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La noche en la que Praga aceleró la caída del Muro

Miles de alemanes del este lograron escapar a través de la Embajada de la RFA

GUILLEM SANS MORA

'Queridos compatriotas, hemos venido hoy aquí para comunicarles que su traslado' La frase cortada más famosa de la Historia la pronunció en Praga en la noche del 30 de septiembre de 1989 el ministro de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania (RFA), Hans-Dietrich Genscher.

Lo que la cortó fueron los gritos de júbilo de los alrededor de 4.500 refugiados de la República Democrática Alemana (RDA) que esperaban su oportunidad para pasar a la Alemania occidental en el recinto de la Embajada germano-occidental en la capital checa. Algunos esperaban desde hacía varios meses en unas condiciones de higiene deplorables. Sólo unos pocos pudieron oír el final de la frase, dicha desde el balcón del Palacio Lóbkovitz, sede de la Embajada: 'a la República Federal de Alemania va a ser posible'.

El sueño se iba a materializar en forma de un primer tren especial de los ferrocarriles de la RDA que cruzaría el territorio de la Alemania oriental flanqueado por miles de manifestantes que saludaban a los afortunados. El destino era la pequeña ciudad de Hof, en Baviera.

El viaje de once horas en tren fue un verdadero episodio de suspense. Las masivas manifestaciones espontáneas de apoyo a ambos lados de las vías no pudieron apagar por completo el temor a que todo fuera una trampa. Genscher había explicado que el trayecto tenía que pasar por suelo germano-oriental para evitar la impresión de que los refugiados se desprendían de su nacionalidad. Esa fue la condición de las autoridades de Berlín Este. Muchos no podían creer que la RDA dejara huir a miles de ciudadanos através de su propio territorio.

Los ciudadanos de la RDA se enteraron a través de la radio y la televisión del otro lado, de que trenes llenos de refugiados estaban recorriendo el país esos días.

El viaje de once horas en tren fue un verdadero episodio de suspense

Se produjeron algunos altercados entre fuerzas de seguridad y alemanes deseosos de subirse al tren. Los más graves ocurrieron en la estación de Dresde, cuando unas 20.000 personas rompieron el cordón de seguridad montado alrededor del edificio. Berlín Este ordenó la intervención de 700 policías y cuatro batallones del Ejército, además de un enjambre de trabajadores de la seguridad estatal Stasi, que finalmente lograron desalojar la estación usando la porra a diestro y siniestro.

El acuerdo entre las dos Alemanias fue posible porque el líder comunista Erich Honecker quería quitarse de encima el problema de los refugiados antes del 7 de octubre, cuando iba a celebrar con bombo y platillo el 40 aniversario de la fundación de la RDA. Pero el tiro le salió por la culata. Tras la partida del primer tren el 1 de octubre, la riada de refugiados seguía aumentando en la Embajada praguense. En cuestión de cinco días, un total de 14 trenes repletos de alemanes orientales abandonó la estación de Praga con destino a Hof. Unas 10.000 personas llegaron así al otro lado. En Hof, los refugiados fueron recibidos con flores, aplausos y regalos.

Estos trenes rompieron la parte checa del telón de acero. Los viajes fueron el preludio de las nuevas normativas de viaje que culminaron el 9 de noviembre, cuando el portavoz del Comité Central del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED), Günther Schabovski, anunció que todos los ciudadanos podían abandonar el país libremente. ¿Cuándo? 'En seguida'. El Muro de Berlín cayó esa misma noche.

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