Este artículo se publicó hace 15 años.
Ochenta años recordando al presidente Hoover
El 29 de octubre de 1929 se desató el crash bursátil más famoso de la historia
Belén Carreño
El Nobel de Economía Josep Stiglitz balbucea de indignación en una conferencia al tratar de calificar a los nuevos profetas del déficit: "Son, son, son... ¡hooveritas!". Bajo esta acepción también se acepta neo-hooveritas o retro-hooveritas los economistas identifican con desprecio el reflejo del pensamiento del presidente Herbert Hoover, que muchos creen condujo a Estados Unidos de una recesión a la Gran Depresión.
Y es que, ochenta años después de aquel 29 de octubre conocido como martes negro y que culminó con el mayor crash bursátil de la historia, algunos elementos se siguen repitiendo para desesperación de expertos y estupor de los ciudadanos.
Sin gasto públicoHoover, se convirtió en presidente de Estados Unidos escasos meses antes del estallido de la crisis y la primera medida que tomó para tratar de salir de ella fue aprobar una ley la Smoot-Hawley- que disparó el proteccionismo. La ley elevó los aranceles y frenó en seco el comercio mundial, lo que hundió la economía un peldaño más.
"Mientras la gente no sufra de frío o hambre, cuidar de ellos es una responsabilidad personal"
El segundo error de Hoover, que es el que mejor define al nuevo movimiento neohooverita, fue el de creer que lo peor de la crisis había pasado y que la recuperación sería "inminente", por lo que se negó a dar ayudas públicas. De hecho, llegó a prometer que mientras el presupuesto estuviera equilibrado, recortaría impuestos y la economía mejoraría sola. "Mientras la gente no sufra de frío o hambre, cuidar de ellos es una responsabilidad personal", aseguraba el presidente cuando ya la crisis había entrado en una fase más aguda tras haberse contagiado a Europa.
Casi tres años después del martes negro, Hoover decidió abordar el primer gran paquete de medidas de impulso público. Una decisión que llegó tarde, muy tarde, y que le costó a él la presidencia y al mundo diez años de depresión.
Esta secuencia de reacciones se parece, peligrosamente, a la que han elaborado algunos políticos a la hora de abordar este segundo año de la crisis moderna. Hasta ahora, los paralelismos con los años treinta se habían convertido en una suerte de letanía "la mayor caída bursátil desde la crisis del 29, la mayor inestabilidad financiera desde el crash...". Pero el mantra no ha evitado que en cuanto se ha superado la fase álgida de la recesión, identificada erróneamente con la marcha de los mercados bursátiles, se recojan velas y se apunte en la dirección que prolongó la crisis del 29.
Si los hooveritas no lo impiden, la recesión de 2008 no será una réplica de la de 1929
Por suerte, varios puntos rompen la evolución simétrica de la historia. El New Deal, que llegó con el presidente Franklin D. Roosevelt en 1933 y sentó las verdaderas bases de la recuperación económica mundial, se ha puesto en marcha en este caso a escasos meses del primer temblor del terremoto financiero. La coordinación internacional y el rápido desembolso de miles de millones de euros en ayudas públicas parecen haber cortado la primera fase de la recesión.
Además, el mullido colchón que conforma la sociedad del Estado del bienestar en los países occidentales ha sostenido a miles de familias. Aunque dramática, tampoco la situación del empleo ha llegado a los extremos de hace 80 años. A escasos dos años del inicio de la crisis, en Estados Unidos la tasa de desempleo se disparó por encima del 15%, mientras que ahora está por debajo del 10%. Los niveles de educación, sanidad e infraestructuras poco tienen también que ver con los de hace 80 años. Si los hooveritas no lo impiden, la recesión de 2008 no será una réplica de la de 1929, pero el curso de la historia aún está por decidir.
Los cien bancos quebrados de la crisis de 2008El Partners Bank de Naples, (Florida, EEUU) pasará a la historia por ser el banco número 100 que desaparece al otro lado del Atlántico bajo el peso de la crisis financiera de 2008. De forma sistemática, casi todos los viernes desde hace meses, la Reserva Federal de EEUU anuncia la intervención de entidades financieras y este último viernes el banco de Nápoles (en la traducción del inglés de Naples) completó la centena. En un mercado tan fragmentado como el estadounidense la cifra no es muy elevada. Baste recordar que en la Gran Depresión desaparecieron alrededor de 11.000 bancos, de los 25.000 que existían, y casi 4.000 sólo en 1933. En aquel momento no existía el Fondo de Garantía Federal que se creó en 1933 para generar confianza en el sistema bancario de Estados Unidos y que ha vuelto a tener un papel muy activo en esta crisis.
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