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Oriol Amorós, sobre el referéndum en Catalunya: "La única posibilidad es pasar a los hechos"

Esquerra Republicana de Catalunya anima a la comunidad educativa a defender la inmersión lingüística actual frente a una resolución judicial que obliga a introducir contenidos en castellano en el 25% del horario lectivo.

MARIÀ DE DELÀS

'Las cartas están echadas. Las posiciones están muy definidas'. Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) da por seguro lo que el gobierno de Mariano Rajoy dice que es imposible y muchos consideran improbable: el 9 de noviembre de este año los ciudadanos de Catalunya serán llamados a las urnas para contestar a las preguntas pactadas por las fuerzas políticas catalanas que defienden el derecho a decidir: ¿Quiere que Catalunya se convierta en un Estado?  Y en caso afirmativo, '¿quiere que este Estado sea independiente?'. El vicesecretario general de ERC, Oriol Amorós, responsable de Comunicación y Estrategia, mide bien las palabras al hablar de una eventual negociación en torno a la consulta.

'Si el gobierno de Rajoy quiere hacernos alguna propuesta, sin duda la vamos a escuchar, sin duda vamos a hablar de lo que haga falta para organizar una consulta, pero tal como hoy están las cosas, y dado que el Gobierno se ha negado al diálogo, totalmente, cerradamente, sin abrir ninguna fisura, nosotros vamos a mantener la pregunta y vamos a mantener la fecha'. Aunque mantiene que hay margen para negociar, sentencia: 'La única posibilidad es pasar a los hechos. Nosotros hemos pactado una pregunta con los partidos y no la vamos a cambiar en el marco actual'.

Amorós, al igual que el presidente de su partido, Oriol Junqueras, habla con el sosiego que le proporcionan algunas encuestas, que ya hace meses que pronostican que en las próximas elecciones, su partido, ERC, se convertirá en primera fuerza política de Catalunya. Pero procura no alardear de ello, porque lo que pretende es poner el acento en otro mensaje: 'Ahora estamos con una prioridad que no es de partido, es de país, para que los catalanes puedan decidir sobre su futuro. Y para conseguir esto tenemos un acuerdo con CiU, con Iniciativa per Catalunya y con la CUP. Vamos a priorizar la relación con estas tres fuerzas políticas para hacer posible el proceso, y por lo tanto las discusiones entre estas fuerzas pasan a un cuarto o quinto plano. Lo primero es que los catalanes puedan decidir qué futuro o qué estructura política quieren. Esta es nuestra prioridad. Cuando este proceso haya terminado, que terminará y terminará bien, y tengamos una situación nueva, entonces la izquierda presentará sus candidatos y la derecha, los suyos'.

¿Y si prohíben la consulta?

Evidentemente hay que organizar la consulta con un marco jurídico análogo al de la realización de cualquier otra. La gente tiene que poder participar en una consulta en la que haya habido posibilidad de defender todas las opciones, en la que las instituciones impulsen la participación pero no orienten el voto, que se celebre en edificios públicos, custodiados por la autoridad pública, con un censo público, con unas mesas electorales normalizadas, etc. Toda esta normativa puede hacerse en el marco catalán, que garantice condiciones razonables. Puede ser que tenga la oposición del gobierno español, pero entonces, sin duda, se buscará el amparo de la legalidad internacional, que el gobierno español no puede cambiar. Hay unos principios jurídicos democráticos reconocidos internacionalmente. Es verdad que en muchos procesos de independencia, incluso los que se han producido democráticamente, a través de votaciones, el marco jurídico del Estado precedente no contemplaba esta posibilidad. Si no hubiera habido nunca un cambio del marco jurídico de la legalidad precedente, la inmensa mayoría de los estados que hoy existen en el mundo no existirían

¿Y si triunfara el 'no'?

Si gana el 'no', nosotros vamos a respetar el resultado, como hemos hecho siempre, cuando en el mapa político catalán el independentismo no era mayoritario. Ahora que el independentismo es mayoritario, pedimos lo mismo, el mismo respeto que hemos tenido nosotros hasta ahora.

¿Y qué hay de aquellas  posibles elecciones plebiscitarias que bastantes políticos catalanes plantearon para el caso de que no fuera posible la convocatoria de un referéndum?

Desde Esquerra Republicana nunca hemos especulado con escenarios alternativos a la consulta y nos vamos a mantener fieles a ello. Puede haber politólogos, periodistas, incluso políticos que especulen con escenarios alternativos, pero nosotros no lo haremos, porque creemos que lo que da sentido a todo es preguntar. Tenemos una fecha y una pregunta que nos parecen consensuadas, que tienen el respaldo de los sindicatos, de una parte de la patronal, no toda, de todos los partidos que se presentaron a las elecciones con un programa que incluía la consulta —excepto el PSC—, que tiene un amplio respaldo de entidades cívicas... Por lo tanto nuestro escenario es éste y no especulamos con escenarios alternativos.

¿Y en las elecciones europeas? ¿Cada uno a su aire?

Sin duda hubiera sido una posibilidad intentar que todos los defensores del derecho a decidir concurriéramos juntos, pero son unas elecciones europeas, con lo cual el tema de debate y los programas electorales van a hablar de muchas más cosas. Yo creo que los grandes temas europeos en este momento son la integración europea, pero sobre todo el crecimiento de la desigualdad dentro de Europa y el debilitamiento del estado del bienestar. Y ahí nuestro discurso y el de CiU no se parecen mucho, la verdad es que son bastante contrapuestos en muchos aspectos. Nosotros vamos a defender una fiscalidad más alta, con una mayor participación del sector público, con un estado de bienestar más fuerte, con mucha más capacidad redistributiva y CiU defiende otras propuestas en unos casos, cercanas; y en otros, muy lejanas.

¿ERC está entonces más cerca de las propuestas de Iniciativa per Catalunya?

Las coincidencias programáticas con Iniciativa per Catalunya son muchas, la experiencia de colaboración conjunta en el Gobierno de Catalunya fue importante y muy positiva y, además, la confluencia en la defensa del derecho a decidir, también ha sido muy positiva, por lo tanto vemos que con ICV hay un futuro de colaboración seguro en el ámbito municipal y en otros muchos. Nosotros creemos que estamos construyendo un nuevo país y en este nuevo país habrá que reorganizar la izquierda. Estamos seguros de que en la Catalunya independiente la izquierda va a ganar las elecciones, porque Catalunya es progresista, profundamente progresista. Y si la izquierda no ha ganado las elecciones en la Catalunya autonómica ha sido porque tenía puntos de vista distintos sobre cómo organizar la relación entre Catalunya y España. En el momento en el que esta relación se dé en un marco de igualdad dentro de la Unión Europea, esta diferencia no existirá y la izquierda será mayoritaria en Catalunya.

Los socialistas hablan de reforma constitucional y ustedes parece que no renuncian a que den apoyo a la consulta. ¿Puede haber algún punto de encuentro?

Hay un gran punto de encuentro con muchos socialistas catalanes, yo diría que casi la mayoría de alcaldes y concejales, con tres diputados, con prácticamente todos los miembros del gobierno de José Montilla, exceptuando al propio Montilla y a una consejera, así que fíjese usted si hay socialistas catalanes con los que es posible un acuerdo, pero nos parece que Rubalcaba ha engañado a la dirección actual del PSC con mucha maestría. Se dijo que la Conferencia de Granada era el momento de la reconciliación, el momento en el que el PSC y el PSOE pactaron y se pusieron de acuerdo. En aquella conferencia, al PSC no se le dio la palabra. Se le mencionó, se le aplaudió, Navarro se emocionó, pero no pudo hacer uso de la palabra. ¿Y dicen que en Granada lo arreglaron todo? La verdad es que hay que felicitar a Rubalcaba por su habilidad, pero hay que decirle al PSC que le engañaron.

¿Qué opina de la resolución del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya  que obliga a que el castellano esté presente en el 25% del horario lectivo de algunas escuelas para garantizar su presencia como lengua vehicular?

A veces da la impresión de que quienes más hablan de riesgo de fractura social son los que más la desean. Hay que decir a la gente que los lazos humanos y el sentido cívico en Catalunya son mucho más importantes que los intentos de provocar esta fractura. La resolución del TSJC intenta crear conflicto en las escuelas, porque por primer vez traslada a los directores la obligación de desobedecer la ley vigente, que forma parte del ordenamiento jurídico actual. La respuesta de la comunidad educativa debe ser la defensa del modelo educativo que democráticamente nos hemos dado.

En todas las familias, en todos los grupos de amigos hay personas que hablan dos lenguas distintas. Es casi imposible encontrar una familia en Catalunya en la que no haya alguien que tenga como primera lengua una distinta de la del resto de la familia. Catalunya, para que se entienda, en el año 1900 tenía dos millones de habitantes. El crecimiento vegetativo de esta población, si no hubiera habido entradas ni salidas, nos llevaría a ser hoy 2.750.000, como dice el Centre d'Estudis Demogràfics, y sin embargo, somos siete millones y medio. En Catalunya sólo el 29% de los catalanes hablan en catalán con sus abuelos. Alrededor del 35% lo hacen con sus padres. Aproximadamente el 40% habla catalán con su pareja y alrededor de un 45%, con sus hijos. El catalán no es una lengua de resistencia de una minoría que habita en unas montañas y está allí encerrada. El catalán es la lengua que hemos decidido democráticamente compartir y forma parte de la identidad de los catalanes el hecho de asumir como lengua propia la catalana, sin renunciar, por supuesto, a la lengua materna.

Aquí nunca pedimos a nadie que renuncie a ser quien es ni al lugar de dónde viene ni a la lengua de su familia o de sus antepasados. No se puede violentar a una persona y pedirle una transformación de este tipo, pero sí invitamos a todos a compartir también la lengua catalana. Por lo tanto, es un pueblo y es una identidad más de futuro que de pasado, es una identidad más de elección que de herencia, es una identidad-propuesta, es una identidad-proyecto. Y esto le da una capacidad de integración que la gente que ha venido a vivir a Catalunya la conoce y la ha vivido. Eso a veces no lo entienden los que vienen de una idea de identidades nacionales de imposición, de herencia y de pasado glorioso. Por ejemplo, hay dos millones de personas que pueden sentir un vínculo emocional muy fuerte con Andalucía, incluso autoidentificarse como andaluces, pero lo que son es dos millones de catalanes que además tienen otros sentimientos de identificación. Sin duda alguna son catalanes. Incluso uno de ellos fue presidente de Catalunya, con los votos de Esquerra Republicana, José Montilla.

Fuera de Catalunya, mucha gente se frota los ojos ante el ascenso del soberanismo y se pregunta: ¿qué ocurre?

Catalunya es una nación que durante mucho tiempo creyó que no tenía posibilidades de devenir Estado y por lo tanto no se lo planteaba. Cuando hemos entrado en democracia, la gente, que se siente más libre, en un marco europeo, con una democracia de mayor calidad, ha decidido que la palabra imposible en democracia no puede existir. Se ha roto ese techo de cristal y con la posibilidad deseada y querida que antes se veía como muy lejana. La gente ha tomado una decisión adulta: si esto lo queremos una mayoría ¿por qué no puede ser posible?

¿No temen que un momento dado cunda el cansancio?  Todas las movilizaciones sociales  tienen sus ciclos, ¿no?

Este ciclo va para largo. Esto no es un subidón, como se dijo, que luego pasaría. Llevamos un ritmo de movilización creciente, de una magnitud enorme, desde hace ya bastantes años. Es una progresión constante, creciente, y además con una confianza e ilusión muy grande. La libertad es una cosa que cuando la pruebas, no renuncias a ella. Siempre necesitas dosis mayores. Y lo que ha sucedido es que la gente ha dicho ¿por qué no podemos decidir sobre el marco político? Y está convencida de ello y lo ve obvio, posible. Pero al gobierno español lo siente lejano, la respuesta que le da es poco empática, porque hasta ahora, el Gobierno español ¿qué nos ha dicho? Una: que no vamos a decidir, que les es indiferente nuestra opinión. Dos: que si no estamos con ellos nuestra vida va a ser una desgracia. Es decir que nos menosprecia, que menosprecia nuestra capacidad de autogobierno. Tres: que nos van a ocurrir un montón de desgracias que, sin decirlo, lo que nos dicen es que las van a provocar ellos mismos, o que tienen intención de hacerlo. 'Si ustedes deciden ser independientes no van a entrar en la Unión Europea', pero quieren decir, 'les vamos a vetar en la Unión Europea'. O 'no van a estar en el euro', pero quieren decir, 'les vamos a vetar en el euro'.

Otra cuestión, que es un debate muy interesante que en Público aparece a menudo, es si nos conviene o no nos conviene el euro o la Unión Europea. Con estos mensajes de 'no me importa su opinión, usted no se sabe gobernar y, además si un día se quiere gobernar y decide ir por su cuenta, voy a hacer todo lo posible para que le vaya mal', ¿a quién quieren convencer? Se olvidan de una cosa fundamental. Están en una democracia, los gobernantes deben ser como mínimo respetados por sus gobernados y sus gobernados deben sentir un mínimo de identificación con sus gobernantes. Pero, claro, unos gobernantes que cuando vienen a Catalunya hablan de romper España a machetazos, con un lenguaje ajeno al de las personas normales, la capacidad de empatía es nula. Lo tienen bastante mal. Están haciendo bastante mal su trabajo, si es que nos quieren convencer de algo.

Una vez proclamada la independencia, si se proclama, hay quien prevé, a la vista de otras experiencias, un cierto empobrecimiento. O por lo menos un período de empobrecimiento. ¿Contemplan ustedes la posibilidad de tener que pedir sacrificios a la población?

Si el proceso es democrático, pacífico, dialogado y pactado, no sólo no habrá ningún período de empobrecimiento sino todo lo contrario. Habrá muchas más posibilidades, desde muchos puntos de vista. En primer lugar está la cuestión fiscal. En Catalunya en el año 2012 se pagaron 67.000 millones de impuestos, de los cuales la Generalitat gestionó 36.000. La diferencia, una parte es inversión del Estado en Catalunya en forma de pensiones y clases pasivas, pero siguen sin aparecer 17.000 millones. Sin duda con la independencia habrá elementos pactados con el gobierno español que a lo mejor implican una cierta transferencia de recursos durante un cierto tiempo, por el pago de la deuda o de lo que sea, depende de los acuerdos a los que se llegue, pero ésta es una primera cuestión.

Hay una segunda más de fondo y más importante. Para nosotros el gran problema de la economía española ha sido el enorme peso que han tenido las clases extractivas. Es decir, uno mira las empresas que influyen en el Gobierno, las principales empresas que están en el IBEX35 o las principales empresas que están en los papeles de Bárcenas, y se ven muchas que tienen una relación muy fuerte con lo que dice el BOE, empresas de construcción, monopolios, los bancos, etc. Nosotros, si queremos ser independientes, también es porque queremos tener una política económica más basada en la economía productiva, en el interés de la pequeña y mediana empresa, una economía muy abierta y muy exportadora. En estos momentos, las exportaciones per cápita de Catalunya se encuentran en séptimo lugar en la Unión Europea, justo por detrás de Dinamarca y justo por delante de Suecia. En porcentaje de apertura de la economía, estamos también en quinta o sexta posición. Las empresas catalanas se han acostumbrado a vivir y a crecer alejadas del poder, exceptuando un par de bancos, pero las empresas catalanas, las que crean trabajo, son muy exportadoras, con mucha relación con los mercados exteriores.

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