Público
Público

El orgullo de los 'txuriurdinak'

La Real Sociedad celebra su centenario en Segunda, pero con el recuerdo de la gloria pasada

ENRIQUE MARÍN

Como no podía ser menos, dada su atracción para lo comercial, la globalización también ha invadido el fútbol. Basta con salir al extranjero para que te pregunten: '¿Y tú de qué equipo eres, del Barça o del Madrid?'. Lo peor es que esa presuposición de bipolaridad empieza a ser habitual sin necesidad de abandonar el país. Sin embargo, y por fortuna para quienes siguen considerando el fútbol un sentimiento y no un simple negocio de emociones mejor o peor contadas, aún hay un halo de vida más allá de los dos grandes de nuestro fútbol.

Un ejemplo es Xabi, donostiarra y realista de cuarta generación, cuyos genes abarcan los cien años de historia que mañana cumple la Real Sociedad y cuya máxima ilusión no es jugar ni en el Barça ni en el Madrid. Para Xabi, la camiseta de la Real es como un pijama de rayas, y su sueño, defenderla algún día. Da igual que el club guipuzcoano no atraviese por sus mejores momentos y que sus gestas, con el gol de Zamora en El Molinón como máximo exponente, suenen muy lejanas. La Real transita por ese purgatorio que es la Segunda, donde paga los despropósitos y las actitudes fraudulentas de sus últimos dirigentes. Pero ni siquiera eso es un obstáculo para el sentimiento de tantos y tantos incondicionales realistas, cuya fidelidad se antoja ya infinita. La Real cumple 100 años y nadie diría aunque muchos lo piensen que lo hace a pesar del empeño de ciertos poderes fácticos que a punto han estado de llevarla a la desaparición. Los intereses personales, la pérdida de identidad y el secuestro al que el club se ha visto sometido en los últimos tiempos le hacen alcanzar su centenario con síntomas de agotamiento, aunque no de rendición por parte de quienes sienten la Real como suya, aunque se la hayan expropiado.

La Real celebra su Centenario en Segunda, pero con el recuerdo de la gloria pasada

No es fácil resumir cien años de historia en poco más de cien líneas. Por ello lo mejor es pasar de puntillas y detenerse en los momentos más significativos. Los orígenes de la Real están en la fina arena de la donostiarra playa de Ondarreta, curiosamente al amparo de un club ciclista. Tras conseguir el título de Copa de 1909, los futbolistas deciden separarse y el 7 de septiembre de ese año constituyen la Sociedad de Fútbol bajo la presidencia de Adolfo Sáenz Alonso. El 11 de febrero de 1910, Alfonso XIII concede a la nueva Sociedad el título de Real y el 5 de octubre de 1913 se inaugura el campo de Atocha. La triple final de Copa disputada (y perdida) en la temporada 27-28 en Santander frente al Barcelona es otro episodio digno de destacar. Un año después, se estrena el primer campeonato de Liga y ahí está la Real, que debuta el 10 de febrero de 1929 con el derbi frente al Athletic.

La década de los treinta fue una de las más complicadas junto a la actual, pues el equipo estuvo a punto de bajar a Tercera. El 14 de abril de 1931 se proclama la II República y el nuevo régimen suprime todos los títulos y símbolos monárquicos. La Real pasa a llamarse Donostia F.C. La progresiva profesionalización del fútbol, fue la causa de las dificultades económicas por las que atravesó el club. La apuesta por la cantera con la creación del Sanse (1957), el filial del que luego saldría el equipo campeón, marca los siguientes años, en los que se volvió a rozar un título de la mano del Tío Benito.

Dejada atrás la leyenda del equipo ascensor, el 23 de abril de 1967 la Real regresó a Primera en Puertollano para quedarse en ella durante 40 años. La primera clasificación europea fue el prolegómeno a la década de los ochenta, la más gloriosa del club, en la que llegaron dos títulos de Liga, dos subcampeonatos, una Copa del Rey, una Supercopa, el récord de imbatibilidad, unas semifinales de Copa de Europa... La Real se hizo grande gracias a su cantera y a unos valores inquebrantables. Sólo en la temporada 2002-03, con otro subcampeonato liguero y la primera clasificación para la Liga de Campeones, se volvió a rozar la gloria.

En 1992 el club se transformó en Sociedad Anónima Deportiva y un año después se mudó de Atocha a Anoeta. Estos dos cambios, aparentemente positivos, resultaron a la postre perjudiciales. La inestabilidad institucional acabó en crispación social bajo el mandato de Astiazaran y en descomposición deportiva. Fichajes como los de Clemente o Lotina, continuos cambios de presidente (siete en ocho años) y una política de fichajes cada vez más desacertada acabaron con el descenso a Segunda en 2007.

Puestos a elegir un once ideal, lo más justo sería alinear a los bicampeones de Liga, por sus gestas y porque representan los valores de la Real. La fidelidad de Arconada, la sobriedad del difunto Celayeta, la nobleza de Górriz, el carácter de Kortabarria, la humildad de Olaizola, el pundonor de Alonso, la regularidad de Diego, el talento de Zamora, la raza de Idígoras, el olfato goleador de Satrústegui y el virtuosismo de López Ufarte. Ellos fueron, son y serán los estandartes de la verdadera Real. La que sigue latiendo en el corazón de los txuriurdinak, a pesar de que cada vez hagan más difícil ser de la Real.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias