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¿No estaba España virtualmente intervenida?

ERNESTO EKAIZER

El objetivo de déficit fiscal para 2012 es una caja de Pandora. Una realidad que la política partidista con vistas a las elecciones generales había difuminado a lo largo del último año, y que ahora vuelve a cobrar vida. El relato de Rajoy era que Zapatero era poco menos que una marioneta con la cual Bruselas hacía lo que quería. El PP se opuso al plan de ajuste de mayo de 2010. Y ahora resulta que todo lo que hizo el Gobierno socialista va el PP y lo reivindica. Primero en su 'folleto continuado' registrado ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el pasado 16 de febrero, en el que se asume por parte del Gobierno de Rajoy la continuidad entre la política de ajuste de Zapatero y la del Gobierno de Rajoy. Lo mismo ocurrió ayer en Roma.

Tanto el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, el finlandés Olli Rehn, como el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, reiteraron ayer que la consolidación fiscal, leáse política de ajuste, es el objetivo fundamental de la política económica que consagra el nuevo 'pacto fiscal' impuesto por Alemania, el cual será formalizado en la cumbre del 1 y 2 de marzo próximos.

El Gobierno de Rajoy busca, aparentemente, flexibilizar el objetivo de déficit público del 4,4% en 2012, para lo cual esperaba las nuevas previsiones económicas de la Comisión Europea para este año. Al presentar su vaticinio de que la economía española experimentará una caída de la actividad del 1% en lugar de crecer, Olli Rehn aclaró que España debe presentar sus presupuestos y en ese contexto explicar las razones por las cuáles el déficit sufrió en 2011 una desviación del 6% previsto al 8,2% final. Una vez hecho esto se hablará de los objetivos de déficit.

En una entrevista con The Wall Street Journal, Draghi explicó ayer que no se deben mezclar dos cosas diferentes: la consolidación fiscal y las reformas estructurales, entre ellas las del mercado laboral. Aunque no las ha mezclado explícitamente Rajoy, es evidente que el Gobierno español ha pretendido obtener, con una reforma laboral 'extremadamente agresiva', comprensión a la hora de abordar el objetivo del 4,4% de déficit.

'No hay una negociación factible entre las dos. La consolidación fiscal es inevitable en el marco presente, y compra tiempo necesario para las reformas estructurales. Echarse atrás en los objetivos fiscales provocaría una inmediata reacción del mercado. Los diferenciales de la deuda soberana y el coste del crédito subiría. Ya hemos pasado por esto', asegura Draghi en la entrevista citada. Y añade: 'No hay alternativa a la consolidación fiscal y no deberíamos negar que sus efectos son contractivos en el corto plazo'.

Horas antes Rajoy, en su rueda de prensa con el presidente del Gobierno italiano, Mario Monti, explicó una cosa que revela por dónde va el Ejecutivo español. Recordó que 'el Gobierno de España estableció el año pasado en su plan de estabilidad un objetivo del 4,4% y se trata de dar cumplimiento a unos compromisos que nadie nos impone, los asumidos voluntariamente'. En otros términos, viene a decir Rajoy, España no es como otros gobiernos rescatados a los cuales se les impuso una serie de objetivos por parte del BCE, el FMI y la Comisión Europea.

Por tanto, Rajoy estima que a la luz del cambio de coyuntura (del 2,3% de crecimiento previsto para este año por el anterior Gobierno, el 0,7% vaticinado por la CE y la nueva previsión anunciada ayer según la cual el PIB será negativo en un 1%) su Gobierno tiene libertad para fijar una nueva meta para 2012.

Parece que Rajoy quiere incluir nuevos recortes de gasto (quizá 10.000 millones de euros más sobre los 15.189 entre recortes y subidas de impuestos ya anunciados), pero no subir más impuestos. Tanto hablar de que España estaba virtualmente intervenida y que a Zapatero le imponían todo y, según se ve, Rajoy reivindica ahora su libertad para cambiar unos objetivos que se fijaron voluntariamente.

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