Este artículo se publicó hace 16 años.
Obama hereda la estancada crisis nuclear norcoreana de la administración Bush
El negociador estadounidense en la crisis nuclear norcoreana abandonó hoy Pekín sin arrancar de Corea del Norte un protocolo para verificar el cierre de su principal reactor nuclear, una crisis que heredará el presidente electo, Barack Obama, de la administración de George W. Bush.
El estadounidense Christopher Hill abandonó esta misma tarde la capital china, según informó a Efe la embajada de EEUU, mientras continuaba la reunión de las delegaciones de ambas Coreas, Rusia, Japón y China en un último intento por plasmar la verificación sobre el papel.
El encuentro de los seis jefes de delegación, iniciado el lunes, se prolongó hasta hoy a las 19.30 hora de Pekín, cuando se firmó el documento por el cual los delegados se comprometen a reanudar la actual negociación "lo antes posible", informaron a Efe funcionarios chinos.
En esta tesitura, el próximo encuentro de un diálogo iniciado en 2003, y que no pudo evitar el primer ensayo nuclear norcoreano en octubre de 2006, se celebrará dentro del mandato de Obama, que asumirá el poder el 20 de enero.
El principal escollo en la actual fase de negociación, en la que se analiza la certeza del cierre del reactor norcoreano de Yongbyon a cambio de un paquete de ayuda energética, es que Pyongyang se niega a permitir el acceso de inspectores internacionales para que tomen muestras de suelo y desechos del reactor.
Estas muestras, que serían analizadas en el exterior, son fundamentales para verificar que Yongbyon no ha producido más plutonio tras su cierre, que se llevó a cabo el año pasado según el acuerdo logrado en el diálogo a seis bandas.
La reunión finalizada hoy se celebra después de cinco meses de estancamiento en los que Washington eliminó a Pyongyang de su lista de países patrocinadores del terrorismo, en octubre, mientras que el Norte se comprometió a permitir la verificación del cierre de su arsenal, del que sólo ha declarado hasta el momento Yongbyon.
Sin embargo, según informó esta mañana el delegado Hill, el Norte se muestra reticente a plasmar sobre el papel lo que expresó en palabras, y nada se sabe hasta ahora del supuesto programa secreto de enriquecimiento de uranio que, según Washington, Pyongyang estaba desarrollando, una acusación que disparó la crisis nuclear en 2003.
La volatilidad de esta crisis se plasma en las palabras del portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Sean McCormack, quien señaló ayer que no descartaba que el régimen estalinista regrese a "la lista negra" creada por Bush.
"Supongo que eso será siempre posible", señaló McCormack en rueda de prensa recogida hoy por la prensa china. "No sé muy bien los detalles de la legislación, pero creo que está basada en el comportamiento. Y tendremos que ver qué tipo de comportamiento muestra Corea del Norte", añadió.
Mientras tanto, se desconoce el estado de salud del líder norcoreano, Kim Jong-il, que en agosto sufrió una grave enfermedad que, según diversas fuentes, lo mantiene apartado de la vida política, por lo que el régimen podría vivir un cambio de liderato paralelo al estadounidense.
En este contexto, el negociador Hill ya adelantó esta mañana que la actual reunión pequinesa no iba a dar demasiados frutos.
China, anfitrión del diálogo y principal valedor del hermético régimen norcoreano, reconoció hoy las discrepancias: "Después de varios días de discusiones, hay acuerdos, pero también diferencias", señaló el portavoz de turno de la cancillería, Liu Jianchao.
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