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"O el fútbol o las motos', me dijo mi padre. Elegí al instante las motos"

Marc Márquez. Piloto de motos. Estaba predestinado. Su padre adora las motos, a su madre le gustan y él nació en un lugar que apesta a gasolina

NOELIA ROMÁN

Hay vocaciones que se adquieren en el vientre materno. A través del cordón umbilical, se inoculan en el ADN y, cuando el bebé nace, lo hace con cara y cuerpo de ... piloto de motos, por ejemplo. Eso podría alegar Marc Márquez (Cervera, Lleida, 1993) para explicar su empecinamiento por las motos desde que apenas alzaba un palmo del suelo. 'Es que mi madre trabajaba de voluntaria en el bar de la organización del Motocross de Bellpuig cuando estaba embarazada', cuenta el español más joven en ganar un Mundial (el de 125 cc, el curso pasado), con 17 años.

Su madre, Roser, compartía la afición del marido, Julià, un apasionado de las motos que trabajaba de voluntario en la organización del evento. El padre seguía todas las carreras del campeonato y se llevaba a su hijo siempre que podía. 'Y los fines de semana, nos íbamos a pasar la mañana al circuito, con nuestra mesita, las patatas y la neverita, como quien va a la playa', recuerda Marc con agrado. 'Y, cuando no era así, salía los domingos al descampado de delante de casa y daba vueltas y vueltas. Primero, en la bici; en cuanto pude, en la moto', añade. En aquel descampado se levantan ahora bloques de pisos. Y Marc Márquez da vueltas por los mejores circuitos del mundo, sobre una Moto2, con un título mundial a cuestas, y en busca de otro, de mayor categoría.

'La manera que tiene Pedrosa de alzar la moto al salir de curva impresiona'

Apenas había cumplido los 8 años cuando se le planteó un dilema al proponerle el club de fútbol del pueblo que formara parte del equipo. 'Mis amigos jugaban al fútbol y a mí también me gustaba. Hice unas pruebas en el Cervera, las pasé, me dijeron que me querían coger y cuando llegué a casa muy contento y se lo conté a mi padre, él me dijo: Elige; los partidos son en domingo y las carreras, también', rememora Marc. La alegría se desvaneció en cuestión de segundos. 'Pero le respondí inmediatamente: Las motos'. No tenía ninguna duda', asegura.

Visto así, se entiende que la vocación alternativa de este chaval fuera la de mecánico... ¡de motos! 'Si no podía ser piloto, al menos estaría entre ellas', razona. Pero esa duda se le disipó pronto. A los 5 años ya empezó a disputar sus primeras carreras. A los 8, el campeonato de motocross. Uno más tarde, la Federación Catalana de Motociclismo le dio acceso a un equipo profesional a través de la Copa de Promoción.

'A partir de entonces', destaca el joven piloto, 'mis padres ya no tuvieron que correr con los gastos que genera todo esto'. No con los suyos. Pero sí con los de su hermano, Àlex, tres años menor y también piloto. 'Pero él entró enseguida en el mismo equipo [el de Emilio Alzamora] y ahora compartimos rutinas. Estamos en casa juntos, vamos al gimnasio juntos, también a algunos entrenamientos..., y nos enfadamos como todos los hermanos, pero no hay rivalidad', asegura. Àlex, de momento, disputa el campeonato de España, paso obligatorio antes de dar el paso hasta el Mundial. Y aún está estudiando.

'Competir y estar rodeado de gente mayor te cambia el carácter'

Marc abandonó los libros tras el primer año de ciclo formativo en Administración. Ahora sólo estudia inglés, su idioma de trabajo. 'Compaginar los estudios con las motos se me hacía difícil, y yo tenía claro cuál era mi sueño', se justifica. Primero, ganar carreras; luego, llegar al Mundial, como su ídolo Dani Pedrosa. 'Empezó de muy pequeño, como yo, y tiene un pilotaje muy fino. Su manera de alzar la moto al salir de curva impresiona', describe.

Compartir circuitos con él y con las grandes estrellas del motociclismo le compensa todas las renuncias de chaval: 'Salir por la noche con los amigos, las chicas...'. 'Hay que saber llevar las cosas y separarlas. Eso, y estar rodeado de gente mayor, te hace madurar antes, te cambia el carácter', afirma Márquez. Por eso ha pasado unas vacaciones 'tranquilas, con amigos y familia, en el pueblo, sin viajes, ni prensa ni expectación...'. D

 

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