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"Pájaros muertos" muestra un verano distinto en una burbuja irreal

EFE

"Pájaros muertos", la primera película dirigida por Guillermo y Jorge Sempere, transcurre durante un verano en el que se altera la vida idílica en la burbuja irreal que supone una urbanización cerrada de alto nivel, a partir de la aparición de varios cadáveres de aves.

Los directores, que son primos, admiten como referencias cinematográficas de su historia, que se presenta hoy en la sección oficial del Festival de Cine Español de Málaga, títulos como "Pequeña Miss Sunshine", "American Beauty" o "Las vírgenes suicidas".

Jorge Sempere ha afirmado en rueda de prensa que un proyecto así, al que han dedicado los últimos tres años, "se levanta con mucho esfuerzo", ya que también son los productores, por lo que "todo lo bueno y lo malo que tenga la película es culpa nuestra".

Para Guillermo Sempere, lo que se suele denominar cine independiente "es el más dependiente, porque que se depende de todo el mundo y de que te echen una mano".

En el proceso de creación de la historia intentaron que fuera "lo más original posible, pero a veces hay una autocensura, porque uno mismo se pone barreras" al tratarse de una primera película, algo que espera que desaparezca en próximos proyectos.

La actriz Silvia Marsó considera que la aparición de los pájaros muertos es sólo "un pretexto para mostrar lo que ocurre en familias felices, que tienen un nivel social alto o lo aparentan", cuando se produce "la ruptura del espejismo en el que viven".

Estas "grietas soterradas de la sociedad, que no aparecen hasta que ocurre algo que nos afecta", es "algo muy reconocible en la sociedad occidental actual", según Marsó.

Su marido en la pantalla es Alberto Jiménez, quien ha calificado la película como "una comedia amarga", puesto que "tiene un toque de comedia que hace al principio que se entre en la historia, y en un momento dado gira hacia un lugar que deja un poco de desazón".

El otro matrimonio protagonista es el que encarnan los actores argentinos Eduardo Blanco y Claudia Fontán, cuyos personajes pasan por estrecheces económicas después de fracasar su negocio de venta de algas.

Fontán ha asegurado que el guión fue la razón que les impulsó a embarcarse en este proyecto, porque era "muy alentador y muy atractivo y permitía imaginar la película".

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