Este artículo se publicó hace 17 años.
Los Nobel de Economía creen que el crecimiento de China favorece a EE.UU.
El crecimiento económico de los países pobres y el auge de China favorecen al bienestar social global y, en concreto, al mercado de Estados Unidos según explicaron a Efe Eric S. Maskin y Roger B. Myerson, que mañana recogen el premio Nobel de Economía 2007.
"No creo que tenga que haber un conflicto de superpotencias entre China y Estados Unidos. El mundo, en general, va mejorando y a las dos economías más fuertes les puede interesar que el otro tenga éxito", asevera Maskin.
Myerson, por su parte, confiesa que "la apertura de China a la inversión libre mercado ha significado uno de los acontecimientos más importantes de mi vida, en la manera que afecta al bienestar humano".
Los dos economistas, ambos estadounidenses, han trabajado sobre el diseño de mecanismos que Leonid Hurwicz (Moscú, 1907) había realizado tomando como base la teoría de juegos y, entre los tres, han conseguido, además del Nobel, sistematizar la toma de decisiones y la eficiencia de los modelos de mercado.
Hurwicz, doctor honoris causa de la Facultad de Económicas de la Universidad Autónoma de Barcelona en 1989, se ausentó en Estocolmo debido a su delicado estado de salud -con noventa años es el premiado con más edad de la historia de los Nobel- y leyó por videoconferencia un discurso titulado "¿Quién vigila a los que vigilan?" que, junto con las ponencias de Myerson y Maskin, dejaron patente la importante aplicación social de sus investigaciones.
Myerson, nacido en 1951 y que actualmente trabaja en la universidad de Chicago (EE.UU), no se hace, sin embargo, responsable de la incorrecta puesta en práctica de sus estudios.
"Trato de descubrir ideas que pueden ser usadas para potenciar el bienestar social, pero no anticipo, de ninguna manera, que no puedan ser usadas erróneamente. Tenemos que luchar por su buen uso de todos los recursos, incluso el de las ideas".
El economista, que ha profundizado especialmente en el campo de las subastas de bienes públicos y en la regulación, cita la célebre frase de Keynes: "Los hombres locos con autoridad oyen voces en el aire y destilan su frenesí sobre las palabras de un escritorzuelo académico".
"Yo no quiero ser el académico cuyas ideas sean tomadas por ningún hombre loco en la autoridad", prosigue, "soy un profesor, un teórico al que, como ha ganado el premio Nobel, algunos políticos prestan atención, pero no necesariamente escuchan".
Maskin asevera que "el desarrollo del Tercer Mundo y aliviar la pobreza es algo que debe ser importante para todo el mundo. Primero por una perspectiva moral, pero incluso si no crees en ofrecer riqueza a los pobres, también debes saber que reporta beneficios y ventajas al Primer Mundo, puesto que amplía el número de países con los que comerciar".
"Nosotros somos ciudadanos junto con los gobiernos y podemos hacer de la economía lo que queramos", continúa Maskin (Nueva York, 1950), quien imparte clases de Ciencias Sociales en la Universidad de Princeton (Nueva Jersey, EE.UU.).
"Si están fallando en las metas sociales", dice, "es debido a que no sabemos hacerlo y, precisamente, la teoría del diseño de mecanismos es lo que persigue, implementar la consecución de estas metas".
Myerson, "de manera intuitiva" cree saber dónde reside, en cambio, la raíz del problema. "No es mi campo de estudio", reconoce precavidamente, "pero creo que tenemos que entender primero cómo las sociedades más pobres resuelven tradicionalmente sus problemas para saber desde dónde tiene que iniciarse el desarrollo".
Igual que la teoría de juegos -que reportó, asimismo, el Nobel de Economía de 1994 a John C. Harsanyi, John F. Nash Jr. y Reinhard Selten- juzgó obsoleta la "mano invisible" de Adam Smith, Myerson no descarta que sus estudios puedan quedar invalidados por la evolución de los actores económicos.
"Creo que lo principios de análisis que hemos desarrollado pueden permanecer durante largo tiempo, pero me atrae la idea de que aspectos que ahora no considero muy interesantes lo sean de aquí a diez años", argumenta.
"Como investigador, tu gran fuerza es tu intuición acerca de cuál es una buena idea sobre la que profundizar", afirma, "pero aun si la elección no es la correcta, se debe continuar, puesto que quizá algún día sí lo sea".
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