Este artículo se publicó hace 16 años.
La ONU debate la amenaza que supone el cultivo de biocombustibles
Los representantes de 189 países y de la Unión Europea se reunirán a partir de mañana en Bonn con la misión de avanzar en la lucha contra la extinción de las especies, en un congreso que abordará la potencial amenaza que supone el cultivo de biocombustibles para la naturaleza.
La Novena Conferencia de las Partes (COP9) de la Convención sobre Biodiversidad de la ONU, que concluirá el próximo día 30, buscará fijar unas líneas maestras comunes que sirvan de base "real" de consenso y permitan avanzar en el principal objetivo de la Convención: frenar la pérdida de biodiversidad en 2010.
Según el ministro alemán de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel -que ejercerá de anfitrión- el resultado del encuentro debería ser un borrador de texto que alcanzara carácter legal en el próximo encuentro del organismo, que se celebrará en 2010 en Japón.
Gabriel, que no ha descartado que la reunión termine en fracaso, emplazó a los miembros del organismo a adoptar "posturas flexibles" que permitan a la comunidad internacional salir de la "encrucijada" en la que se encuentra.
En el encuentro se debatirá por primera vez sobre la pugna que en muchos países enfrenta la protección de la biodiversidad con la tala indiscriminada de bosques y selvas para destinar esos terrenos al cultivo incontrolado de materias primas para la producción de biocombustibles.
Países como Brasil y Malasia están perdiendo parte de sus hectáreas de selva, en favor de vegetales como la palma y la soja que, paradójicamente, buscan reducir las emisiones de dióxido de carbono y proteger la naturaleza.
La conferencia abordará cuestiones como la conservación de los bosques, de los océanos, las montañas o las islas y se espera que se avance en la creación de una red mundial de áreas protegidas que, en el caso de las terrestres debería estar lista en 2008 y, en el de las marinas, en 2012.
La lucha contra la biopiratería será uno de los temas clave de Bonn pues, pese a los acuerdos alcanzaros en la última cita del organismo, hace dos años en Brasil, numerosos países en vías de desarrollo solicitan medidas más contundentes que obliguen a pagar una suerte de "canon" a quien comercialice sus recursos genéticos.
El llamado "Reparto de Acceso y Beneficios" (ABS, por sus siglas en inglés) es una de las tradicionales demandas de los países latinoamericanos y africanos, que exigen que se les conceda una compensación por la venta de productos, como los medicamentos, elaborados a partir de sus recursos naturales.
Durante el congreso, también se revisará el sistema de financiación de la protección de la biodiversidad, que se gestionan a través del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF).
Según Gabriel, la conferencia debe definir un nuevo sistema de ayudas económicas, que consiga que sea más rentable proteger los recursos naturales de un país que destruirlos.
Durante la recta final del encuentro, que contará con una nutrida presencia institucional, se presentará la iniciativa LifeWeb, por la que los miembros podrán presentar nuevos proyectos de áreas protegidas, para aspirar a ayudas de la organización.
Previa a la Novena Conferencia de las Partes, Bonn acogió esta semana la conferencia de la ONU sobre Bioseguridad, en la que se sentaron las bases para que los países que se hayan visto dañados por organismos transgénicos puedan pedir compensaciones a los consorcios productores.
La Conferencia de las Partes es el órgano máximo de la Convención sobre Diversidad Biológica (CDB), primer acuerdo mundial que aborda integralmente todos los aspectos de la diversidad biológica, desde recursos genéticos hasta especies y ecosistemas.
La CDB fue propuesta en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medioambiente y Desarrollo, bautizada como "Cumbre de la Tierra" que se celebró en junio de 1992 en Río de Janeiro.
Según la organización ecologista WWF, 1.600 millones de personas dependen para su supervivencia de los recursos naturales de bosques y selvas, que aglutinan al 80 por ciento de las especies terrestres, y que desaparecen a una media de 13 millones de hectáreas del año.
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