Este artículo se publicó hace 13 años.
La "parada fría" de Fukushima, un paso más para solventar la crisis nuclear
El primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, anunció hoy que los tres reactores accidentados de la central nuclear de Fukushima han alcanzado las condiciones de "parada fría", lo que cierra la segunda fase del largo camino para solventar la crisis atómica.
El anuncio implica que la temperatura en el fondo de las vasijas de presión, que alojan el núcleo del reactor, y en las de contención, que recubren a las primeras, es estable por debajo de los 100 grados centígrados y también que las filtraciones radiactivas de la planta han remitido de forma sustancial.
El cierre de la segunda fase de la "hoja de ruta" confirma que se han tomado las medidas para que no se den más situaciones graves en la planta ni siquiera ante un nuevo accidente, aunque Noda se apresuró a recordar que "esto no significa que el problema nuclear haya terminado".
A Japón le queda por delante una ingente tarea hasta dar por concluida esta crisis (ayer se conoció que llevará cuatro décadas desmantelar por completo los reactores), y también muchas incógnitas en torno a los efectos a medio y largo plazo de este accidente nuclear, el peor en 25 años.
El propio Noda reconoció hoy que su Gabinete se enfrenta a una serie de complicados obstáculos, entre ellos el de resolver la situación de las más de 80.000 familias que residían cerca de la central y que fueron evacuadas por el accidente.
En la nueva fase que se abre a partir de hoy, el Ejecutivo planea, según explicó el primer ministro, pagar todas las indemnizaciones a los afectados y acometer las tareas de descontaminación alrededor de la central.
Noda detalló que el próximo mes se formará un equipo de administración de 200 personas para preparar la descontaminación de las viviendas en la zona de exclusión en torno a la central, a las que otras 200 se unirán en abril.
Para entonces, se espera que 30.000 obreros estén trabajando en las tareas de limpieza.
Sin embargo, aún queda por resolver un problema que el primer ministro subrayó nuevamente hoy: dónde, cómo y hasta cuándo almacenar la tierra radiactiva que se retire de estas áreas.
Se estima que Fukushima Daiichi ha filtrado una quinta parte de la radiactividad que en 1986 emitió la central nuclear de Chernóbil y, al igual que entonces, será difícil calcular el verdadero alcance y efectos que ésta tendrá sobre la población, pese al plan de supervisión del Gobierno.
Éste proyecto consiste en la instalación de unos 2.700 aparatos de medición en toda la provincia para vigilar la salud de sus habitantes y, especialmente, de los niños.
Los estudios publicados hasta el momento son poco halagüeños; un reciente estudio de la Universidad de Medicina de Fukushima efectuado sobre 1.700 residentes mostraba que la mitad había recibido en cuatro meses una radiactividad de más de un milisievert, el máximo anual recomendado.
El desastre también ha tenido efectos calamitosos sobre las industrias locales, como demostraron las cantidades excesivas de cesio detectados el mes pasado en arrozales de Fukushima, lo que llevó a prohibir la distribución de este cereal en 4.500 granjas de la región.
En provincias como Miyagi, limítrofe con la de Fukushima, los agricultores se quejan del temor cada vez mayor de los consumidores a que sus productos estén contaminados, y también de la falta de directrices del Gobierno para la detección de radiación en los alimentos.
Noda insistió hoy en que las autoridades efectuarán los "exámenes" pertinentes para evitar que productos contaminados lleguen a los consumidores.
El accidente ha provocado un desplome de precios en el mercado alimentario que también ha afectado a los pescadores. Además de perder infraestructuras y equipos a causa del tsunami, este sector afronta la contaminación de las aguas costeras a causa de las filtraciones y vertidos desde la planta.
En la central de Fukushima se acumulan más de 128.000 toneladas de agua radiactiva y, aunque en un principio se preveía descontaminar una parte y verterla al mar, el plan se ha retirado ante las protestas de los pescadores.
Ahora, la operadora de la central trabaja en tres medidas: sellar los sótanos para evitar que entre más agua, mejorar el sistema de reciclaje para usarla como refrigerante para los reactores y aumentar el número de tanques de almacenamiento.
Todo esto, como subrayó hoy Noda, es parte del gran desafío al que se enfrenta no solo Japón, sino "toda la humanidad".
Andrés Sánchez Braun
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