Este artículo se publicó hace 16 años.
Palestinos e israelíes, de nuevo atrapados entre la intención y la realidad
Israelíes y palestinos, que han reanudado sus negociaciones de paz, quedarán de nuevo atrapados entre las buenas intenciones y la cruda realidad cuando George W. Bush concluya mañana su primera visita a la zona como presidente de EEUU.
Bush, que en 2003 recuperó la vieja idea de resolver la centenaria disputa entre judíos y árabes por el mismo territorio -Palestina o Tierra de Israel- a través de la fórmula de "dos Estados", advirtió en su visita que no impondrá la solución al conflicto, algo que sólo corresponde alcanzar a ambas partes.
El presidente norteamericano, que hoy se reunió con el presidente palestino, Mahmud Abás, en la Mukata de la ciudad cisjordana de Ramala, hizo esa aclaración ayer en una rueda de prensa que celebró con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, en Jerusalén.
Mientras sus detractores quemaban en Gaza un muñeco con su imagen y otro con la de Olmert, además de las banderas de EEUU e Israel, Bush expresó en la antigua ciudad de los profetas que clamaron en el desierto su convicción de que "lo mejor para vencer la ideología del odio, que mata a inocentes para concretar sus objetivos políticos, es la ideología de la esperanza".
Pero en el terreno, Israel, invocando sus necesidades de seguridad, seguía operando con su Ejército en Cisjordania -donde Abás anhela crear este año un Estado palestino- y en Gaza, en poder del movimiento islamista Hamás.
Y desde la franja, que formaría parte del nuevo Estado independiente palestino, los milicianos continuaban disparando cohetes contra civiles israelíes.
"No habrá paz si hay terrorismo", aseguró Olmert a los periodistas. Bush le dio la razón y anticipó que iba a preguntarle hoy a Abás "qué piensa hacer" ante esos ataques desde de Gaza, en la actualidad una entidad autónoma bajo la égida islamista de Hamas, que no reconoce al Estado judío y rechaza la negociación.
Lo que los palestinos pidieron hoy por su parte en Ramala a Bush es que "presione" a Olmert para que desaloje, al menos, los enclaves o "asentamientos ilegales" de Cisjordania y le exija frenar la ampliación de los establecidos desde la guerra de 1967.
Bush no hizo con ellos menos que con Olmert; les dio razón en sus exigencias para desmantelar los enclaves judíos, algo a lo que se resisten los colonos, que, con motivo de la visita del ilustre huésped, pusieron los cimientos de diez nuevos asentamientos.
Estas son sólo algunos "botones de muestra" de las dificultades con las que tropiezan Abás y Olmert, que decidieron intentar desbloquear su negociación bilateral -estancada desde hace siete años- en la Conferencia de Annapolis impulsada por Bush.
El proceso de paz, que comenzó con la Conferencia de Madrid de 1991 y continuó en 1993 con los acuerdos de Oslo con el mutuo reconocimiento entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), llevaba ya dieciséis años con altibajos y miles de muertos.
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