hemos puesto en marcha de nuevo. El martes nombramos la Comisión de Medios de Comunicación, que esperamos abra espacio a medios, canales de TV, etcétera. Yo hablaría de cauto optimismo. Aunque hay agujeros en la aplicación del acuerdo, el país camina en dirección a la recuperación.

Organizaciones como Human Rights Watch señalan que los activistas siguen siendo intimidados y la falta de avances en derechos humanos y en luchar contra la impunidad es palpable.

Hay incidentes de acoso político individual. La Policía abrió fuego la semana pasada contra una manifestación de trabajadores. Es totalmente condenable y lo estamos investigando. Pero la paz y la estabilidad han sido en gran parte restablecidas. Sí hay algún incidente en el que los militantes del MDC son el objetivo, pero son más una desviación que una tendencia general. Quienes han perdido el control y privilegios como resultado del nuevo acuerdo político salen de tanto en tanto con este tipo de acciones. Es condenable. Pero le hacemos frente políticamente.

El Tribunal Supremo retiró los cargos por terrorismo contra Jestina Mukoko y otros ocho defensores de los derechos humanos. Pero Abogados por los Derechos Humanos dice que siete activistas siguen en paradero desconocido. ¿Hay militantes del MDC desaparecidos?

No sé de ninguno. Sí fueron objeto de ataques, especialmente entre marzo y junio, pero eso es nuestro pasado. Estamos abriendo una nueva fase política. Esperamos aumentar los derechos de nuestra gente, no limitarlos.

Ahora que gobierna, su actuación tiene más visibilidad, y puede convertirse en un rival aún mayor para Mugabe. En otros países de África esa visibilidad ha desembocado en el asesinato político. ¿Teme por su vida?

El riesgo está ahí, pero no debería ser una distracción. No vas a dejar tu trabajo y tus responsabilidades porque temes la muerte o el asesinato. Creo que he aceptado que la atmósfera política está imbuida con el potencial de riesgo personal. Pero hay tantos zimbabuenses que han arriesgado sus vidas, sus posiciones, sus modos de vida, para ver este proceso democrático avanzar... Ellos son mi inspiración para seguir adelante. Me siento obligado ante ellos.

Una delegación de la Unión Europea visitó recientemente Zimbabue y decidió no mantener las sanciones. ¿Qué opina?

Los criterios que usa la UE para esa decisión son tema suyo. Los zimbabuenses están poniendo en marcha lo que acordaron. Puede o no complacer a otros pero, al menos, con la reapertura del diálogo entre Zimbabue y la UE estos temas se pueden hablar. Y antes no había diálogo. Ahora se puede hablar de todo y normalizar la relación.

¿Le puentea Mugabe? ¿Qué tal su relación con él?

Mi rol de primer ministro está perfectamente definido en el acuerdo: formular políticas y ponerlas en marcha. Consulto con el presidente y él está obligado por ley a consultarme en todos los temas. Hay poco espacio para acción unilateral. Pero claro, eso es más fácil decirlo que hacerlo. Todavía hay cosas que se hacen sin consultarme. Y me quejo.

Ha hablado de reforma constitucional. ¿Aboga por recortar los poderes del presidente?

Creo en un límite de mandatos. Y aunque no hace falta diluir los poderes del presidente hasta dejarle sin poder, sí creemos que tiene que haber mecanismos de control y de equilibrio por la judicatura y el Parlamento. Eso es la democracia.

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