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Obama se alía con los sindicatos, a la caza de su voto

Quiere reforzar su alianza y conseguir su apoyo para las elecciones al Congreso del próximo otoño

ANTONIO LAFUENTE

Con una economía que no acaba de remontar y un paro oficial que no baja del 9,5%, el presidente de EEUU, Barack Obama, acaba de hacer un importante movimiento de acercamiento a los sindicatos, convencido como está de que no sólo hay que atender las exigencias y necesidades de Wall Street y los bancos sino también la de quienes más sufren la crisis, la clase media. 'Vamos a seguir luchando por una economía que funcione para todos, no sólo para unos privilegiados', dijo Obama a los líderes de la AFL-CIO, la mayor organización sindical del país, durante una reunión a comienzos de mes.

La reunión supuso el reconocimiento público de un cambio completo de política con respecto a su antecesor, George W. Bush, como él mismo explicó: 'La clase media ha estado luchando durante más de una década; diez años en los que los compañeros han sentido el aguijón de unos ingresos estancados, un crecimiento económico lento, una seguridad económica en declive y ocho años de una profunda animosidad hacia la noción de los sindicatos'. En efecto, los sindicatos no están bien vistos en EEUU ni por las empresas y gobiernos de los estados más neoliberales, que los restringen, ni por buena parte de los trabajadores.

Los trabajadores de las compañías con representación sindical ganan más

Lo de las empresas y los estados más capitalistas se entiende porque los trabajadores de las compañías donde hay representación sindical cobran más que los que no la tienen. Según datos de los sindicatos, un obrero de la construcción gana 18.000 dólares más que otro si en su compañía hay un comité de empresa; lo mismo ocurre en la educación o en el sector de la limpieza. Los beneficios se extienden, pues los sindicatos negocian mejores seguros médicos y planes de pensiones.

Esto es así porque cuando un mínimo de trabajadores exige representación sindical en una compañía, esta tiene obligación de negociar con aquella en lugar de hacerlo individualmente con cada empleado. Sin embargo, no es fácil lograrlo. Las empresas presionan a sus empleados para que no la pidan mientras en 22 estados, casi la mitad de los que hay en el país, está muy restringida por la llamada 'ley del derecho a trabajar'.

Los sindicatos, por su parte, han tenido una historia de discriminaciones raciales, divisiones internas, rivalidades y, peor aún, conexiones con la mafia, lo que tampoco les ha hecho muy populares entre los trabajadores, que durante mucho tiempo los vieron como representantes de los empleados blancos más acomodados. Por todos esos motivos, la afiliación es más bien baja: sólo el 12,3% de los trabajadores asalariados en EEUU pertenecía a un sindicato en 2009, según el Departamento de Trabajo.

Obama les promete una ley para facilitar la creación de comités de empresa

Obama sabe, no obstante, que los sindicatos son necesarios para salir de la crisis. Y los sindicatos saben que Obama está haciendo reformas que benefician a millones de empleados, como la sanitaria y la financiera.

Para reforzar esa alianza, Obama les prometió respaldar un proyecto de ley que facilite la creación de comités de empresa. A cambio, el presidente estadounidense les pidió su apoyo al Partido Demócrata en las elecciones parciales al Congreso y el Senado de otoño y les advirtió que, de no hacerlo, los mayores perjudicados serán los trabajadores pues volverán las políticas que permitieron 'la mayor crisis económica en generaciones'. 

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