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"Paisajes florecientes" después de la reunificación

Thilo Schäfer

Cuando esta tarde los líderes mundiales pronuncien sus discursos grandilocuentes y las luces iluminen la Puerta de Brandeburgo, muchos alemanes del Este recordarán los sueños y esperanzas que en ellos despertó aquella noche de noviembre de 1989. Muchos se acordarán de las palabras de Helmut Kohl que auguraba a la antigua RDA 'paisajes florecientes' tras la reunificación.

Es cierto que Alemania del Este ha dado un salto impresionante debido a una inversión pública sin precedentes. Pero veinte años después de la caída del Muro, gran parte del Este sigue siendo un páramo económico, donde el paro duplica las tasas de la parte occidental del país.

Las ayudas al paro permiten un nivel mínimo de vida. Pero los parados de mayor edad, cuya experiencia laboral durante el socialismo ha resultado inútil para el nuevo sistema, insisten en que esta subvención no compensa la dignidad de tener un trabajo. En la RDA, por lo menos cada uno tenía alguna función, dicen.

Los alemanes del Oeste, a cambio, suelen lamentar que los compatriotas del lado oriental son unos quejicas sin iniciativa propia. El precio de la libertad es asumir una mayor responsabilidad, se les suele predicar.

El estallido de la crisis económica, provocada por la desmesura de unos pocos y el fracaso del Estado como mecanismo de control, ha hecho reflexionar a más de uno en Alemania Occidental.

Sin duda, Merkel, Sarkozy y Brown hoy preferirán exaltar el valor de la libertad en vez de hablar de las deficiencias del orden económico que se ha impuesto desde entonces.

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