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De padres a hijos, de hijos a padres

Los expertos desaconsejan que los conflictos familiares lleguen al juez y abogan por la mediación como herramienta

OLIVIA CARBALLAR

Luis, de 14 años, se engancha a la Play. Su padre, al llegar del trabajo, le pide que deje de jugar y estudie. No hay respuesta. Hasta que el padre, ya con cierta dosis de cabreo, corta la luz. Luis empieza a patalear porque estaba a punto de pasar de fase. Se niega a hacer los deberes, grita cada vez más fuerte y vomita insultos más grandes que él. Su padre lo agarra del brazo y lo saca a la calle con la amenaza de que pasará ahí toda la noche. La escena no es excepcional, sucede a diario en muchas familias y, en la mayoría de los casos, se resuelve bien: a los diez minutos, Luis, tras negociar con su padre, vuelve a entrar en la casa con la promesa de que hará las tareas escolares.

Sin embargo, en los últimos meses, enfrentamientos similares entre padres e hijos han saltado de la escena doméstica a la judicial con sentencias que han alimentado el debate. La última, de un juzgado de Oviedo (Asturias) que condenó a seis meses de cárcel la semana pasada a una madre por propinarle un puñetazo en la nariz a su hijo de 11 años del que tardó en curar diez días. 'Todo el mundo tiene derecho a una tutela judicial efectiva, pero también a resolver las cosas por sí mismo, y la mediación va en esa dirección, es como una medicina preventiva', explica Javier Alés, profesor de Derecho y director del Curso de Especialista de Mediación Familiar, de la Universidad Pablo de Olavide.

Alés pone como ejemplo un símil bastante gráfico: 'Si sé el fármaco que le tengo que dar a mi hijo para que le baje la fiebre, se lo doy; luego, si es necesario, lo llevo al hospital', aclara Alés, que insiste en que la mediación no es una mera forma de oxigenar los juzgados, sino una vía complementaria. En el caso de Oviedo, según la sentencia, el niño dijo que la madre ya le había pegado a él y a su hermana otras veces. La sentencia da cuenta de que la madre muestra resentimiento hacia el padre, del que está separada, e insinúa que perjudica a sus hijos. El padre no le dio entonces importancia a las quejas de sus pequeños.

En Málaga, hace poco, se dictaron nueve meses de cárcel para una madre por echar de casa a su hijo, de 15 años, al que quería darle un escarmiento. El pasado diciembre, otra madre, en Pozo Alcón (Jaén), fue condenada a 45 días de prisión posteriormente se elevó a 67 y a estar alejada más de un año de su hijo por darle una bofetada. ¿Deben llegar estos conflictos a los tribunales? La respuesta mayoritaria de los expertos es negativa. Hay que hablar. Y la mediación familiar se convierte en una herramienta de entendimiento.

'Con la mediación hay una persona que escucha a las dos partes sin tener que acudir a un juez, soy una firme partidaria', defiende Ana Guil, catedrática de Psicología Social de la Universidad de Sevilla. Guil, no obstante, matiza que la responsabilidad no es sólo de las madres: 'Estoy cansada de que se culpe siempre a la mujer, la responsabilidad es de todos, del padre, de la madre, de la sociedad'.

Desde 2001, el programa de Mediación Familiar en Andalucía ha ayudado a resolver antes de llegar al juez casos en los que estaban afectados 4.700 menores, según la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social. No sólo los niños tienen que poner de su parte. Los expertos inciden en la necesaria colaboración de los padres. 'Los chicos se creen ya mayores y los padres mantienen las mismas reglas que con 10 años', prosigue Alés. El 90% de los conflictos sometidos a mediación se resuelven con éxito, dice.

Según Roberto Martínez, profesor de Psicología de la Universidad de Sevilla, el éxito se sustenta en que las partes escuchan y se sienten escuchadas. 'La mediación ofrece la posibilidad de mantener una nueva forma de conversación, más útil, y ayuda a comunicarse en un entorno de respeto', aclara Martínez.

La importancia de este método ha llevado a varias comunidades a elaborar sus propias leyes sobre mediación. El pasado febrero, Andalucía aprobó la suya, fundamentada en las transformaciones de la sociedad y en la compleja realidad de la estructura familiar con nuevas formas de convivencia. El profesor Alés va un paso más allá: 'Esta complejidad lleva a aclarar que las formas tradicionales de resolución de conflictos, como la judicial, no dan respuesta suficientemente satisfactoria'.

De hecho, la Justicia tuvo que rectificar en el caso de la madre de Jaén, finalmente indultada, al admitir que la condena era perjudicial. Este argumento es el que ahora ha servido al juzgado de Málaga para desestimar la retirada de la custodia que había pedido el fiscal: 'Sacar al menor de su entorno familiar sería más perjudicial', concluye el fallo. En cambio, en el caso de Oviedo, la jueza ordenó investigar también los malos tratos a la hija. Quizás con una buena mediación a tiempo se hubiera evitado el puñetazo en la nariz.

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