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Obama fuerza una cumbre con los líderes palestino e israelí en EEUU

El encuentro con Abás y Netanyahu tiene pocas posibilidades de éxito tras el fracaso de Mitchell

ISABEL PIQUER

Barack Obama deberá usar todas sus dotes de persuasión para rescatar las escasamente existentes negociaciones de paz de Oriente Próximo, algo que no pudo conseguir su enviado especial en la zona, George Mitchell, después de una semana de intensas gestiones. El presidente estadounidense espera, sin embargo, que la foto diplomática de tres protagonistas sonriendo tensamente ayude a despertar el proceso moribundo.

El encuentro a tres bandas con el primer ministro israelí Binyamín Netanyahu y el presidente palestino, Mahmud Abás, tendrá lugar mañana en Nueva York, en vísperas de la Asamblea General de la ONU.

El presidente quiere resucitar el diálogo de paz con una mediación personal

Los dos hombres se reunirán por separado con Obama y luego se sentarán a la misma mesa, por primera vez desde que Netanyahu fuera elegido.

'Es otra muestra del profundo compromiso del presidente con una paz global en la que quiere involucrarse personalmente en este momento, cuando continuamos los esfuerzos para animar a las dos partes a crear un contexto positivo y reanudar las negociaciones', declaró Mitchell, al volver de sus cuatro días de mediación infructuosa.

La reunión es en realidad un esfuerzo voluntarista de la Casa Blanca para sacar el proceso del agujero en el que se encuentra, después de que Israel se negara a congelar la construcción de asentamientos en los territorios ocupados. El pasado viernes, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Susan Rice, no quería adelantar que fuera o no a producirse el encuentro.

El principal escollo es la negativa de Israel a congelar los asentamientos

Entre bastidores, Washington ya ha advertido que las expectativas son escasas pero que el mero hecho de la foto ya es un logro. 'Se trata sobre todo', dijo el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, 'de sentar las bases para relanzar las negociaciones'. Pero lo cierto es que las bases están seriamente dañadas. Lo llevan desde hace tanto tiempo, que nadie se acuerda de cuándo no lo estuvieron.

Las dos partes se culpan mutuamente de no lograr arrancar el motor del diálogo, suspendido el pasado diciembre después de que Israel y Hamás se enfrentaran en la franja de Gaza. El escollo principal en este momento son los asentamientos. El pasado viernes, Netanyahu ofreció a Mitchell congelar la actividad de las colonias durante nueve meses. El enviado de Obama buscaba una moratoria de un año y Abás desea que la suspensión sea permanente y que también incluya a Jerusalén Este.

Israel y Estados Unidos no están en el mejor momento de sus relaciones. La primera toma de contacto de Obama y Netanyahu, el pasado mayo en la Casa Blanca, no fue bien. Los dos responsables parecían estar en distintos planetas diplomáticos.

Pero Washington no quiere tirar la toalla. 'Les puedo asegurar que tanto el presidente Obama como yo somos muy pacientes y estamos decididos a seguir adelante', dijo hace unos días la secretaria de Estado, Hillary Clinton.

El cuarteto, el formato negociador compuesto por la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, que apadrina el proceso de paz, también se reunirá al margen de la Asamblea para tratar de sacar las negociaciones adelante.

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