Este artículo se publicó hace 14 años.
París muestra el siglo XIII, cuando llegó a ser el centro de Occidente
Durante el siglo XIII París pasó de ser una ciudad más de Europa al centro de Occidente, escaparate de todas las miradas que copiaron sus modas, en particular el gótico radiante, motivo de una exposición que abrió hoy en el Museo Medieval de Cluny de la capital gala.
"París, ciudad radiante" reúne dos centenares de obras características de un estilo artístico nacido del esplendor cultural y económico de la región parisiense y que empapó a toda la Cristiandad a lo largo de la baja Edad Media.
"En el siglo XIII París se transforma en un centro artístico europeo, estatus que no perderá hasta el siglo XIX", aseguró a Efe el comisario de la muestra, Xavier Dectot.
Notre Dame de París y la Sainte Chapelle han quedado como las dos obras más características de ese "gótico radiante", pero la ciudad se convirtió en un vergel de construcciones con un estilo muy definido, donde la decoración pasó a ocultar la arquitectura.
De la ciudad de talla media que era París a finales del siglo XII pasó a convertirse en la capital de Francia, sede de la Universidad que atraía todas las vanguardias y tendencias y centro económico que multiplicó su población por cuatro hasta acoger 200.000 personas.
"Se convirtió en la ciudad más grande de Europa junto con Constantinopla", el otro referente cultural del momento, agregó Dectot.
En ese ambiente se creó un "círculo virtuoso de creación", donde todos los artistas venían a ver lo que se hacía en París y aportaban las tendencias de sus diferentes territorios, sobre todo del norte del continente, indicó.
Así nació el gótico radiante, una evolución del trabajo de los maestros que habían levantado las catedrales de Bourges, Chartres, Reims, Amiens o Beauvais, todas ellas, en el entorno parisiense.
"Paradojicamente, el objetivo de estos artistas era hacer desaparecer la arquitectura. Los muros pasaron a ser vidrieras y, cuando esto no era posible, ocultaban los elementos arquitectónicos con ornamentos vegetales", explicó Dectot.
La exposición del Museo de Cluny recoge esos elementos arquitectónicos, muchos de ellos recuperados de templos parisienses.
Porque, como recuerda Dectot, "en la actualidad nos quedan Notre Dame y la Sainte-Chapelle, pero en el siglo XIII había muchas otras iglesias de gótico radiante, incluso algunas más puras y perfectas que las que han llegado a nuestros días".
Cluny recoge muchas de las piezas que fueron arrebatadas a estos templos a lo largo de sucesivas reconstrucciones, estatuas cada vez más exentas que perfilaron este estilo arquitectónico.
El arte de aquella época se convierte en total, cada espacio del templo forma parte del conjunto, cada elemento cumple una función decorativa.
Los contrafuertes se unen al muro y quedan ocultos en una decoración cada vez más abigarrada.
Se configura un "lenguaje arquitectónico" que, desde París, se extiende a todo el mundo.
"El gótico radiante lo encontramos en toda la Cristiandad. En España hay ejemplos muy claros en las catedrales de Toledo, León o Burgos", señaló el comisario.
También cambian las formas constructivas, porque en París comienzan a tallarse las piedras en la cantera, lo que hace que todas sean iguales.
En París este estilo permaneció hasta el siglo XIV, orgulloso de una tendencia que empapó a todo el mundo occidental.
A partir de ese momento, los arquitectos comienzan a cambiar de gusto. El gótico radiante deja paso a un estilo más abigarrado que persigue la proeza arquitectónica a medida que las técnicas se hacen más perfectas.
El gótico flamígero comienza a presagiar un cambio total de estilo artístico que vendrá de la mano del Renacimiento.
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