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"No somos ni socialistas ni liberales. Somos piratas"

En tres años, su formación se ha convertido en la tercera fuerza política de Suecia y ha conseguido dos eurodiputados 

SERGI TARÍN

Más de 50.000 miembros y 18.000 activistas. Es la tripulación del Partido Pirata sueco , que en tres años se ha convertido en la tercera fuerza política del país, la primera entre los menores de 30 años. Su capitán es Rick Falkvinge (Gotemburgo, 1972), un licenciado en Ciencias Naturales que militó en las juventudes del Partido Moderado y trabajó como jefe de proyectos en Microsoft. En 2006 fundó el Partido Pirata para combatir las medidas gubernamentales que criminalizan las descargas por Internet y permiten el espionaje de la correspondencia electrónica. En las últimas elecciones europeas consiguieron dos eurodiputados tras sumar el 7,1% de los votos. Falkvinge participó ayer en el III Encuentro del Foro del Cambio Individual al Cambio Global que se celebra en Valencia.

«Los gobiernos intentan ignorar el movimiento, e incluso hay quien pide nuestra ilegalización»

¿Cuál ha sido el eco del triunfo del Partido Pirata en el resto de Europa?

Las formaciones existentes han crecido y, donde no había, se han fundado. Es el caso de Chequia, Eslovaquia, Reino Unido o Suiza. Hemos demostrado que un partido nuevo, con pocos medios, puede tener éxito. También nos estamos extendiendo por América Latina, África y Oceanía.

¿Qué fuerza tienen en España?

«No hay que criminalizar herramientas que garantizan derechos»

Se está creando una estructura regional. Queremos aprovechar el pico mediático que podría existir en las elecciones en Suecia el año que viene.

Su éxito, ¿ha puesto nerviosos a los gobiernos y a la industria?

Los gobiernos intentan ignorar el movimiento. Las organizaciones supranacionales, como la Oficina Mundial de la Propiedad Intelectual, están escandalizadas. Incluso se ha pedido nuestra ilegalización.

Ustedes defienden derechos como la libertad de expresión, la intimidad o el libre acceso a la información. ¿Se consideran un partido de izquierdas?

No. Tenemos gente de un extremo a otro, desde el anarquismo hasta el totalitarismo. No somos ni socialistas ni liberales. Somos piratas. Todos tienen las puertas abiertas. El único requisito es respetar los derechos humanos. Somos una ideología en nosotros mismos.

¿Se sienten preparados para gobernar?

No nos planteamos gobernar solos. Pretendemos ser un partido bisagra e influir en las votaciones para introducir nuestro programa: fin de las patentes, sociedad de la información, derechos y libertades, cultura, transparencia... Y en el resto de temas, abstenernos. Si tenemos un ideario restringido no es porque no nos preocupen otros temas, sino porque es en estos asuntos donde tenemos una tesis clara.

¿Cuáles son los atropellos más flagrantes a los derechos en Internet?

El Acuerdo de Comercio Anti-Piratería [permitiría el registro de portátiles en aeropuertos] y el paquete Telecom [justifica el corte de la red sin orden judicial]. Nos quieren devolver al pasado. Las empresas discográficas y editoriales han tenido el control y quieren mantenerlo en Internet, pero no a través de las mejores ofertas ni de reconvertirse industrialmente, sino mediante una presión a los legisladores para que cambien Internet a golpe de ley.

¿Los gobiernos instrumentalizan estas empresas para justificar un mayor control de la ciudadanía?

No creo que exista una conspiración, pero es cierto que en todos los países se dice lo mismo para controlar Internet: luchar contra la pedofilia, contra el terrorismo, defender el copyright... Se utiliza como un pretexto para no perder poder frente a la sociedad de la información.

Los sistemas que garantizan el anonimato, ¿podrían convertirse en escondrijo para actividades delictivas?

Igual que un coche puede convertirse en herramienta para el tráfico de drogas o cometer crímenes. Sin embargo nadie pensaría en ilegalizar las empresas fabricantes de coches. No hay que criminalizar herramientas que garantizan derechos que existen en la declaración de los Derechos Humanos. Hay un juego del gato y el ratón entre la ley y la tecnología, y esta siempre va uno o dos pasos por delante.

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