Este artículo se publicó hace 15 años.
Pakistán apela a la calma tras el atentado en Karachi
El ministro del Interior de Pakistán realizó el martes un llamamiento a la calma en la capital comercial del país, Karachi, donde los propietarios de negocios evaluaban los daños después de que se produjeran disturbios en el centro de la ciudad a raíz de un atentado suicida en el que murieron 43 personas.
El atentado durante una procesión chií en Karachi puso de relieve los múltiples retos en materia de seguridad que afronta el aliado de EEUU, que cuenta con armamento nuclear, en un momento volátil para el presidente Asif Ali Zardari.
El Gobierno lanzó una operación de seguridad en octubre contra los milicianos talibanes vinculados a Al Qaeda en sus bastiones tribales en el noroeste de Pakistán y en represalia se han producido numerosos atentados que han provocado cientos de muertos en todo el país.
El ataque en la principal ciudad paquistaní puede ser simplemente parte de una serie de atentados diseñados para extender el pánico o un intento por desencadenar un derramamiento de sangre sectario para aumentar la presión sobre las fuerzas de seguridad.
Las fuerzas de seguridad paquistaníes patrullaban por calles prácticamente desiertas.
"Insto al pueblo de Karachi a continuar siendo pacífico. Este es el núcleo económico de Pakistán", dijo a periodistas el ministro del Interior, Rehman Malik, tras acudir al funeral de un soldado paramilitar que las autoridades creen que se abalanzó sobre el suicida.
"Cualquiera que intente desestabilizar Karachi en realidad está desestabilizando Pakistán".
El Gobierno provincial de Sindh, cuya capital es Karachi, declaró el día como no laborable, aunque los bancos y la bolsa abrieron. El transporte público no funcionaba y la mayoría de las tiendas y los surtidores de gasolina fueron cerrados después de que los partidos políticos y religiosos pidieran un día de luto.
"Nuestra oficina y todo el edificio está completamente quemado. Todo ha sido destruido", dijo Saleem Khan, que lleva un negocio de alquiler de vehículos en una calle habitualmente concurrida.
El jefe de policía de Karachi Waseem Ahmed indicó a Reuters que las primeras investigaciones indicaban que el suicida tenía entre 18 y 20 años, y utilizó entre 8 ó 9 kilos de explosivos. Al menos 500 tiendas y nueve edificios fueron quemados tras el ataque.
"Está claro que los terroristas están bien organizados. Quieren desestabilizar el país", dijo Anjum Naqvi, que formaba parte de la procesión objeto del atentado.
El secretario provincial de Salud, Hashim Raza Zaidi, dijo que la cifra de fallecidos había ascendido a 43, mientras que 52 continuaban ingresadas en hospitales.
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