Este artículo se publicó hace 16 años.
"Olimpita" aleja la inmigración y el maltrato del "discurso biempensante"
¿No hay otra vida mejor de la que estoy llevando? Esa es la pregunta que se hacen todos los personajes de "Olimpita", un cómic que trata la inmigración y el maltrato alejándose del "típico discurso biempensante que reina todavía", comenta a Efe su guionista, Hernán Migoya.
"Olimpita" (Norma Editorial) es la primera obra en la que colaboran Hernán Migoya -guión- y Joan Marín -dibujo-, dos artistas multidisciplinares que cuentan en 150 páginas la llegada de Ass, un inmigrante senegalés, a Barcelona.
Sin amigos, sin papeles y sin ingresos, lo primero que hace Ass es recorrer los comercios de su zona para buscar trabajo. En un mercado del barrio de Gràcia conoce a Olimpita, una pescadera de origen andaluz que sufre en su casa el maltrato de Carmelo, su marido.
Ambos simpatizan y donde los demás ven a un pedigüeño inútil, Olimpita ve en Ass -que en inglés puede traducirse como imbécil, burro o culo- "la carta más valiosa de la baraja", y consigue que Carmelo le dé un trabajo en el puesto.
"Quería hacer un cómic costumbrista sobre dos temas que he vivido de forma bastante cercana y contar cómo es muy difícil que un inmigrante africano que no tiene dónde comer y dónde dormir se comporte como un santo varón", afirma Migoya, conocido por sus dos libros de cuentos, "Todas putas" y "Putas es poco".
Y no es que Ass acabe siendo un ladrón o un asesino, pero por las circunstancias en las que se mueve en la historia, su situación en la Ciudad Condal acaba haciéndose casi insostenible.
El senegalés y la andaluza comienzan una aventura y, a pesar de que las sospechas de Carmelo se traducen en palizas a Olimpita, la mujer decide sacrificar su salud por la fugaz felicidad que consigue junto a Ass.
Aunque con esta novela gráfica Migoya se distancie de otros trabajos anteriores y juegue al despiste con una obra de evasión, en "Olimpita" se aprecian buena parte del humor, el sexo y los giros de guión que caracterizan el estilo del guionista.
"Nuestra intención era que el público se enamorara de Olimpita", confiesa Migoya, quien plantea en muchas de sus obras la hipótesis de que "quizá la mayoría de la gente tiraría toda su vida por la borda a cambio de un instante de suprema felicidad".
Aunque esta "historia de amor" bien pueda sonar a serie de televisión, libro o película, disciplinas en las que los autores también se sienten cómodos, Migoya y Marín escogieron el tebeo para sacarla adelante.
Para el dibujante, un licenciado en Bellas Artes que ha pasado muchos años dedicado profesionalmente a la fotografía, el cómic era la mejor forma de desarrollar la idea de Migoya, porque "ofrece mucha más libertad creativa que otros medios".
"Con el tebeo intentas simplificar muchas cosas, ser más modesto y tener otro tipo de referentes", indica Marín, un meticuloso perfeccionista que ha llegado a redibujar ocho veces varias de las páginas del cómic.
Este afán de superación ha convencido tanto a Migoya que ya está preparando una segunda novela gráfica en la que repetirá con Marín como pareja artística.
Escritor y cineasta, además de guionista de tebeo -disciplina en la que ya consiguió un premio del Salón de Barcelona con "El hombre con miedo"-, Migoya prefiere el cómic cuando quiere darse más tiempo y perderse en detalles.
"En el cine se diluye la mirada del autor, pero con el cómic plasmo toda mi expresividad a través de otra persona, como ahora con Joan, al que he vampirizado durante un año y medio", bromea el guionista.
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